domingo, 30 de octubre de 2011

¿Ajustar o saquear?

¿Ajustar o Saquear?




“Cuando crezcas, descubrirás que ya


defendiste mentiras, te engañaste


a ti mismo o sufriste por tonterías. Si


eres un buen guerrero, no te culparás


por ello, pero tampoco


dejarás que tus errores se repitan”.


Pablo Neruda




En un artículo reciente, pero anterior a las elecciones generales del domingo pasado, describí por qué el Gobierno, frente a la caída simultánea de todas las columnas basales del “modelo” –los superávits gemelos, el dólar “competitivo”, el crecimiento geométrico de la soja y el atraso cambiario en Brasil- se vería enfrentado a encrucijadas complicadas. Hoy podemos decir que la opción se reduce a ajustar ese “modelo” a la nueva realidad o saquear nuevas cajas.

Para enderezar el rumbo, y pese a conocer las diferentes complicaciones que implicaría, bastaría con corregir algunos gigantescos errores cometidos por el kirchnerismo: el ocultamiento de la inflación con la falsificación de las estadísticas oficiales, el subsidio a las empresas prestadoras de servicios públicos, el congelamiento de los precios a las energéticas con paliativos gubernamentales, el atraso cambiario, la inseguridad jurídica, etc.

Cuando digo que no sería tan difícil hacer correcciones que no conllevaran el sacrificio de puestos de trabajo –como ya está ocurriendo- o el castigo, una vez más, a los más pobres, me refiero, por ejemplo, a modificar la política de subsidios a la energía o al transporte. Una inmediata y rápidamente progresiva liberación de los precios, con un simultáneo subsidio a los consumidores más necesitados de ambos servicios, permitiría reducir de golpe el déficit de la balanza comercial que, en materia de combustibles, este año rondará los US$ 8.000 millones.

Porque, como siempre, la realidad se impone y el viento de cola que acompañó a dos gobiernos sucesivos, que tuvieron una suerte increíble, parece haber borneado por influencia de la crisis internacional, que nadie puede asegurar cuándo y cómo terminará.

El Gobierno está proyectando una película que los argentinos ya vimos muchas veces: el control policial para evitar la continuidad en la fuga de capitales, que este año superará los US$ 20.000 millones. Sería cosa de recordar a doña Cristina y a su instrumento, don Guillermo “Patotero” Moreno, que ni siquiera Stalin consiguió vencer al mercado negro, pese a llegar al asesinato de veinte millones de compatriotas al intentarlo.

Desde el lunes pasado, en lugar de continuar con el festejo que el 54% obtenido el domingo ameritaba, el Gobierno está trabajando de sol a sol para intentar calmar a un mercado que ya ha dejado de creer en el “relato”, que percibe que el dólar está extremadamente barato en la Argentina, que no hay nadie (o demasiados) al frente del timón monetario y que, más temprano que tarde, las leyes inmutables de la economía se impondrán.

Pero no es por capricho o por vocación suicida que el Banco Central haya sacrificado tantas reservas para mantener “planchado” el precio de la divisa norteamericana -¡detalle curioso: Argentina es el país más “antinorteamericano” de la región y, sin embargo, los argentinos se refugian en su moneda!- sino que sabe que devaluar hoy, con una inflación que supera el 28%, la dispararía instantáneamente, amén de producir conflictos graves por la licuación de los salarios.

Por lo demás, tampoco resulta un dato menor que, pese a los estruendosos anuncios oficiales en la materia –que sólo hablan, en realidad, de cifras minúsculas- la inversión privada directa ha mermado, en el último año, nada menos que 30%.

Y la única razón de ello es la falta de seguridad jurídica. Porque es menester reconocer que, a pesar que la Argentina, en orden a sus números macroeconómicos de crecimiento del PBI y de ratio de su deuda, está muchísimo mejor que muchos países europeos, las inversiones no llegan y prefieren irse a Brasil, a Chile, a Uruguay, a Paraguay, a Perú y a Colombia.

Nuestro país no ha conseguido llegar a un acuerdo con el Club de París por la cerrada negativa kirchnerista a cumplir el requisito esencial que el mundo impone a todos sus integrantes: la revisión, por el FMI de sus cifras económicas. Ello impide a las empresas privadas dar crédito a los importadores locales en sus compras, ya que no pueden obtener los seguros a la exportación de sus productos.

Pero, a la vez, nos impide acceder a los mercados voluntarios de crédito, mientras que Estados Unidos, absolutamente disgustado con nuestro país por varias y simultáneas razones, amén de habernos retirado el status de aliado privilegiado, no sólo veta cada tentativa nacional de obtener créditos de los organismos multilaterales sino que, públicamente, ha salido a buscar aliados que respalden su posición en nuestra contra.

Esta semana, en Cannes, en la dorada Costa Azul francesa, nuestra Presidente ha sido invitada a conversar, en privado, con Barak Obama. Por supuesto, el enorme aparato de prensa que el oficialismo supo conseguir ha presentado ese convite como un triunfo de la diplomacia argentina, encabezada por el inefable don Héctor “ex Twitterman” (se ha llamado a sugestivo silencio) o como un reconocimiento al apoyo ciudadano recibido el domingo pasado por doña Cristina.

