jueves, 26 de febrero de 2009

De pánicos y esquizofrenias

De pánicos y esquizofrenias

Estas últimas semanas, los problemas que –dicen- afectan al aparato gastro-intestinal de don Néstor, se han trasladado al Congreso Nacional y a la Legislatura bonaerense, acarreando un verdadero flujo centrípeto de senadores y diputados, entre ellos varios de gran significación política.

Durante el mismo lapso, hemos visto a la pareja gobernante exponer, diariamente y desde una multiplicidad de atriles, sus reiterados conceptos bajo la forma de discursos o de arengas de campaña.

Cualquier estudioso del decir humano podrá confirmar que ambos –don Néstor y doña Cristina- reflejan, con su labia y con sus gestos, el pánico que los está acongojando. Y no es para menos.

Después de años de ejercicio del poder en forma dictatorial y omnímoda, hoy los Kirchner están perdiendo sangre. Y todos sabemos que una cosa es nadar entre tiburones cuando uno está entero y otra, muy diferente por cierto, lo es hacerlo con lastimaduras sangrantes.

Se han ido del redil ex gobernadores de peso político propio en sus provincias y, lo que es peor, la oposición ha aprendido la lección y ha comenzado a agruparse para la batalla. El discurso común ha mejorado y los derechos cercenados a la población –el control de los actos públicos y el ejercicio independiente de la Justicia, amén del manejo de los fondos-, que ésta disculpaba en épocas de bonanza económica, comienzan a transformarse en un reclamo común.

La diáspora kirchnerista en el Congreso puede producir, a corto plazo, la pérdida de las mayorías para los bloques oficialistas.

¿Qué implicaría eso? Pues todo. El Gobierno podría ver cómo se le escurren de las manos, cual granos de arena, los instrumentos sobre los cuales ha construido las bases del poder que ejerció, del modo en que lo hizo, durante los últimos seis años.

Así, es dable pensar que la oposición podría derogar los “super-poderes” otorgados por un artículo de la Ley de Presupuesto, podría volver atrás con la modificación en la composición del Consejo de la Magistratura, podría revisar las retenciones a las exportaciones –que concentran la recaudación en el Ejecutivo nacional- y podría exigir la aplicación de la Ley de Coparticipación Federal.

En el esquema de poder de don Néstor, eso resultaría más que dramático. Los jueces, que hasta hoy tascan el freno ante la amenaza que configuran Kunkel y Conti en el Consejo, desempolvarían las causas por corrupción y saldrían, con el cuchillo entre los dientes, a buscar a los propios Kirchner, a los de Vido, a los Jaime y a los grandes empresarios amigos del Gobierno.

La “caja”, por su parte y por obra y gracia tanto de la crisis internacional, que repercute gravemente sobre el consumo interno, cuanto de la sequía y la caída en los precios internacionales de nuestros productos de exportación, se ha transformado en una frazada muy corta.

No permitirá, al mismo tiempo, atender a los subsidios que tan generosamente reparte el Gobierno, cumplir con los compromisos financieros externos, cumplir el prometido plan de obras públicas ni, mucho menos, crear una red de seguridad que permita que los futuros desocupados puedan cobrar un razonable seguro de desempleo. Don Néstor tendrá que optar entre todos esos objetivos, y cualquier opción será muy mala para su salud electoral.

El Gobierno, que dilapidó los ingresos que trajeron en sus alforjas los varios años de crecimiento del PBI, no cuenta con un fondo anticrisis, como sí lo tienen Chile, Colombia y Brasil.

Doña Cristina, todos los días y, a veces, en varias oportunidades diarias, anuncia nuevas medidas para paliar la crisis y evitar la profundización de la franca recesión en que ya se encuentra el país. Ya puso en escena planes para comprar autos, tractores, camiones y bicicletas; mañana, seguramente, llegará el turno de los pela-papas.

