viernes, 27 de marzo de 2009

¿Qué puede pasar en Argentina?

¿Qué puede pasar en Argentina?

Ayer, con la aprobación del Senado, la discusión acerca de la fecha de las elecciones legislativas de mitad de mandato presidencial ha dejado de existir. Argentina votará el 28 de junio, como quiso don Néstor.

Sin embargo, algunos hechos sucedidos en los momentos inmediatamente anteriores a la sesión de la Cámara alta pueden darnos serios indicios acerca de qué puede pasar en Argentina antes y después del acto electoral.

En un país que, en un pasado reciente, vio como se compraban senadores y se obtenía la sanción de leyes que el Poder Ejecutivo requería, no dejó de llamar la atención tanto el cambio de postura de los representantes de las provincias de Tierra del Fuego (Martínez y Díaz) y Catamarca (Saadi), cuanto la simultánea ausencia de quienes habían comprometido su voto en contra. El resultado de todo eso fue que el bloque del Gobierno obtuviera 40 votos, y la oposición 26, superando proporcionalmente a la mayoría obtenida en Diputados.

Pero, como digo, el tema ha precluido. En cambio, lo que sigue vigente es la actitud de don Néstor y de su vocera, de permanente confrontación y agravio a quienes no quieren someterse, mansamente, a su idea de pensamiento único.

Y así llegamos a la preocupación que me lleva a escribir esta nota.

¿Qué puede suceder en Argentina hasta el 28 de junio, ese día, y los días que seguirán hasta el 10 de diciembre de 2011?

En lo inmediato, es decir, en los tres meses que faltan para las elecciones, podemos apostar a que don Néstor, cada día más, profundizará las ya graves heridas que ha recibido, de su mano, el tejido social del país.

Dada su mentalidad, continuará azuzando el conflicto con el campo, con los medios periodísticos y, casi con seguridad, con la Iglesia. De resultarle posible, es muy probable que lleve a la Argentina a una conflagración.

¿Y esto por qué? Muy simple. Don Néstor, al cual uno puede calificar casi de todas las maneras, no es idiota. Sabe, como el resto de nosotros, que enfrentará en las urnas –si el proceso es limpio y transparente- una derrota épica que, cuando se plasme en la pérdida de las mayorías legislativas, lo haría perder la guerra, el patrimonio y, seguramente, la libertad.

Que este señor carece de los más mínimos límites y escrúpulos, ya nos consta a todos, locales y extranjeros, que lo reflejan diariamente en la prensa internacional. Creo, sin embargo, que esta vez está dispuesto a superarse a sí mismo.

Hace tiempo, concretamente en 2006, escribí un artículo –que puede leerse en mi blog- al que titulé “Lo inexplicable …”. Gestado a raíz de la demencial prohibición de exportar carne, la nota concluía llamando la atención de la población, ya que –pronosticaba- a don Néstor no lo sacaríamos a cacerolazos, a golpes de carritos de supermercado, ni siquiera con votos.

Hoy, estimo, ya toda la sociedad no kirchnerista se ha convencido de ello, especialmente por la desnuda y descarnada negativa a tratar el tema de la boleta única, que permitiría impedir –o, al menos, morigerar mucho- el fraude que intentará el oficialismo en las urnas.

Otro factor agravante del cuadro, es la deserción y la licuación que está sufriendo el frente armado –en verdad, amontonado- por don Néstor. Como se sabe, “el peronismo te acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no se entierra con vos”.

La gran incógnita está centrada, desde ese ángulo, en la cantidad de sapos que tanto los muchachos de la CGT y los “barones” del Conurbano cuanto los piqueteros leales estén dispuestos a tragar.

¿Qué sucederá cuando Moyano exija el pago de su lealtad con lugares en las listas de Kirchner? ¿Qué harán los intendentes para no perder las mayorías en sus respectivos consejos deliberantes? ¿Podrán armarse listas que contengan juntos a los Moyano, a los Viviani, a los Ishii, a los Curto, a los Pereyra, a los Pérsico, a los D’Elía, etc.?

En medio de esta crisis, internacional pero también anterior y local, ¿de dónde saldrá el dinero para el clientelismo, más para las obras públicas, más para la “coparticipación” de las retenciones a la soja, más para los auxilios a las provincias quebradas por la política oficial? La sumatoria es, en este caso y en este momento, de resultado imposible.

Kirchner puede ir todos los días que faltan hasta el 28 de junio a recorrer partido por partido del Conurbano prometiendo viviendas, pavimentos y cloacas, y devolver atenciones recibiendo a esos pseudo-caciques en el quincho de Olivos, pero lo que no puede hacer –básicamente, sería como resolver la cuadratura del círculo- es cumplir todas sus promesas.

Y esto lo saben tanto los intendentes como los votantes que, desde la última elección, han visto innumerables carteles de anuncio de obras nacionales oxidándose, sin que apareciera en el lugar ni un obrero ni una máquina.

Resulta obvio que la miseria a la que ha sido llevada gran parte de la población del Conurbano por las políticas oficiales -puestas en marcha por don Néstor desde 2007- hace q ue esos votantes sean presa fácil de quienes están dispuestos a comprar sus votos por sandwichs, por gaseosas, por vino, por colchones, por electrodomésticos o por ‘planes’.

Por eso, es obligación de toda la oposición, en realidad de todos los ciudadanos, asumir la tarea de fiscalizar el acto electoral, aún en las zonas más inhóspitas del segundo y del tercer cordón, para evitar que, con los votos, roben otra vez el futuro del país.