Sin embargo, parece ser que las razones son otras. Como es sabido, Estados Unidos considera a Irán como su enemigo público Nº 1 en la actualidad. Por su parte, tanto Venezuela como Bolivia -el Brasil de Dilma corrigió esa postura de Lula-, han permitido a los ayahtollas hacer pie en América y, se sospecha, a acceder al control de material nuclear estratégico local.

Doña Cristina, con su orden a la delegación argentina de permanecer en el recinto de la Asamblea General de la ONU mientras su Presidente, el curioso Ahmadineyad despotricaba a los gritos contra Occidente y negaba el holocausto, y su negativa a romper relaciones pese a la acusación –aún no probada, es cierto- de la autoría del atentado a la AMIA, se ha puesto en la mira de un Departamento de Estado preocupado por la penetración iraní en nuestro continente.

Fuentes muy bien informadas, entonces, ofrecen otra versión de los objetivos de Washington para la entrevista bilateral: Obama daría un ultimátum a la señora de Kirchner para que ésta defina, en forma clara e inmediata, la posición hemisférica y global de la Argentina; si la respuesta no fuera del gusto norteamericano, nuestro país pasaría a convertirse, lisa y llanamente, en un enemigo de Estados Unidos. Si eso ocurre con una administración demócrata, cabe imaginar qué sucedería si el Partido Republicano se impusiera el año próximo.

Esa versión resulta muy creíble cuando se recuerda el cúmulo de agravios que el kirchnerismo y el cristinismo han propinado a las instituciones norteamericanas: la contra-cumbre de Mar del Plata, la acusación a la CIA de un complot contra el Gobierno por el caso de Antonini Wilson y su valija, el secuestro de material estratégico y la acusación de narcotráfico en el caso del avión decomisado por el Canciller en persona, y miles de otros más pequeños.


El Departamento de Estado tiene muy larga memoria cuando se trata de afrentas a la Presidencia –no al Presidente- de su país y, usualmente, las cobra. Baste recordar qué pasó cuando el mismo Obama decidió realizar una gira por el Cono Sur de la cual, como era obvio, la Argentina fue excluida.

En fin; como el resultado de octubre estaba definido ya en agosto, doña Cristina ni siquiera pudo disfrutar de la tradicional tranquilidad que otorgan los primeros cien días de un gobierno que, en los hechos, ya ha comenzado.

La conjunción de tan gran poder en manos de una sola persona y la falta de definición de ésta con relación al nombre de su Ministro de Economía, que permitiría vislumbrar por cuál de las variantes del título se inclinará a partir de diciembre, y un escenario internacional sumamente complicado, han vuelto a poner a la economía en el primer plano de la fotografía, pero sin un rostro concreto que la encarne.

Se podría decir, entonces, que nuestro futuro inmediato depende de una reunión en Cannes y de una elección personal de la viuda de Kirchner. ¡Qué país complicado somos!



Bs.As., 30 Oct 11


jueves, 20 de octubre de 2011

Cuando la indignación no alcanza

Cuando la indignación no alcanza














“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros






con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.






Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de






los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno






da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.






Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un






árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da






buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.






Así que por sus frutos los reconoceréis.”
Mateo 7,15-20














Imaginemos, por un segundo, que un verdadero ejército de “iluminados”, con uniforme y armas de guerra, con entrenamiento realizado en algún país extranjero y financiado por éste, comienza a atacar las pocas instalaciones militares que hoy quedan en la Argentina, o que deciden abrir un frente de lucha en alguna provincia del país con vistas a declararla independiente y obtener el status de Estado beligerante.

¿Cómo reaccionaría entonces doña Cristina?; ¿los consideraría “jóvenes idealistas” o meros terroristas subversivos?; ¿cómo actuaría frente a los familiares de los soldados que cayeran defendiendo sus unidades militares?. Por su parte, el inefable Presidente de la Corte Suprema, don Lorenzetti, ¿continuaría con sus teorías de justicia “transicional” cuando juzgase a los sobrevivientes? Desde otro ángulo, ¿cómo deberían responder los militares y policías si fueran atacados a mansalva, a tiros y a bombazos? Curiosas preguntas para esta Argentina desquiciada y sin rumbo.

A partir de la publicación de un imprescindible libro de Ceferino Reato, “Operación Primicia”, la epidermis social sufrió un nuevo sarpullido, aunque tan leve y pasajero como los otros del mismo origen -Shocklender, Antonini Wilson, Jaime, de Vido, don Néstor (q.e.p.d.), doña Cristina, Felisa Miceli, los hermanos Juliá, etc.-, causado por la corrupción rampante en la Argentina.

En efecto, el autor reveló que, a raíz del ataque guerrillero al Regimiento de Infantería de Monte 29, con asiento en la ciudad de Formosa, producido el 13 de abril de 1975, los familiares de los terroristas que habían resultado muertos por los soldados que repelieron la agresión habían cobrado cuantiosas indemnizaciones, mientras que las familias de los conscriptos, sólo continúan percibiendo modestas pensiones, de ochocientos pesos por mes.

No está de más recordar que lo mismo sucedió con los deudos de muchos otros militares y policías que habían caído en defensa de la República y de sus instituciones, cuando lo hacen, y muchas víctimas civiles de los atentados guerrilleros, a los que se les ha negado todo derecho.