Sin embargo, todos esos planes dependen, para tener éxito, de que la gente acepte endeudarse para comprar esos bienes, aún cuando la tasa de interés ofrecida sea subsidiada a costa del futuro de los jubilados. Están fracasando, precisamente, porque nadie tiene hoy, en Argentina, su trabajo asegurado y, por ello, no sabe si mañana podrá pagar lo que compre: lo más probable, y así lo cree, es que no.

Además, continúa prometiendo inversiones mil veces anunciadas, la construcción de viviendas mil veces aseguradas, la inauguración de tramos de rutas, de mini escuelas y hasta de cabinas de teléfono. Hasta ahora, la verdadera diáspora de los barones del Conurbano y de los gobernadores K ha sido suave, pero se acelerará rápidamente ante la no llegada de esos fondos, necesarios para esas demostraciones y para llenar esos bolsillos. Hay que recordar que “el peronismo te acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no se entierra con vos”. Y esa puerta, hoy, está a la vuelta de la esquina, y los leales caudillos –alquilados, hasta ahora, por don Néstor- saben mucho de política.

De Angeli y los chacareros entrerrianos, con la toma de una sucursal, han puesto al Gobierno, y a sus amigos banqueros, en otro brete de hierro: aceptan las condiciones exigidas -y, al día siguiente, todas las sucursales bancarias del país estarán ocupadas-, o las rechazan, desencadenando una imposible represión sobre los endeudados productores.

Vamos, ahora, a la segunda parte del título de esta nota.

El discurso oficial, sea de don Néstor, sea de doña Cristina, no puede ser más esquizofrénico.

La Presidente llama al diálogo y, desde el atril, continúa agrediendo, con los mismos, descabellados e injustos argumentos, al campo y al interior del país. Habla de distribución de la riqueza desde su malhabida fortuna patagónica y criticando a productores que, entre las retenciones y la sequía, han perdido todo.

A la vez, hace caso omiso de quienes reclaman que tributen igualmente el juego y los otros intereses que mantienen ocupados a los López, a los Báez, a los Ulloa, a los Eskenazi, a los ElectroIngeniería, a los vendedores y compradores de facturas truchas, a los constructores de obras públicas mil veces sobrevaluadas, a los adquirentes -por monedas- de compañías a las cuales el Gobierno previamente destruye.

Habla de redistribución del ingreso explicando -con ese tono suyo tan magistral, al cual le ha sumado ahora una gesticulación pretendidamente amable- que desde mayo de 2003 todo ha cambiado en el país, cuando la realidad es bien distinta.

Su Indec continúa falseando los datos hasta convertirlos en risibles, a tal punto que se ha dado la paradoja que, por mentir un crecimiento inexistente, la deuda externa aumentara en diciembre en lugar de reducirse. Pero lo complicado es que don Néstor y la Presidente parecen creer esos embustes, fabricados por ellos mismos, “Lassie” Moreno mediante.

Y entonces, y esto es gravísimo, ignoran el crecimiento de la pobreza y de la indigencia, ocultas tras la fachada de las cifras del índice de precios al consumidor y del costo de la canasta básica.

Esa ignorancia –o, mejor, esa negación- hace que los subsidios que el Gobierno ha derrochado a troche y moche durante todos estos años, y que intentará continuar haciendo en éste, por su carácter de electoral, se destinen a las clases más acomodadas de la sociedad, en desmedro de quienes realmente los necesitan.

Pregúntense ustedes mismos si es razonable que quienes disponemos de gas por cañería paguemos en nuestros hogares facturas bimestrales de $ 20, mientras que la mayor parte del Conurbano, que debe recurrir a las garrafas, pague hasta $ 100 en el mismo lapso. O si resulta justo que, a través de sus impuestos (fundamentalmente, el IVA) sobre los alimentos que consumen, los más pobres paguen una universidad pública a la cual sus hijos no podrán asistir nunca. Lo mismo sucede con el agua, con la electricidad y, sobre todo, con el transporte público.

Hace unos días, difundí un documento llamado “Una depresión de expectativas”, del Centro de Estudios Públicos, escrito por el Dr. Mario Teijeiro. Recomiendo enfáticamente su lectura, pues explica, por cierto que mucho mejor que yo, los desafíos que, como país, tenemos por delante.

