sábado, 7 de febrero de 2009

El peligro mortal de la inercia



El peligro mortal de la inercia

Todos conocemos un apotegma que dice que el peronismo acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no entra ni se entierra.

Analizando la coyuntura política a la luz del mismo, parece que, en el futuro inmediato, esa frase –por cierto, muy ingeniosa- perderá todo su valor.

En efecto: los tiempos históricos se están acelerando brutalmente (aquí y en el mundo entero), y los caudillos peronistas del Conurbano bonaerense, los líderes sindicales, algunos gobernadores, muchos legisladores e, inclusive, algunos pre-candidatos presidenciales parecen ignorar la proximidad del abismo que Kirchner, su mujer y su grupo de pingüinos más fieles tiene enfrente.

Ya se han enajenado la voluntad del campo, de los grandes conglomerados urbanos, de la industria y el comercio del interior y, con el reciente “rodrigazo” tarifario, hasta la de la clase media en general, a la cual impulsaron a comprar 1.500.000 acondicionadores de aire que no podrá usar, so pena de dejar de comer. Si le sumamos a los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad, a los creyentes de todos los credos, a los miembros de la Justicia, a los profesores universitarios, a los periodistas, a los cuadros intermedios de los sindicatos, etc., etc., etc., comienza a resultar verosímil que, en las elecciones de octubre –si llegamos a ella- toda esta máquina de poder y de robar sufrirá una derrota homérica.

Este año, además, vendrá acompañado de una gran desocupación, de un incremento exponencial de la inseguridad, de conmoción social, de más inflación, de un posible default, de un crecimiento vertiginoso del gasto público y de más estafas a los jubilados, presentes y futuros. Y, por sobre todas las cosas, de un adelgazamiento significativo de los recursos de la “santa madre caja” con la cual K ha disciplinado, desde hace ya cinco años, a los díscolos.

Entonces, ¿por qué aún muchos de los enumerados en el segundo párrafo de esta nota se resisten a romper lanzas con el kirchnerismo?

La obvia respuesta es que, aún, las promesas de obra pública de Néstor, dadas a conocer por “la locutora oficial” (Asis dixit), resultan creíbles para esos caudillos de toda laya.

Sin embargo, a poco que analicen los escasos números oficiales disponibles, y los muchos de los analistas no comprados ni vendidos, tendrán que descubrir que, una vez más, todas esas promesas no saldrán nunca del papel ni de los discursos. Bastaría para acelerar ese descubrimiento ojear qué ha sucedido con el rimbombante Plan Federal de Vivienda, incumplido en un 80% en época de vacas gordas pero que, todavía parece encandilar a esos punteros, en tiempos de vacas flacas y desnutridas.

Si no se despegan ya mismo del insano Presidente del PJ, si no dejan de asistir como aplaudidores a los actos de la señora –que, pronto, anunciará el canje de pelapapas, la inauguración de una cabina telefónica y la pintura vial de una ruta- la inercia del movimiento que han desarrollado durante las presidencias K resultará irrefrenable en la puerta del cementerio político.

Si pretenden sobrevivir a la hecatombe a la que Néstor los está conduciendo, deben aplicar el freno ya mismo, pues mañana resultará tarde. Aún a riesgo de parecer veletas (de todos modos, son los mismos que apoyaron a Menem, a Duhalde, a las cinco micropresidencias del 2001/2002), deben enfrentar en este mismo momento a la pareja presidencial, si no quieren ser enterrados con ella.

Total, nada perderán. Es matemáticamente imposible que Néstor pueda cumplir las promesas millonarias que está haciendo y, salvo dibujos contables, tampoco podrá girarles fondos frescos, aún cuando éstos provengan de la continua estafa que perpetran contra los caudales de la ANSES.

Y digo esto porque, en este contexto de crisis internacional y crisis interna (léase, nuevo paro del campo y sequía), hoy el tema de los caudales públicos se parece, cada vez más, a una frazada corta. Como dije, es matemáticamente imposible que los mismos dólares sirvan para atender a los compromisos de la deuda externa, a continuar con el festival de subsidios, al incremento electoral del gasto público y, principalmente, a la creación de una verdadera red de contención que enfrente la desolación que encontrarán en el mercado laboral los futuros despedidos.

Todos esos elementos constituyen un gran cocktail explosivo, una verdadera tormenta perfecta, que inevitablemente llevará a Mr y Mrs K a la sepultura.

Espero, entonces, que los líderes de toda calaña ya mencionados reaccionen a tiempo, antes que la inercia los obligue a traspasar las puertas del cementerio y a inmolarse en el altar de quienes –ya lo han demostrado con creces- no lo merecen.

Buenos Aires, 8 Feb 09
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