Además, consignó Reato que los nombres de los guerrilleros atacantes figuraban en las paredes dedicadas a las víctimas de la guerra antisubversiva, en el Parque de la Memoria que la Ciudad de Buenos Aires ha instalado en la Costanera Norte porteña. Resumiendo, el Estado rinde homenaje y paga a quienes atentaron contra sus instituciones sin poder invocar, siquiera, el principio de defensa a la opresión, ya que el intento de copamiento se produjo durante un gobierno democrático.

Cuando el ataque en Formosa, gobernaba Estela “Isabelita” Martínez de Perón quien, con su marido muerto, habían obtenido el 62% de los votos en las elecciones de 1973. Es decir, una Presidente a la cual, más allá de las quejas derivadas de los problemas económicos y, sobre todo, del clima de guerra imperante por el permanente accionar de las bandas armadas de derecha y de izquierda, no puede negarse ni su legitimidad ni su respeto a la ley.

En suma, se utilizó una norma, pensada para indemnizar a quienes pudieran haber resultado víctimas de desaparición forzada o de muerte inocente durante el proceso militar de 1976/1983, para “premiar”, más de dos décadas después, a quienes, en democracia, habían intentado copar un establecimiento militar y habían perdido la vida en el intento, que también había implicado la caída en combate de sus defensores legales. Peor aún, a éstos nadie había reconocido su valor y el cumplimiento de su deber.

Con esos antecedentes, y algunas otras fuentes, muchas de ellas terroristas confesos, un grupo numeroso de ciudadanos, indignados y nucleados en la Asociación de Abogados para la Justicia y la Concordia, comenzaron a trabajar para descubrir la verdad.

La primera investigación que, como digo, se realizó sobre la base de los dichos de Reato y, sobre todo, de las afirmaciones de un guerrillero de entonces, Gustavo Plis-Steremberg, de gran autoridad en el tema dada su participación confesa en el ERP, en su libro “Monte Chingolo: la mayor batalla de la guerrilla argentina”, sobre otros compamientos intentados contra la guarnición de Azul, con Perón aún como Presidente, el 19 de enero de 1974; contra la fábrica de explosivos de Villa María, el 10 de agosto de 1974; el Batallón Fray Luis Beltrán, el 13 de abril de 1975; y el propio del Batallón de Monte Chingolo, el 23 de diciembre de 1975.

Amén de que esa simple enumeración da por tierra a la intencionada y permanente negación del estado de guerra revolucionaria en la Argentina de los 70’s -¿de qué otro modo puede calificarse el asalto, por bandas profesionalmente armadas y uniformadas, de guarniciones militares?-, existe una profusa bibliografía de la que son autores quienes se niegan a que los combatientes subversivos caídos sean considerados como idiotas que no sabían lo que hacían, reivindicando su iluminada vocación por cambiar, en forma violenta, la sociedad entera. Martín Caparrós, coautor de “La Voluntad”, es quizás el mejor, y más honesto, exponente de esa postura.

Con esos elementos en la mano, la Asociación mencionada comprobó, uno a uno, la incorporación de cincuenta y seis de esos casos al monumento mencionado.

Una vez verificado ese extremo, requirió a la Secretaría de Derechos Humanos, a cargo hoy de Eduardo Luis Duhalde, que informara si se habían pagado indemnizaciones a esos guerrilleros, caídos en combate al intentar copar, en democracia, cuarteles.

La respuesta, que tuvo que ser forzada por la Justicia dada la resistencia del organismo, confirmó las sospechas: se pagaron cuantiosas sumas a los deudos de esos terroristas muertos en la lucha contra los defensores de esas guarniciones militares. Además, se confirmó el caso más aberrante, denunciado por Reato en su libro: también se incluyó el nombre de Fernando Haymal, y se pagó indemnización a sus deudos, pese a que su muerte se debió al fusilamiento del que fue objeto por la propia organización terrorista a la que pertenecía, Montoneros.

Pese a que la ley indemnizatoria, sancionada en los 90’s, tiene enormes defectos, comenzando por su enunciado de que pretende compensar a quienes cayeron por el llamado terrorismo de Estado “con anterioridad al 10 de diciembre de 1983” –si se aplicara de ese modo, podríamos llegar, sin dudas, a los fusilamientos ordenados por Castelli en Córdoba en 1810- lo más grave se produce con el advenimiento de los Kirchner al poder nacional.

En efecto; cuando, para fortalecer el “relato” que inventaron para construir una épica de la cual carecían –nunca habían hablado del tema hasta el 2003-, ordenaron reescribir el prólogo del informe “Nunca más”, comenzaron a cometer, en materia de derechos humanos, todas las tropelías que una visión sesgada y malintencionada de la historia verdadera les fue permitiendo.

Pero cuando la indignación no basta es al tomar conciencia de cuánto fue el monto que, sin control de ningún tipo –como ha sido habitual en las dos presidencias Kirchner- y con horrores como los descriptos, fue pagado por la Secretaría de Derechos Humanos desde 1983 a la fecha: ¡mil setecientos millones de dólares!. El interrogante surge como obvio: ¿no habrá en este asunto, también, indemnizaciones “truchas”?