Pero volviendo a la esquizofrenia del discurso oficial, no puedo dejar de olvidar a don Néstor y su nueva versión de pastor de almas televisivo. Llama a sus aplaudidores alquilados a poner la otra mejilla, a olvidar las afrentas, a rodearse de paz y amor y, a la vez, despotrica como un energúmeno contra el campo, contra la oposición, contra la prensa indócil o contra los organismos multilaterales de crédito. En este último caso, además, se trata de una actitud suicida, ya que su cómplice Hugo Chávez, por la baja de los precios del petróleo, no podrá llegar en auxilio de las exhaustas finanzas gubernamentales, ni aún a tasas de usura.

Dice que no es momento de candidaturas y, contemporáneamente, ruega que sus –cree- fieles salgan, casa por casa, a pedir apoyo al Gobierno en las elecciones de octubre.

Pide la unión de los argentinos, y niega hasta la presencia de los Granaderos porque Cobos asiste a un acto. Sigue hablando de manos limpias, mientras los fondos de Santa Cruz continúan en el limbo y sus funcionarios ostentan el record absoluto de denuncias penales, o su chofer se transforma en millonario.

Con los atriles oficiales o partidarios de ambos K, donde la esquizofrenia se junta con el pánico, tenemos cerrado el círculo infernal en el que se mueve este crucial momento de la Argentina.

¡Pobre país el nuestro, que nos tiene a los argentinos como electores!

Buenos Aires, 26 Feb 09
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jueves, 19 de febrero de 2009

Caballeros y Tahures

Caballeros y Tahures

Desde ayer, ha quedado claro en Argentina quiénes son los caballeros y quiénes los tahures.

Conozco a Luciano Miguens y a Hugo Luis Biolcati, de quienes soy amigo desde hace muchos años, y me constan sus dotes de caballero; a los restantes miembros de la Mesa de Enlace no he tenido, al menos todavía, oportunidad de conversar. Sin embargo, las actitudes que han mantenido desde que los focos de la prensa los iluminaran a principios del año pasado, certifican que los adornan idénticas cualidades.

Lamentablemente, y en aras de un posible acercamiento de posiciones que evitara al país una nueva catástrofe debida a la locura de sus gobernantes en lucha contra el interior, Biolcati ha pecado de ingenuo y de inocente. De todas maneras, la intención lo revaloriza.

Se le pidió mantener la confidencialidad sobre todo lo sucedido y, como corresponde, mantuvo su promesa. Del otro lado, los tahures usaron de esa actitud caballeresca para divulgar, como munición pesada, la existencia de las reuniones. Primero, filtraron la información a Verbitsky, que la publicó en Página 12; luego, lo hicieron oficialmente.

Biolcati se sentó a jugar en una mesa de poker en la cual los demás no respetan, si así lo necesitan, regla alguna. De Vido, el mandado, y Kirchner, su patrón, son capaces de todos los trucos, de marcar las cartas o de sacar ases ocultos en sus mangas, para obtener el pozo en juego, aunque éste sea tan limitado como intentar dividir a la Mesa de Enlace.

El Gobierno, que no sabe cómo salir del problema crucial en el que se ha metido por ideología y por rencor, encomendó a su Ministro de Planificación Federal, el principal cómplice de la banda delictiva de don Néstor, llevar adelante unas negociaciones que, lo sabía de antemano, no podían tener buen fin. Creer en serio que Biolcati llegaría a un acuerdo por separado hubiera demostrado que estamos en manos de unos imbéciles, y los Kirchner han dado acabadas muestras de ser cualquier cosa menos eso.

Entonces, ¿qué objetivo real tuvieron esas reuniones entre el Gobierno y la Sociedad Rural? La conferencia de prensa -si es que se puede llamar de ese modo a una reunión en que se impide a los periodistas formular preguntas- brindada anoche por el Vocero mudo de la Presidente, un tal Núñez (creo), permitió conocer la respuesta.

