sábado, 6 de junio de 2009

El Mediterráneo y otros mares

El Mediterráneo y Otros Mares

“Vivimos tiempos plebeyos”
Spengler


Hace más de treinta y cinco años, Joan Manuel Serrat compuso una de las canciones que más me han marcado. En ella, este catalán del mundo reflejaba su vida entera –incluyendo su propia muerte- sobre el espejo de agua del Mare Nostrum, tan vinculada a la historia de su región.

Veinte años después, aterrado y desesperado, escribió el anticipado epitafio de ese mar, herido de muerte por la insensatez de los hombres, que hemos abusado –y seguimos haciéndolo- de nuestro único hogar común, el planeta Tierra Puso por nombre a esa despedida, esta vez en catalán, “Plany al mar”.

En la presentación de ésta, Serrat dijo que, pese a que cuando soñó “Mediterráneo” ya se veían signos de deterioro en el ambiente marino, nunca había supuesto que, en tan breve tiempo, la estupidez y la estulticia de la especie humana hubieran causado tal irreversible daño, que lo obligaba a asistir al entierro del mar.

* * * * *

Por mi parte, hace varios años escribí una nota –“Lo inexplicable …”-, que mucho tiempo después subí a mi blog, en la cual trataba de entender qué pretendía Kirchner el día que prohibió las exportaciones de carne argentina. En 2006 y 2007, respectivamente, agregué a ese artículo un colofón y un prefacio, a medida en que mi extrañeza se agravaba.

Para quienes no quieran tomarse el trabajo de leerla, la nota original afirmaba que carecían de sentido la prohibición impuesta y las razones invocadas para hacerlo (“la mesa de los argentinos”), toda vez que los cortes vacunos que nuestro país colocaba en los mercados externos nada tenían que ver con aquéllos que consume nuestra gente como, por ejemplo, la tira de asado.

Y con una extraña premonición –por la época en que fue escrita- sostenía que a don Néstor –no se hablaba, todavía, de Cristina- los argentinos no nos lo podríamos sacar de encima a fuerza de cacerolazos, a golpes de carritos de supermercado y, ni siquiera, con votos.

Pero hoy, a la luz de la “chavización” que estamos viviendo, y de su acentuación que se avizora para después del 28, tengo la misma sensación que debe haber afligido a Serrat cuanto escribió “Pleny al mar”.

Aún con todos mis pronósticos fatídicos y apocalípticos, nunca supuse que este insano nos llevaría tan rápido a este peligroso escenario, y no conozco momento histórico alguno en que un gobernante dilapidara con esta velocidad el caudal de su aprobación y de su apoyo ciudadano.

* * * * *

Los Kirchner, que ya tienen en su haber enemigos complicados –el campo, las clases medias, los grandes centros urbanos, el interior, la Iglesia, los militares, México, Uruguay, Chile, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Guinea Ecuatorial, etc.- han decidido librar una batalla final contra la industria.

Don Néstor ya quemó, en su locura “neronística”, la poca cohesión que existía en la sociedad, partiendo las redes económico-sociales a hachazos. La verdadera estructura productiva argentina, basada –mal que le pese- en la agroindustria y la metalmecánica, está destruida y, con ella, todo el amplio abanico de proveedores y servicios que le habían permitido transformarse en una de las más dinámicas y avanzadas del mundo.

Y ahora, a escasos días de las elecciones, ha decidido ir por más. Después de designar directores, y anunciar que designará síndicos, en las compañías que tienen en su capital participación de la ANSeS, ha informado a las empresas en general, con un gesto –prohibir a Edesur distribuir honorarios por $ 60 millones, una nimiedad para una eléctrica- cuáles son sus planes para después de las elecciones, gane o pierda verdaderamente en ellas.

Cierto es que, cuando aparecieron las primeras señales del rumbo de Kirchner, expresadas en su “guerra gaucha”, los industriales argentinos, imbuidos de su cultura prebendaria (aún cuando se les exigiera transformarse en felpudos aplaudidores), miraron para otro lado y siguieron yendo a Olivos a recibir humillaciones, las mismas que hacía tiempo les propinaba, en sus propios despachos o por celular, el encantador y –según él dice- sexualmente bien dotado Guillermo Moreno.

Pero ello no resulta óbice para que, a escasos metros de la meta electoral, los malheridos y vapuleados industriales vernáculos no busquen –o, en realidad, desesperen por ella- la solidaridad de los chacareros ante el agravio.