La ley establece que la reparación individual será de cien veces el sueldo mayor de la Administración nacional. Coincido con Reato y con la Asociación al afirmar que, en general, las indemnizaciones pagadas a los deudos oscilaron, dependiendo del tipo de cambio, alrededor de los US$ 220.000 por barba, sin embargo, y dado que algunas se encuentran en trámite cuando el dólar está tan barato en la Argentina de hoy, multiplicar por cien el máximo salario actual puede triplicar esa cifra.

Para concluir esta indignada nota sólo me resta invitar al lector a visitar el monumento en cuestión. Descubrirá, con asombro, que a veintiocho años del renacimiento de la democracia, y con treinta mil lugares para colocar los nombres de los desaparecidos, sólo están ocupados algo más de ocho mil, incluyendo en esa cifra a quienes, como explico aquí, no pueden figurar allí. ¿Es que el Gobierno espera que surjan, tanto tiempo después, nuevos nombres, aún ignorados?

De lo contrario, se habrá comprobado claramente que la cifra de 30.000 desaparecidos -¡por cierto, no debiera haber habido ninguno!- fue nada más que un slogan publicitario y que su inexactitud también pone en tela de juicio la calificación de delitos de lesa humanidad que, con retroactividad, el kirchnerismo y sus socios “idealistas”, imputan a los militares y policías presos.







Bs.As., 20 Oct 11










domingo, 16 de octubre de 2011

Silencio y salud

Silencio y Salud






“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos





dones que a los hombres dieron los cielos;





con ella no pueden igualarse los tesoros que





encierran la tierra y el mar: por la libertad, así





como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”
Miguel de Cervantes Saavedra








No por sabida resulta menos llamativa la velocidad con que algunos de los jueces federales en lo Criminal han renovado sus contratos de alquiler con el oficialismo, ante la certeza de que éste se hará, dentro de siete días, con el poder absoluto por cuatro años más.

La condición esencial de esa renovación es el silencio y la tranquilidad que reina en las mayores causas por corrupción de la Argentina, en una panoplia que contiene a los Shocklender, a las Madres de Plaza de Mayo, a Ricardo Jaime, a Julio de Vido, a Felisa Miceli, a los propios Kirchner, a sus secretarios privados, a empresas tales como Lafsa, Southern Winds, Skanska, Electroingeniería, hasta operaciones delictivas como la mafia de los medicamentos adulterados, las cuantiosas defraudaciones con troqueles, el transporte de drogas a Europa en aviones públicos y privados, y una profusa lista que parece haber desaparecido de la memoria de los argentinos que, el 23 de este mes, dicen que votarán masivamente para renovar el mandato a doña Cristina.

Tampoco la cantidad enorme de libros que, en estos días, pueblan los estantes porteños describiendo lo profundo que ha entrado la corrupción en el tejido social de la Argentina –desde “La Ejecución”, “El Mal”, “El Rekaudador” y tantos otros- parece incidir en esa decisión electoral. Leopoldo Lugones diría que “hemos adquirido un confortable tejido adiposo, pero nos hemos empequeñecido de corazón”.

Sin embargo, el ex Presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, con su “sincericidio” de esta semana, ha puesto, en blanco y negro, qué puede significar y qué consecuencias puede producir la corrupción. Nadie ignora que la radicación de la ex Botnia en tierras orientales se debió, sobre todo, al excesivo “precio” que le exigían las autoridades argentinas para instalarse aquí. El insólito respaldo oficial, en todos los niveles, a los asambleístas de Gualeguaychú -¿recordamos que don Néstor (q.e.p.d.), rodeado de gobernadores, calificó a sus protestas como “causa nacional”?- tuvo su razón de ser en la tentativa de modificar la decisión empresaria y no, por cierto, en la prohibición de operar a una planta que no contamina en absoluto.

Si el pedido de una coima excesiva pudo llevarnos a enfrentar la posibilidad de una guerra inimaginable con una país que es más que hermano, y si todas las ONG’s que miden a los países nos ubican en el fondo de sus tablas, resulta insólito que su percepción no figure entre las mayores preocupaciones de los argentinos. Sobre todo cuando, transferida al interior de nuestro país, se transforma en un verdadero genocidio, tal como lo describí en (
http://tinyurl.com/3fooubc); nótese que, cuando escribí esa nota, aún ignoraba que, desde lo más alto del poder, se estaba matando a los enfermos de cáncer, de hemofilia y de HIV.

La miseria, el hacinamiento, la falta de oportunidades, hacen que cada vez más chicos sean exterminados mediante el consumo del “paco” que producen las “cocinas” de la droga toleradas por el poder político, su verdadero socio, que nos está empujando, como país, al camino de Colombia y México. Aún así, pese a que habría que ser ciego para no enterarse del tamaño que ha alcanzado esta calamidad, los argentinos no reaccionamos, y seguimos votando a quienes tanto han hecho para instalar el flagelo.

Santiago Kovadloff y Mariano Grondona, cada uno en magistrales opiniones vertidas esta semana, han puesto en el candelero el tema, también ignorado por la mayoría concuspicente, de la persecución a militares, policías y civiles que, sin condena, se pudren en cárceles comunes de todo el país. Para justificar una prisión, basta que la Secretaría de Derechos Humanos, a cargo del ex guerrillero Eduardo Luis Duhalde, convenza a alguien de mentir descaradamente, de desdecirse de antiguas declaraciones, de inventar hechos y circunstancias.