El Gobierno buscaba, como lo ha hecho en innumerables oportunidades, dividir a sus oponentes. La caballerosidad y el don de gentes de los integrantes de la Mesa de Enlace frustraron la maniobra, más allá de las heridas puestas de manifiesto por algunas segundas líneas, especialmente de la Federación Agraria.

El campo reaccionó como correspondía ante el agravio y la citación a una reunión, que se realizaría con posterioridad a la asamblea de Leones de mañana, convocada por la Ministro de la Producción. Curiosa hiperactividad de la señora de Georgi, que contrasta con su notoria ausencia en el diálogo con la Mesa de Enlace desde su asunción, en noviembre pasado.

Hoy, nuevamente, ha sido decretado un paro agropecuario que terminará, si la reunión se concreta, dos horas antes de la hora marcada para ésta. No quiero imaginar qué sucedería si ese encuentro, en virtud del paro decretado, fuera cancelado por el Gobierno.

Tampoco creo que de una conversación con una Ministro que, como todos los demás integrantes del Gabinete, carece de facultades resolutivas y tiene que depender de las instrucciones que recibe –y seguramente recibirá post facto- de Kirchner en Olivos, surja una solución para esta crisis, tan buscada.

Por eso, el pesimismo al que me obliga este Gobierno me dice que, la semana próxima, el conflicto del interior con éste alcanzará nuevos niveles, agravando el impacto que producirá la crisis internacional que se está acercando a la Argentina.

Buenos Aires, 19 Feb 09

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miércoles, 18 de febrero de 2009

Bienvenida madurez y persistente negación

Bienvenida Madurez y Persistente Negación

Entre ayer y hoy se han producido hechos políticos de significativa importancia en Argentina, que continuaron lo sucedido las semanas anteriores, con la unión del Pro y del Peronismo disidente en la Provincia de Buenos Aires.

El primero de ellos fue la ruptura de los senadores santafecinos Reutemann y Latorre con el Frente para la Victoria, con una dura declaración que pone de manifiesto la diferencia enorme que existe entre la política que lleva adelante la dupla imperial y la realidad que clama en el interior del país.

El segundo es –en realidad, se está anunciando mientras escribo estas líneas- la formación de una confluencia política integrada por la Coalición Cívica, el Partido Radical y el Partido Socialista. Ha sido acompañado por la publicación de una agenda que pone el acento en los reales y urgentes problemas que la crisis internacional está a punto de arrojar sobre nuestro país: la desocupación, la paralización de la industria, el comercio, las importaciones y las exportaciones, y la seguridad ciudadana.

Ambos episodios, y el que protagonizaron Macri, Solá y de Narváez, dan muestra de una bienvenida madurez de la oposición al kirchnerismo, que no solamente se planta frente a esta tiranía sino que ofrece -¡por fin!- puntos básicos de acuerdo y acciones comunes, y pone el acento en la transparencia y en el juego de la ley y de las instituciones.

En la otra punta del ring mediático siguen don Néstor y doña Cristina, con su permanente negación de la realidad.

Ambos hicieron uso del atril ayer. La Presidente, en Olivos, donde reiteró sus consabidos conceptos acerca de la solidaridad que le exige a los que más tienen, para combatir –dice- la pobreza y la desigualdad; machaconamente, habló de la igualdad de oportunidades como objetivo a alcanzar.

Pese a que, en forma permanente, sostiene que la historia argentina comenzó el 25 de mayo de 2003, cuando don Néstor asumió la Presidencia, no parece asumir que su marido ejerció el poder legalmente en el período de mayor expansión de la economía argentina en los últimos ochenta años y, sin embargo, la pobreza y la indigencia, y la desigualdad, no han dejado de crecer, aún por encima de los porcentajes alcanzados en la denostada década de los 90’s.

Ella y don Néstor gobiernan Argentina desde hace seis años, con un Congreso al que han transformado en una mera escribanía y, a pesar de ello, no han cumplido ni una sola de las promesas realizadas y, por el contrario, han destruido todas las instituciones y todos los organismos de control republicano.

