miércoles, 6 de mayo de 2009

Una canallada más

Una canallada más

He sido fuerte crítico de Néstor Kirchner desde el año 2004 pero, si alguien quiere tomarse el aburrido trabajo de leer las notas que se encuentran en mi blog (www.egavogadro.blogspot.com, no encontrará una sola que se vincule a la actividad cotidiana del matrimonio o a episodios de su vida personal. Básicamente, es un terreno en el cual nunca he querido entrar, por parecerme deleznable.

Sin embargo, el programa que conduce diariamente Jorge Lanata por Canal 26, “Después de todo”, en sus emisiones del viernes 1° y del martes 5, me han causado tal indignación que no puedo dejar de expresar lo que siento, pese a que ello implique violar esa norma autoimpuesta.

El primero de los programas mencionados se refirió, con bastante precisión, a los bienes que los Kirchner tienen declarados ante la AFIP en Argentina, con un informe acerca de cómo los obtuvieron.

El apoderamiento de los bienes públicos por la pareja imperial y sus cómplices, que ya es harto conocido, pero que alcanza su pico más importante –obviamente no en monto, pero sí en la forma- es la cesión, en Calafate y a un precio irrisorio, de tierras fiscales, rápidamente revendidas a terceros con siderales beneficios, sumada a la investigación del hecho por una fiscal que, además de ser sobrina de los Kirchner, es una de las beneficiarias directas del latrocinio.

Pero ello condice con otra prueba de la impunidad con la que se mueven: ni siquiera la declaración impositiva, es decir, el patrimonio “blanco”, cierra.

La pareja formada por Alí Babá y su vocera nos han acostumbrado, desde los lejanos días de la privatización de YPF, a verlos transformar, por arte de magia y, sobre todo, de parlamentos genuflexos –y, por qué no decirlo, partícipes necesarios- dineros públicos en privados, ocultando sus movimientos, sus pérdidas o ganancias y su destino.

Pero, desde que trasladaron su domicilio desde Santa Cruz al país todo, han mejorado enormemente su capacidad de apropiación, y de ello pueden dar prueba cabal muchísimas empresas que han debido ceder parte de su capital social a los integrantes de la banda delincuo-presidencial, y muchas que hoy, en razón de la confiscación de los ahorros privados que se encontraban en manos de las AFJP’s, ven parte de sus paquetes accionarios en manos de don Néstor, de don Julio y de sus testaferros.

A través de las obras públicas, de las licitaciones amañadas y de los enormes sobreprecios facturados, sus prestanombres se han enriquecido con una velocidad de la que Argentina no tiene memoria, y los “gordos” sindicales y los funcionarios han pasado a integrar lo que ellos califican como “oligarquía vacuna”, ya que ese arte de magia, al que hice referencia más arriba, les ha permitido hacerse con campos de productores empobrecidos por su insana política agropecuaria.

Que, según Alberto Robredo (“El gran pulpo y sus designios contra el campo”, en
http://www.elojodigital.com/politica/2009/05/02/1617.html) no es insana sino absolutamente premeditada para quedarse con todo. Pese a que escuché hace tiempo a Lilita Carrió decir lo mismo, sólo ahora, con el paso del tiempo, la ficha explicada por Robredo cayó en su lugar.

Todo ello, espero, terminará por llevar a la cárcel a don Néstor, a doña Cristina, a De Vido, a Jaime, a Randazzo, a Moyano y a muchos otros.

Pero la canallada a la que se refiere el título de esta nota es otra, bien menor por cierto, pero no por ello menos indignante.

En ese segundo programa, Jorge Lanata y una periodista de Crítica de la Argentina, cuyo nombre inmerecidamente he olvidado, dedicaron cuarenta y cinco minutos a contar a la audiencia, con todo detalle, los gastos en que doña Cristina, primero como candidata y luego como Presidente, nos ha generado en sus viajes.

Argentina, mal que pueda pesar a nuestro orgullo, se ha transformado en un país pobre, y en absoluta decadencia.

Cuatro, de cada diez argentinos, se encuentra bajo la línea de pobreza; tenemos un índice creciente de mortalidad infantil; una enfermedad erradicada hace años, el dengue, ha vuelto por falta de salud y de higiene; seis de cada diez argentinos carece de servicios sanitarios elementales, como agua potable o cloacas; cada vez más habitantes de nuestro suelo carecen de vivienda; mueren chicos por desnutrición todos los días; en el NOA y en el NEA hay hambre real; etc.; etc.; etc..

Y ni hablar de nuestra imagen frente al exterior, la de un país que no solamente no honra sus compromisos sino cuyo Estado viola todos los contratos y sus gobernantes trapichean valijas voladoras, armas y drogas.

Frente a ese tan triste cuadro, Lanata y su colaboradora desplegaron la infame panoplia de los gastos desmedidos de doña Cristina.

Creo que su muy criticada manía por las compras de alta gama podría justificarse diciendo que ese derroche corre por su cuenta, al menos hasta que su patrimonio se investigue realmente.

Pero escuchar que don Néstor y, muy especialmente, su vocera nos convierten en un país del África subsahariana -¿recuerdan a Idi Amin Dadá?- cuyos dignatarios se permiten despilfarros tales como dejar propinas de US$ 8.000, pagar suites de US$ 3.500, alquilar vans de US$ 1.000 diarios, o alquilar aviones que cuestan US$ 4.000 por hora de vuelo, es un infame cachetazo a los habitantes más pobres de nuestro país.

Los tan remanidos aumentos a los jubilados, que don Néstor nos refriega diariamente en sus discursos de campaña, han llevado su haber mensual a menos de US$ 200. Es decir, con lo que Kris dejó de propinas en tres días, comen en Argentina 40 jubilados un mes.

No recuerdo los innumerables detalles brindados por los periodistas en el programa, pero quedaron fijadas en mi escasa memoria dos hitos memorables: el primero, que uno de los viajes presidenciales, a un país de América del Sur y de tres días de duración, nos costó US$ 300.000. ¿Sabrá doña Cristina que esa suma equivale a 2.000 planes sociales?

Y el segundo, más indignante aún, que mientras nuestra elegante mandataria se aloja en hoteles de cinco estrellas y en las suites más caras disponibles, la señora Bachelet, Presidente de Chile, un país en serio –pero de verdad-, lo hace en los de cuatro, y que su escasa comitiva tiene habitaciones iguales a la de ella, amén de viajar todos en aviones de su propia Fuerza Aérea.

Sólo la ignorancia, que es fruto de la pobreza más abyecta, a la que son sometidos diariamente los habitantes del Conurbano profundo, puede justificar que estos canallas busquen allí su mayor caudal de votos.

Por eso, compatriotas, el 28 de junio reventemos las urnas de votos opositores, controlemos que no hagan fraude y que no nos roben esos votos, que ya llegará el momento de enjuiciarlos -con las armas que la Constitución pone en nuestras manos-, y meterlos para siempre presos, cuando podamos probar su culpabilidad.

Y con esos votos recuperemos la República, terminando para siempre con la delegación al Ejecutivo de facultades legislativas y con la manipulación de los organismos de control y, sobre todo, restableciendo la Justicia independiente, sin la cual nada es posible.

Otra vez, ¡Dios me oiga!

Bs.As., 6 May 09

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