A partir de eso, se destruye todo el andamiaje jurídico que nos había convertido en una nación civilizada: los principios de legalidad, de ley anterior al hecho, de inocencia, de juez natural, etc.. Se montan parodias de juicios en los cuales, a falta de pruebas, se recurre a generalidades, cuando no a fantasías, que terminan en sentencias simplemente calcadas. La imprescindible contribución y la complicidad de los Tribunales federales en esta farsa es otra de las razones para la renovación de los contratos de alquiler a los que me referí más arriba, ya que los jueces siguen las directivas que a través de don Lorenzetti, reciben del Ejecutivo; no fue irrazonable ni gratuito el regalo de una Constitución Nacional que Alfredo Astiz le enviara esta semana al Presidente de la corta Corte.

El otro tema de la semana, obviamente, ha sido el nuevo episodio que afectó la salud de la Presidente, en camino a su reelección por cuatro años. El Gobierno debiera tomar conciencia de que se trata de un asunto de interés institucional y público, sobre todo en un régimen construido, exclusivamente, como “cristino-céntrico”.

Si éste fuera sólo una simple lipotimia, algo que alguna vez le toca a todo el mundo, seguramente no tendría trascendencia alguna. Pero la reiteración y, sobre todo, el prolongado lapso que implica, en el caso de doña Cristina, superar el incidente, resulta hartamente preocupante por el momento crucial que vivimos.

La señora de Kirchner se enfrenta, con certeza, a un nuevo período presidencial y, entonces, la Historia recupera su importancia. En 1973, los argentinos debimos, por la muerte del Gral. Perón, contemplar cómo heredaba el mando su mujer, Estela “Isabelita” Martínez; quienes contamos con los años suficientes, recordamos en qué se transformó el país, cuando terroristas de ambos lados –ERP y Montoneros vs La Triple A- lo convirtieron en un campo de guerra abierta, plagado de asesinatos y de bombazos.

No quiero establecer un parangón con la actualidad, pese a la vocación retroactiva del Gobierno, cuyo reloj atrasa sesenta años. Sin embargo, algunos de los peores rasgos de prepotencia y abuso del “modelo” han tenido al candidato a Vicepresidente, don Amado Boudou, como su principal apologista; es entonces cuando el tema de la salud presidencial cobra particular importancia.

¿Alguien se imagina qué sucedería en la Argentina, y en el grupo gobernante, si Ella se viera impedida de continuar ejerciendo su cargo? Porque la realidad es que todo el proyecto de poder se apoya, con exclusividad, en doña Cristina y, a su alrededor, no hay quien pueda aspirar, con éxito, a heredarla. Basta con mirar qué sucede entre la señora de Kirchner y su más humilde y rastrero servidor, don Daniel Scioli, el único con caudal electoral propio y, en cierto modo, comparable. ¿Cómo se dirimiría, entonces, el conflicto?

En fin; ya falta muy, muy poco para que los argentinos se expresen y, al día siguiente, se enteren cuál será la opción que elija la Presidente ante las ciertas y seguras encrucijadas que tendrá enfrente y que ya he descripto (
http://tinyurl.com/3esed87) con precisión.

Simplemente espero que, si las libertades individuales –entre otras, a informarse libremente- comienzan a ser conculcadas, todos recordemos la recomendación del Quijote a su escudero.






Bs.As., 16 Oct 11








lunes, 10 de octubre de 2011

Indigestión de Pollo

Indigestión de Pollo







“Normalmente cuando las personas están



tristes, no hacen nada. Se limitan a llorar.



Pero cuando su tristeza se convierte en indignación,



son capaces de hacer cambiar las cosas”.
Malcom X








Cuando, la semana pasada, describí las “Encrucijadas” (http://tinyurl.com/3esed87) a las que los argentinos nos enfrentaremos a partir del 24 de este mes -¡faltan sólo trece días para las elecciones, aunque no se note!- dije que una de las posibilidades que tendría doña Cristina para mantener su “modelo” sin cambiar un ápice su centro neurálgico –el desaforado gasto público- sería dar un manotazo a los flujos de caja que, mes a mes, van a las obras sociales sindicales y engordan, es cierto, los bolsillos de la mayoría de sus dirigentes.

Según parece, tan enderezada está la vocación hacia ese objetivo, que el Poder Ejecutivo no dudó ni un segundo en usar todos los medios para “informar” a un Juez acerca de la responsabilidad del “Pollo” Sobrero en la quema de los vagones en Haedo. Que la demora en la investigación haya sido de “sólo” cinco meses parece no impresionar a nadie, pese a que tenían ya entre sus redes al acusador.

Tampoco parece llamativo que, mientras el secreto del sumario impuesto a la causa impedía a los abogados de los detenidos acceder a ella, el ínclito Jefe de Gabinete, don Anímal, se pavoneara haciendo gala de su profundo conocimiento de su contenido.

Cuando fui Administrador General de Ferrobaires, el ferrocarril estatal que recorre toda la Provincia, conocí a Sobrero, con quien tuve un trato cordial, pese a las antípodas en las que nos encontramos en la política. Se trata de un hombre de izquierda, creo que absolutamente honrado, que fue elegido en el ramal Sarmiento de Trenes de Buenos Aires por sus pares, en elecciones democráticas.