Por su parte, el caradura mayor, don Néstor, habló en un teatro de Avellaneda, rodeado de toda la parafernalia peronista, a un público pequeño y adocenado.

A los gritos, no hizo más que repetir las pequeñas falsedades y las grandes mentiras que adornan, desde siempre, su discurso. Fue tan palmariamente incierto todo cuanto dijo que me abstendré, en honor a la brevedad, de hacer una exégesis de su discurso, antecedido por uno similar del inefable Scioli.

Pero sí debo destacar que, como ha sucedido en las dos o tres últimas apariciones de este usurpador, lo noté aterrado. Creo que, finalmente, se ha dado cuenta de que, a los dos y a los integrantes de su banda delictiva, “se les viene la noche”.

El campo, con su demostrada cintura política, ha puesto de manifiesto cuál es la realidad en la conducta demencial del Gobierno: postergó su paro, aceptando una invitación al diálogo de la Presidente, que no parece vaya a concretarse. ¿Se atreverán, otra vez, a acusar a la Comisión de Enlace de obstruir y de no colaborar?

Esta mañana, en “La foto que habla”, en la última página del diario “La Nación”, el genial Nik puso a don Néstor y a doña Cristina en la proa de un Titanic. La imagen, como siempre, fue mejor que mil palabras. La diferencia siniestra con la historia del buque que chocó con un témpano radica en que, según parece, estos “capitanes” han elegido la colisión, llevando al país, inevitablemente, a un incendio digno de Nerón.

En resúmen, entonces, el trío provincial, la confluencia programática acerca de políticas de Estado de los partidos y la separación de los senadores de Santa Fe dan acabada muestra de la gravedad de la situación y de la seriedad con que debe ser encarada la crisis, mientras que el Gobierno continúa falseando los datos de la realidad y, consecuentemente, incapaz de adoptar medidas que tiendan a modificarla favorablemente.

Las próximas semanas serán cruciales; será cuando llegue, finalmente, la crisis internacional a nuestro país.

Por muy triste que resulte, no tenemos, en manos de los Kirchner, con qué atajar el golpe.

Buenos Aires, 18 Feb 09.
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viernes, 13 de febrero de 2009

Cintura política y cinismo exagerado

Cintura política y cinismo exagerado

Anoche, por televisión, asistí a dos momentos significativos de la realidad política de Argentina.

El primero fue la reacción, rapidísima por cierto, de la Mesa de Enlace al discurso de doña Cristina. En un movimiento perfecto, el campo puso –otra vez- el problema en manos de la Presidente y de su marido.

Hace muy poco tiempo, en otro artículo, me permití aconsejar a la dirigencia agropecuaria que comunicara mejor y mucho más simplemente su realidad a la gente. Ésta, lamentablemente, no percibe aún la magnitud del desastre que afecta al único sector dinámico e innovador de nuestra economía, y el Gobierno contribuye a esa ignorancia y a esa confusión con mentirosos videos propagandísticos que muestran una prosperidad irreal.

El interior del país está quebrado. No solamente está afectado el productor sino, como en una cadena, el comercio y la industria que lo atienden y lo proveen de insumos y maquinarias agrícolas. Ya desde hace casi tres años, a don Néstor se le ocurrió la peregrina idea de destruir uno de los fundamentos más importantes –tal vez, el único real y genuino- de la economía nacional, prohibiendo las exportaciones de carne.

Califiqué, entonces, esa actitud como inexplicable, ya que sólo era comparable a la de un imaginario jeque loco del Golfo Pérsico que prendiera fuego o tapara los pozos de petróleo, que son la única fuente de prosperidad de los países que lo conforman.

Sólo la demencia setentista y retrógrada del señor K pudo imaginar un dislate semejante.