Obviamente, el Gobierno puede ganar estas elecciones (alta improbabilidad, salvo un fraude masivo) o perderlas (altísima probabilidad). Veamos, entonces, qué podría pasar en uno u otro escenario.

En primer lugar, corresponde resaltar que, por tratarse de legislativas, el triunfo real o la derrota efectiva del kirchnerismo se deberán medir de una sola manera: la conservación o la pérdida de las mayorías en ambas cámaras del Congreso. Don Néstor, naturalmente y cualquiera sea el resultado, intentará “vender” una victoria, pero ya resultará intrascendente.

En segundo término, también resulta menester señalar que los diputados y senadores que resulten elegidos recién jurarán sus cargos el 10 de diciembre, casi 6 meses después y, si el oficialismo hubiera perdido las mayorías en cuestión, puedo asegurar que no convocará a sesiones extraordinarias al Congreso, por lo cual sólo asumirán sus cargos el 1° de marzo de 2010, o sea, diez meses después de estas elecciones tan anticipadas.

Hasta esas fechas, el Gobierno seguirá disponiendo, al menos en teoría, de esas mayorías automáticas, que tantas satisfacciones les han dado (salvo en la discusión por la Resolución 125).

¿Qué disparate estarán dispuestos a votar los legisladores cuyos mandatos se cumplirán el 10 de diciembre? ¿Estarán dispuestos a arriesgar todo para satisfacer a un perdedor que, además, se quedó pobre (no a título personal, obviamente)? ¿Asumirán el riesgo de que los juzguen por sus actos, seguramente violatorios de la Constitución Nacional, como es el caso de los “superpoderes”? Grandes incógnitas, ¿no?

Por lo que no resulta dudoso, y es absolutamente probable, es que, para entonces, la fuerza del tsunami económico-financiero haya llegado con fuerza, provocando una ola inédita de despidos, sin red de seguridad de ningún tipo para quienes terminen en la calle, con todo el conflicto social real que eso puede traer aparejado.

Y esto, que también sabe don Néstor, fue el factor principal que lo llevó a disponer el adelantamiento de las elecciones.

Entonces, y volviendo atrás, lo real es que don Néstor y su vocera podrán continuar disponiendo de los destinos del país, y de su economía, hasta –como mínimo- el 1° de marzo del año próximo.

En la medida en que Argentina carece hoy de cualquier herramienta financiero-monetaria apta para enfrentar la crisis –por ejemplo, como hizo Luiz Inácio Lula da Silva, que ayer sacó de la galera un plan para construir un millón de viviendas populares y cuenta con los recursos para llevarlo adelante- y tiene vedado el acceso a los escasos mercados de crédito internacional que hoy subsisten, sólo les cabrá recurrir al odiado FMI.

Para ello, están preparando el discurso, especialmente hoy, cuando Cristina planea reunirse con don Biden, el Vicepresidente de Obama, para encontrarse con éste en abril, para “explicarles qué hemos hecho los argentinos, desde 2003, para estar tan enteros y tan preparados frente a la crisis que nos llega de afuera”. (¡Gracias a Dios tenemos a don Néstor, un precursor!)

Ya el aparato oficial de propaganda –verdaderamente, digno de Goebbels- se ocupará de explicar a la gilada que vamos a poder pedirle dinero al FMI porque éste habrá cambiado, y no porque vayamos ‘con el caballo cansado’.

Pero el real problema se presentará, para don Néstor y su vocera, cuando los diputados y senadores electos dentro de 90 días asuman efectivamente sus cargos y, con los salientes, se vayan las mayorías automáticas.

Y eso se producirá indefectiblemente, porque don Néstor, como ha demostrado desde sus lejanos días de Intendente de Río Gallegos, es incapaz de negociar con la oposición, o de dialogar con la prensa. No lo ha hecho hasta ahora: desde que asumió como Presidente, el 25 de mayo de 2003, no hizo una sola reunión de Gabinete, ni una sola conferencia de prensa, limitándose a lanzar sobre los que piensan distintos epítetos y agravios de toda índole.

Y también contribuirá, esencialmente, al conflicto la certeza de que, con la pérdida de las mayorías, desaparecerán de sus manos resortes tales como el manejo arbitrario del Consejo de la Magistratura, de los organismos de control, de la economía, de los fondos provenientes de impuestos no coparticipables, del Indec y del terror.

Habrá llegado, para él, para su vocera, sus funcionarios –que los odian- y sus cómplices en el saqueo, el momento de rendir cuentas ante jueces que habrán recuperado el coraje, ante una ciudadanía harta y asqueada, Seguramente, como dije, perderán entonces sus bienes y su libertad. ¿Qué no estará dispuesto a hacer para evitarlo?

Tengo esperanzas en el futuro post-kirchnerismo. Y tengo confianza porque creo que todos, especialmente los líderes de la oposición, han aprendido al menos que es lo que no se puede hacer. Y porque Argentina, con respeto de las instituciones y con seguridad jurídica, es uno de los países mejor dotados para salir velozmente de la crisis, ya que el mundo, que entró en ella con hambre, saldrá al final con el mismo o más hambre, y nosotros podemos contribuir a quitarlo.

Por ello, como ya dije, que lo que tenga que pasar lo haga rápido.

Bs.As., 27 Mar 09
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