En defensa de sus representados, es férreo y combativo, pero –como todos los ferroviarios- incapaz de atentar contra ese medio de transporte. Fue por completo sincero cuando, públicamente, dijo que no necesitaba quemar vagones, ya que podía detener el servicio con sólo hacer una llamada.

El tema de los ferrocarriles muestra, quizás como ningún otro, la vinculación profunda que conduce desde el menemismo hasta el kirch-cristinismo. Durante el gobierno del riojano, culminó la destrucción, que ya venía de antiguo, y los patagónicos nada hicieron para modificar ese rumbo. Don Ricardo Jaime robó –para sí y para su corona- y permitió que se robaran los gigantescos subsidios que el Estado nacional entrega a las empresas privadas, sin que ellos se convirtieran en un mejor servicio ni en una renovación de la infraestructura.

Pero creo que el caso Sobrero fue, más que nada, un adelanto a los gremios acerca de cómo será, para sus caciques, el segundo mandato de doña Cristina. Una de las máximas del peronismo, en todas sus formas, dice: “El que avisa, no es traidor”, y la señora de Kirchner ya avisó.

Don Hugo “Camión” y los sindicalistas de todo pelaje se unieron, en un movimiento que no recuerda precedentes en el período kirchnerista, para defender al “Pollo”, ya que comprendieron el mensaje y quisieron anticipar que no estarán dispuestos a tolerar, pacíficamente, perder su poder, que depende en gran medida de los recursos de las obras sociales, una de las posibles fuentes de recursos para sostener el “modelo” sin demasiados cambios y, sobre todo, sin ajustes. Ese movimiento le produjo, al Gobierno, el efecto del que habla el título de esta nota, ya que debió dar marcha atrás rápidamente y liberar, pese a las “contundentes” (don Anímal dixit) pruebas que obraban en su contra, al Pollo.

De cara a la ciudadanía en general, el manotazo no resultaría mal visto, dado el enorme desprestigio de los jefes sindicales, pero el precio deberá pagarse cuando los afiliados, acostumbrados a un trato similar –a veces, incluso mejor- que el que brindan las prepagas privadas, se vean obligados a concurrir a los hospitales a solicitar turnos a las cuatro de la madrugada.

Los diarios de ayer, domingo, coincidieron en publicar encuestas producidas, entre otras, por dos de las empresas que mayor respeto concitan: Poliarquía y Management & Fit. Todas auguran, como es ya natural, un nuevo y aplastante triunfo de Ella.

Si los números reales coinciden con esos análisis, doña Cristina se hará dueña de un poder omnímodo sobre el Estado entero. No sólo controlará, como es lógico, al Ejecutivo sino que, dada la gran cantidad de jueces designaciones recientes en lugares claves, como la Cámara de Casación Penal, también lo hará con el Judicial.

Con ello, el inefable Juez de pasado prostibulario se habrá convertido, simplemente, en un adelantado. A partir de octubre, con la renovación del contrato de alquiler de muchos de los jueces y camaristas federales, morirán todas las causas de corrupción que hicieron cosquillas al Gobierno: los fondos de Santa Cruz, el morboso enriquecimiento de los Kirchner y su entorno, las facturas y sobreprecios de Skanska, la droga en Southern Winds y en el avión de los Juliá, las valijas de Antonini Wilson, las coimas de Jaime y De Vido, las Madres y Schocklender, las mafias de todo tipo financiando campañas oficialistas, y tantas otras que resulta imposible enumerar aquí.

En el Parlamento, es cierto, le faltarán votos propios para acceder a las mayorías especiales que la Constitución exige para su reforma (si no es para obtener la perpetuación en el poder, ¿para qué otra cosa la querrían?), pero allí estarán el socialismo –ya ha manifestado su vocación-, el GEN, la izquierda, varios neo-conversos del ex PJ federal, y otros “aliados” circunstanciales para regalar o vender sus voluntades. Así, la República habrá dejado de existir.

De allí que el verdadero objetivo de quienes pretendemos que sobreviva debe ser llevar al Congreso a la mayor cantidad de diputados y senadores posibles, eligiendo bien –con lupa- a quien dar nuestro voto, aunque para ello haya que ir con tijera al comicio. Debemos elegir a aquellos que, por su trayectoria y su demostrado coraje, nos garanticen que no se venderán por treinta monedas de plata, sea bajo la forma de disimulados sobres, sea por contratos para su gente, y que cumplirán acabadamente sus mandatos.

Porque una concentración total, con un sistema de partido único, y un “modelo” que ya hace agua por todos lados –cuando estalle, la culpa seguramente la tendrán “los otros”, porque el oficialismo sostiene que está blindado y se niega a reconocer cuánto lo ayudó el viento de cola- se convertirán en armas infernales contra las libertades y hasta contra el derecho de propiedad.






Bs.As., 10 Oct 11






domingo, 2 de octubre de 2011

Encrucijadas

Encrucijadas











“No se sale adelante celebrando



éxitos sino superando fracasos”.