Luego vinieron las prohibiciones de exportar trigo, maíz y leche, la aplicación de salvajes retenciones a la actividad agropecuaria, el desquiciante manejo de mercados, estadísticas y organismos técnicos, en ninguneo a los dirigentes sectoriales, la absoluta falta de diálogo, la arbitraria y atrabiliaria conducción de la ONCAA, etc.. Y San Pedro contribuyó a complicar ese siniestro escenario con una sequía que no recuerda antecedentes en los últimos sesenta años.

Sin embargo, el campo dio ayer una magistral lección de alta política. Primero, al esperar el anunciado discurso de doña Cristina en los jardines de Olivos y, luego, al responder al mismo levantando un paro, ese momento “inevitable”.

De haberse concretado esa medida de fuerza, seguramente no hubiera tenido repercusión alguna, toda vez que, en especial los ganaderos, los productores hubieran debido transgredirla para evitar la mortandad de sus animales (que ya supera las 500.000 cabezas) o la quiebra de sus emprendimientos.

Además, hubiera sido mal visto por la población en general que el campo próspero –pintado por la publicidad oficial- sostuviera, en un momento tan dramático, un reclamo sectorial.

La Mesa de Enlace reaccionó ante el disparate con inteligencia y como correspondía: levantó el paro y reiteró el pedido de una audiencia a doña Cristina. Con ello, puso al Gobierno en un brete de hierro (que fue reflejado en el diálogo cruzado entre Biolcati y el inefable Ministro del Interior, don Randazzo): la Presidente llama al campo a una reunión de verdadero diálogo o demuestra que es una irrecuperable mentirosa.

Y aquí llegamos a la segunda parte del título de esta nota, es decir, al discurso de doña Cristina, en su atril al aire libre y rodeada de gente humilde.

La señora parece marciana. No es posible que, a pesar de invocar permanentemente la continuidad de la ¿gesta? Inaugurada por don Néstor en 2003 -¡hace ya casi seis años!- se refiera a la pobreza estructural de la Argentina como algo sobreviviente, como la sequía, con lo cual ni ella ni su marido tuvieran algo que ver.

¿Cómo no se le cae la cara de vergüenza cuando dice que el campo reclama, con una manifiesta falta de solidaridad, una rebaja en los impuestos? ¿Ignora o, peor, niega la palmaria realidad?

La voz que calificó a los productores de “oligarcas” y llamó a sus espontáneas manifestaciones “piquetes de la abundancia”, jamás se refirió a la fortuna que está haciendo, aún hoy, la banda constituida por sus empresarios amigos, sus funcionarios cómplices y sus socios en los casinos.

La persona que habló, una vez más, de solidaridad con los desposeídos insulta a los argentinos con la exhibición del lujo más obsceno. La socia del Gobernador de Santa Cruz que se llevó, hace casi veinte años, US$ 1.000 millones al exterior, sin dar nunca explicación alguna agrede a la memoria de los argentinos.

La Presidente que vetó la ley que prohibía actividades contaminantes en las fuentes de agua andinas, votada por unanimidad en el Congreso, y que no insta a sus obsecuentes legisladores a votar la Ley de Bosques, imputó al campo por el desastre de Tartagal.

El Poder Ejecutivo que falsifica, a través de la manipulación del Indec, el verdadero y ya innegable crecimiento de la pobreza, la indigencia y la marginalidad, sigue hablando de su política de “inclusión”.

¿No es exagerado, ya, el cinismo de la pareja imperial?

Buenos Aires, 13 Feb 09.
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sábado, 7 de febrero de 2009

El peligro mortal de la inercia



El peligro mortal de la inercia

Todos conocemos un apotegma que dice que el peronismo acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no entra ni se entierra.

Analizando la coyuntura política a la luz del mismo, parece que, en el futuro inmediato, esa frase –por cierto, muy ingeniosa- perderá todo su valor.

En efecto: los tiempos históricos se están acelerando brutalmente (aquí y en el mundo entero), y los caudillos peronistas del Conurbano bonaerense, los líderes sindicales, algunos gobernadores, muchos legisladores e, inclusive, algunos pre-candidatos presidenciales parecen ignorar la proximidad del abismo que Kirchner, su mujer y su grupo de pingüinos más fieles tiene enfrente.