Entonces aparece, como más nítida, la locura de Kirchner. Desde Maquiavelo en adelante, o gracias a él, todos conocemos el primer principio al que deben ajustar su conducta quienes gobiernan: “divide y reinarás”.

Mucho más cerca, en la geografía y en el tiempo, la lección la aprendió Pinochet cuando llamó a los chilenos a plebiscitar a su gobierno; la dura derrota que le infligió la oposición -pegoteada exclusivamente para convocar al “no”- lo eyectó de La Moneda.

¿Es que don Néstor no ha aprendido nada? ¿Por qué se pone en contra, en este preciso momento, a los industriales que, aunque no coincidan en lo demás, pasarán a militar activamente en el campo en la oposición? ¿Para qué ceder, tan gratuitamente, poderosas unidades del propio ejército al enemigo?

Estoy viejo y, lamentablemente, no puedo hoy comenzar a estudiar psicología, pero analizar este caso casi lo ameritaría. Para entender la insania de quien nos gobierna resultaría necesario convocar a un concilio de especialistas.

Su conducta carece de explicación racional, pero anticipa el porvenir.

* * * * *

Un futuro que, más allá del verdadero resultado electoral, comenzará, en verdad, el 29 de junio y que tendrá mucho que ver, sin lugar a dudas, con un camino semejante –no idéntico, por falta de dólares y de tropa- al que el caribeño, dudoso amigo pero cómplice seguro, ha diseñado para Venezuela, para Ecuador, para Bolivia, para Nicaragua y para Cuba.

Y, cerrando este círculo periódico y diabólico, Argentina volverá al caos. Sea porque Néstor tenga éxito, sea porque fracase, en cuyo caso él mismo lo desatará.

Si los ciudadanos lo permitimos, porque nos convertirá en otro país con “socialismo del siglo XXI” aunque, por sus propios defectos internos, aún más corrupto y amiguero. Y si no lo permitimos, porque tendremos que luchar –no uso ningún eufemismo- para conservar nuestras libertades, que este tirano de cuarta nos querrá recortar o prohibir.

Como hemos visto recientemente, está dispuesto a cualquier cosa para lograr sus fines, cualesquiera que éstos sean. No estamos frente a un inmoral, que conoce la norma y la viola; don Néstor es, realmente, un amoral y, como tal, desconoce la existencia de las reglas.

Un mero repaso, seguramente incompleto, de algunos de los “detalles” que ha introducido en este proceso electoral:
a) El adelantamiento de la fecha;
b) La transformación de una elección mera legislativa en un plebiscito;
c) La designación “a dedo” de los candidatos;
d) Las candidaturas “testimoniales”;
e) La “alteración” de domicilios;
f) La judialización de sus artimañas (vgr., la efedrina);
g) La invención de candidatos y partidos (falso “Narváez);
h) La adulteración de padrones (inclusión de muertos y desaparecidos);
i) La sospechosa confección de DNI’s;
j) El desconocimiento de sentencias judiciales (la “marchita”);
k) El arbitrario manejo de los fondos electorales;
l) El uso indebido de bienes públicos (helicópteros, aviones y policías);
m) La utilización proselitista de acciones de gobierno (anuncios e inauguraciones varias);
n) La falsificación de encuestas;
o) La malversación de datos públicos con fines propagandísticos (últimamente, la recaudación).

Para concluir, sólo me resta hacer una referencia a la multitud de disparates que circulan por la red, y a los cuales la ciudadanía, acostumbrada ya al genio de don Néstor y de doña Cristina, presta credibilidad.

A mero título de ejemplo, se dice que Kirchner está preparando una gigantesca maniobra para proclamar fraudes en los distritos en los que resulte perdidoso, incluyendo la generación de disturbios la propia noche del domingo electoral. Si muchos creen verdaderamente en eso, significa que la ciudadanía en general -y, en especial, aquélla que tiene acceso a Internet- está convencida de lo perverso y desmedido de la personalidad de Kirchner.

Sólo la estupidez y el egocentrismo de los dirigentes de la oposición pueden salvar a esta banda, a estos mafiosos, de la hecatombe final. Espero, fervientemente, que despierten a tiempo porque … “entre estos tipos y yo, hay algo personal”.


Bs.As., 6 Jun 09
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