Orison Swett Marden











Resulta harto complicado escribir una nota que refleje todo lo que ha pasado en el país y en el mundo, y en mi cabeza, en las últimas semanas, ya que todo implica que, a partir del 24 de octubre, la Argentina y su Gobierno se enfrentarán a una serie de encrucijadas, en las que tendrán que optar, cada vez, por seguir un camino o el otro.

La más complicada que se nos presentará en los próximos meses tiene que ver tanto con la economía cuanto con la política. El “modelo” tal como está, recalentando tan artificialmente el consumo interno, está sustentado, como todos sabemos, en algunas bases que hoy están temblando –la soja y Brasil- o ya han desaparecido, como los superávits gemelos, las fuertes reservas del BCRA, las “cajas” públicas y el tipo de cambio competitivo.

La brutal fuga de capitales –desde 2007, se han ido US$ 75.000 millones- pudo financiarse, básicamente, por los enormes ingresos que el “yuyito” produjo. Sin embargo, para que el “modelo” pudiera resistir sin cambiar nada el esquema, se requeriría que la soja subiera un 20% por año, acumulativamente. Y hoy el precio está bajando.

Las razones para ese descenso son varias. Para que China, India y los “tigres” asiáticos continúen comprando, tienen que poder vender sus productos a mercados que, a su vez, están sumergidos en la crisis más profunda que recuerde el mundo desde 1930. Cuando comenzó, en 2008, era sólo financiera, pero ya se ha traslado a la economía real y, ahora, no hay experto que pueda garantizar cómo se comportará en adelante.

Entonces, si nuestros compradores lo siguen haciendo para alimentar a sus nuevas clases medias y evitar protestas sociales, seguramente lo harán a precios más baratos.

Desde otro ángulo, puede decirse que gran parte de la escandalosa suba del precio de la soja se debió al arribo a los mercados de futuros de grandes capitales especulativos, que han comenzado a retirarse, induciendo los precios a la baja. Para dar una leve idea acerca de qué significó esa presencia, baste decir que se negociaban, en sus mejores épocas, cantidades de soja diez veces superiores a las existencias físicas de la oleaginosa en el mundo.

Por su parte, Dilma Rousseff, una muy seria economista, ha comenzado a imponer en Brasil un leve enfriamiento de su economía, por terror al resurgimiento de una inflación desbocada que, en nuestro vecino, ha pasado a ser sólo un mal recuerdo. La desvalorización del real en casi 20% durante septiembre, es una pésima noticia para los argentinos y para la Casa Rosada en particular.

Si le sumamos la frontal oposición de los Estados Unidos –que han informado que saldrán a buscar aliados para su postura- a que Argentina pueda obtener créditos de los organismos multilaterales por la falta de propuestas para los holdouts y el incumplimiento de las sentencias condenatorias del CIADI –el Gobierno se comporta frente a ese tribunal internacional como lo hace con la Corte Suprema-, y la imposibilidad de acceder a los mercados voluntarios de crédito por la falsificación de estadísticas, la inexistencia de seguridad jurídica, la corrupción y la falta de acuerdo con el Club de París que, además, impide a los extranjeros vender y financiar sus exportaciones, ya que no pueden obtener seguros para esos contratos, tenemos un feo panorama por delante.

En resumen, nuestro país está sumamente complicado y, para enfrentar la crisis global, parece no contar con herramientas adecuadas y, mucho menos, con funcionarios verdaderamente idóneos para conducir el timón económico en épocas de grandes tormentas. Con tocar la guitarra en recitales de rock parece no bastar.

De allí la encrucijada: el Gobierno deberá decidir, en breve plazo, si opta por modificar el “modelo”, ajustándolo a la realidad mundial y disminuyendo drásticamente el gasto público y la inflación, o por intentar continuar usando las mismas recetas populistas aplicadas hasta ahora.

Si su elección es la racionalidad –adelanto que no lo creo- las modificaciones deberán ser profundas. Ni la normalización del INDEC, ni la reducción de los subsidios, ni el sinceramiento de las tarifas, ni el reconocimiento de la inflación, ni el acuerdo con el FMI, ni el arreglo con el Club de París y con los holdouts serán fácilmente “vendibles” a una ciudadanía que verá dispararse la inflación y a la cual habrá que tocarle el bolsillo.

Por el contrario, si se elige el camino de la “profundización del modelo”, es obvio que deberá buscarse la financiación del disparate en otros sitios, puesto que las cajas “normales” –el BCRA, el Banco Nación, las AFJP’s, la ANSES- ya han sido saqueadas. Las preguntas que surgen, en este caso, son otras: ¿cómo reaccionarán los mercados si se estatiza el comercio de granos?, ¿cómo actuará el escaldado depositante argentino si se nacionalizan los depósitos bancarios? o ¿qué dirán los gremios si se pasan al Estado las obras sociales sindicales?

La realidad es que cifras como la que obtendrá doña Cristina dentro de exactamente tres semanas –ya me imagino a Eduardo Feinman, a las 18:00, cantando el porcentaje final, aún antes del cierre del comicio- sirven para mucho, sobre todo en esta Argentina que, por obra y gracia del “cristi-kirchnerismo”, carece de instituciones. Sin embargo, ningún alud de votos puede torcer las leyes de la economía, tan inmutables como la de gravedad.