Ya se han enajenado la voluntad del campo, de los grandes conglomerados urbanos, de la industria y el comercio del interior y, con el reciente “rodrigazo” tarifario, hasta la de la clase media en general, a la cual impulsaron a comprar 1.500.000 acondicionadores de aire que no podrá usar, so pena de dejar de comer. Si le sumamos a los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, a los creyentes de todos los credos, a los miembros de la Justicia, a los profesores universitarios, a los periodistas, a los cuadros intermedios de los sindicatos, etc., etc., etc., comienza a resultar verosímil que, en las elecciones de octubre –si llegamos a ella- toda esta máquina de poder y de robar sufrirá una derrota homérica.

Este año, además, vendrá acompañado de una gran desocupación, de un incremento exponencial de la inseguridad, de conmoción social, de más inflación, de un posible default, de un crecimiento vertiginoso del gasto público y de más estafas a los jubilados, presentes y futuros. Y, por sobre todas las cosas, de un adelgazamiento significativo de los recursos de la “santa madre caja” con la cual K ha disciplinado, desde hace ya cinco años, a los díscolos.

Entonces, ¿por qué aún muchos de los enumerados en el segundo párrafo de esta nota se resisten a romper lanzas con el kirchnerismo?

La obvia respuesta es que, aún, las promesas de obra pública de Néstor, dadas a conocer por “la locutora oficial” (Asis dixit), resultan creíbles para esos caudillos de toda laya.

Sin embargo, a poco que analicen los escasos números oficiales disponibles, y los muchos de los analistas no comprados ni vendidos, tendrán que descubrir que, una vez más, todas esas promesas no saldrán nunca del papel ni de los discursos. Bastaría para acelerar ese descubrimiento ojear qué ha sucedido con el rimbombante Plan Federal de Vivienda, incumplido en un 80% en época de vacas gordas pero que, todavía parece encandilar a esos punteros, en tiempos de vacas flacas y desnutridas.

Si no se despegan ya mismo del insano Presidente del PJ, si no dejan de asistir como aplaudidores a los actos de la señora –que, pronto, anunciará el canje de pelapapas, la inauguración de una cabina telefónica y la pintura vial de una ruta- la inercia del movimiento que han desarrollado durante las presidencias K resultará irrefrenable en la puerta del cementerio político.

Si pretenden sobrevivir a la hecatombe a la que Néstor los está conduciendo, deben aplicar el freno ya mismo, pues mañana resultará tarde. Aún a riesgo de parecer veletas (de todos modos, son los mismos que apoyaron a Menem, a Duhalde, a las cinco micropresidencias del 2001/2002), deben enfrentar en este mismo momento a la pareja presidencial, si no quieren ser enterrados con ella.

Total, nada perderán. Es matemáticamente imposible que Néstor pueda cumplir las promesas millonarias que está haciendo y, salvo dibujos contables, tampoco podrá girarles fondos frescos, aún cuando éstos provengan de la continua estafa que perpetran contra los caudales de la ANSES.

Y digo esto porque, en este contexto de crisis internacional y crisis interna (léase, nuevo paro del campo y sequía), hoy el tema de los caudales públicos se parece, cada vez más, a una frazada corta. Como dije, es matemáticamente imposible que los mismos dólares sirvan para atender a los compromisos de la deuda externa, a continuar con el festival de subsidios, al incremento electoral del gasto público y, principalmente, a la creación de una verdadera red de contención que enfrente la desolación que encontrarán en el mercado laboral los futuros despedidos.

Todos esos elementos constituyen un gran cocktail explosivo, una verdadera tormenta perfecta, que inevitablemente llevará a Mr y Mrs K a la sepultura.

Espero, entonces, que los líderes de toda calaña ya mencionados reaccionen a tiempo, antes que la inercia los obligue a traspasar las puertas del cementerio y a inmolarse en el altar de quienes –ya lo han demostrado con creces- no lo merecen.

Buenos Aires, 8 Feb 09
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