Desde el punto de vista político, parece estar claro que el 23, con las verdaderas elecciones generales –para las cuales el oficialismo está en una inmejorable posición a partir de haber “vendido” psicológicamente su arrasador triunfo en las pseudo primarias-, serán firmadas las partidas de defunción de partidos y de figuras, a las que su edad y la suma de papelones llevarán, sin remedio, al ataúd de la historia chica.

La primera encrucijada, por peso específico, corresponde al peronismo. El PJ, en todas sus variantes –Perón, Cámpora, Lastiri, Perón, Isabel, Menem, Puerta, Rodríguez Saa, Caamaño, Duhalde, Kirchner y Fernández-, ha gobernado la Argentina –desde 1930- el 39% del tiempo; desde 1946, el 48%; desde 1974, el 57%; y desde 1983, el 72%. Efectuado ese cálculo, surge obviamente una pregunta: ¿qué responsabilidad le cabe en el derrumbe de la Argentina y en el empobrecimiento de su población, en la destrucción de la educación y de las instituciones?

Hace meses, en una mesa semanal del “peronismo federal”, expuse de viva voz mi convicción de la necesidad de dejar de lado la danza infernal de nombres que el proceso electoral había desatado a partir de la muerte de don Néstor (q.e.p.d.) para trabajar todos juntos en la refundación de la nación desde sus más profundos cimientos. Plasmé esa idea en una nota, a la que titulé “Es hora de hombres, no de nombres”, que puede verse en mi blog. Dije, además, que la sociedad atribuía a esa formación disidente el canto de guerra “No me dejen afuera”. Demás está decir que el tiempo y el resultado del 14 de agosto corroboraron esa afirmación.

Es claro que, a partir de su definición como “movimiento”, todo pareció, hasta ahora, serle permitido. Tanto como que pudiera expresar desde un disfraz de liberalismo corrupto hasta un maquillaje de izquierda para un “modelo” de saqueo y apropiación.

La encarnación actual del PJ en la figura de doña Cristina (el “federal” se ha vaciado, a fuerza de comprar garrochas), que ocupa sola todo el horizonte político y no permite que nadie descuelle a su alrededor, hará que, cuando le llegue el turno de entregar el poder, por las buenas o por las malas, ese “movimiento” se encontrará, por primera vez en su historia, sin un líder a quien seguir. Es posible, así, que el matrimonio termine por hacerle un gran bien a la sociedad, ya que la obligará a asumir el control de su destino.

En lo que al radicalismo respecta, la situación del centenario partido no parece ser mejor, toda vez que la rigidez de su estructura, y la falta de propuestas, llevó a que el aparato impusiera un candidato clonado de un pasado ya demasiado antiguo, dejando en el camino a otros que, con toda seguridad, hubieran hecho un más serio papel, como Ernesto Sanz.

Ricardo Alfonsín, pese a la acertada elección de Javier González Fraga como candidato a Vicepresidente, nunca consiguió la adhesión de quienes buscaban una real alternativa al “modelo” oficialista, ya que carece del espíritu de lucha y la vocación brutal que son condiciones esenciales de cualquier político con aspiraciones de poder. La suma de esos factores, también hará que el radicalismo desaparezca del futuro y, en el fondo, tampoco eso resultará una mala noticia.

El socialismo, que ha acompañado todos los disparates de don Néstor (q.e.p.d.) y de doña Cristina en el Congreso, intentó una alianza contra natura que, sin embargo, le permitió a duras penas conservar el poder en Santa Fe, pero que no ha conseguido insertarse en la realidad nacional, ya que es percibido, por esa conducta errática, como un “kirchnerismo con buenos modales”.

La izquierda más recalcitrante, desde el Sur, de “Pino” Solanas, hasta el Frente de Izquierda, de Altamira, pasando por el MAS o el PO, nunca conseguirá llegar por la atomización y la centrifugación que la radicalización filosófica de sus propuestas le impone. Cada vez que consigue unirse, estalla como una burbuja al minuto siguiente. Puede acompañar, pero nunca obtener más que un muy escaso caudal de votos, a pesar de la notoria militancia en la calle.

Y el PRO, que debiera ponerse al frente de la oposición sensata, tiene una conducta y un discurso vergonzantes, amén de no haber podido construir, todavía al menos, una estructura nacional.

De esas constataciones se desprende, precisamente, la necesidad imperiosa de construir, en la Argentina, una nueva estructura de centro-derecha, que ofrezca a la ciudadanía sensatez y sentido común y, sobre todo, que asuma su condición de tal con orgullo y sin miedo a lo políticamente incorrecto.

Algunas más urgentes, otras más importantes, todas esas encrucijadas poner a nuestro país ante un escenario complicado.

Falta, únicamente, saber cómo reaccionará la ciudadanía cuando las penurias lleguen a sus bolsillos y, sobre todo, cómo actuará, en esa circunstancia, el grupo de “jóvenes idealistas” reciclados y enriquecidos inexplicablemente. Porque lo único que puedo afirmar hoy es que doña Cristina y sus cómplices no se comportarán como Alfonsín –cediendo anticipadamente el poder-, ni como Menem –que entregó pacíficamente loas atributos a su sucesor-, ni como De la Rúa –que huyó en su helicóptero-, ni como Duhalde, que acortó su mandato ante la inminente conmoción social.

Como digo, tiempos complicados tenemos delante.










Bs.As., 2 Oct 11


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