domingo, 29 de diciembre de 2013

El año en que el “relato” murió



El año en que el “relato” murió

“La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento como para comprar a otro, que ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse”. Jean-Jacques Rousseau

Como una ominosa metáfora de la actualidad, el suelo sobre el cual fue construido ese monumento a la corrupción y a la impunidad, el faraónico mausoleo que alberga los restos de don Néstor (q.e.p.d.) en Río Gallegos, ha cedido, y la estructura entera corre peligro de derrumbe.

Entre los meses de agosto y octubre, la marcha triunfal del Gobierno comenzó a flaquear, más allá de los discursos altisonantes que la Presidente nos propinó antes de que su salud la hiciera retirarse a cuarteles de invierno, de la mano de una ciudadanía que, mayoritariamente, dejó de creer en el “relato” oficial. El guante del reiterado desafío –“si quieren el poder, formen un partido y ganen las elecciones”- que la Reina y sus aplaudidores lanzaban contra los no kirchneristas, fueran éstos industriales o medios de prensa, fue recogido por Kolynos Massa en la Provincia de Buenos Aires, y llevó a la Casa Rosada a la peor derrota política de la década.

Una de las principales –y, como otras, absolutamente falsa e hipócrita- bandera de ese “relato”, la política oficial de derechos humanos, contrastó con la inexplicable insistencia presidencial en ascender al Gral. Milani al grado máximo del escalafón; a ese tema me referí, in extenso, en la última nota, pero el allanamiento que sufrió el Espión esta semana en sus oficinas, más allá de su inutilidad, sirvió para dejarlo en el más absoluto ridículo.

El fin de año trajo, como es habitual cuando aquí la temperatura sube, cortes de energía que dejaron a vastas zonas de la ciudad de Buenos Aires y su Conurbano a oscuras y sin agua. El Gobierno intentó transferir toda la responsabilidad a las empresas concesionarias de la distribución, que ya están intervenidas por el Estado, y llegó a amenazarlas con la resolución de los contratos, tratando de ocultar la verdad: éstas trabajan a pérdida, producto del insano congelamiento de tarifas vigente hace diez años; los subsidios –que, en lugar de ser a los consumidores de menores recursos, se da a las compañías de servicios públicos (distribuidoras y generadoras, líneas de transportes, etc.)- sólo cubren los gastos operativos y, por supuesto, los “retornos”; no permiten dedicar un centavo a las inversiones necesarias para mantener una cierta normalidad en las prestaciones. Llegó al absurdo el Ministro Julio DeCobrado, al decir que la insuficiencia en el suministro eléctrico se debía a un crecimiento inusual de la economía, o sea, ¡nos quedamos sin luz porque nos va muy bien! Como digo siempre, es obvio que podemos soportar que nos tomen por imbéciles pero que, además, nos toquen el hombro y nos llamen así ya me parece demasiado.

Desde ya, no ayuda a la imagen presidencial –como no lo hizo, precisamente, su murguera aparición durante los saqueos- que haya decidido salir de escena y refugiarse, en silencio, en su “lugar en el mundo”; llegó al extremo de omitir el tradicional saludo navideño a la sociedad. En los piquetes, muchos de los entrevistados se lo hicieron saber a los gritos, remedando los reclamos de los familiares de Cromagnon, de Once, de las inundaciones de La Plata.

Mal que les pese a los críticos de las décadas pasadas, en especial la de los 90’s, los argentinos habíamos accedido a un moderno sistema telefónico móvil, a una capacidad industrial inédita, a un parque de generación suficiente para atender nuestras necesidades y nuestro crecimiento, a un enorme horizonte de reservas de gas y petróleo y disponíamos de una infraestructura de transporte que, si bien no era en absoluto ideal, al menos era diez años más joven.

Pero lo que, innegablemente, se transformó en la lápida que cubrirá la tumba del “relato” en la que, más temprano que tarde, será enterrado el kirchnerismo -y, tal vez, hasta el PJ-, en el marco de este proceso de “estanflación” que estamos viviendo, lo constituyó el informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (OSDA), dependiente de la Universidad Católica Argentina. Después de años (2002/2006) de inédito crecimiento, y de una década durante la cual el Gobierno recaudó la escalofriante suma de novecientos mil millones de dólares (sí, US$ 900.000.000.000.=), los números y los hechos hablan por sí solos.

Hoy, más de diez millones de personas (25% de los argentinos) son pobres, no tienen empleo formal, ni educación, ni vivienda digna ni salud pública. Alrededor de tres millones están mal nutridas; el 10% no tiene agua corriente y el 30% no tiene cloacas. En materia de educación, las cifras son escalofriantes: 37% de los jóvenes no termina el secundario y el 20% es “ni-ni”, es decir, no estudia ni trabaja; ello implica que no tendrán inserción alguna en el mercado. El 12% de los chicos de entre 5 y 17 años desarrolla algún tipo de actividad laboral, y el 20% de los hogares argentinos necesita de subsidios oficiales para sobrevivir y, de ellos, el 25% no llega a acceder a la canasta alimentaria básica. El índice Gini, que mide la diferencia entre los más ricos y más pobres, ha empeorado sensiblemente, y la violencia y la droga, como se ha visto hace pocos días, ocupan gran parte del universo estudiado.

El OSDA dice que la inflación y la falta de creación de empleo formal ha llevado la pobreza, este año, a superar el 25%. Las mediciones del INDEC son desmentidas no sólo por diferentes entidades que estudian el tema social sino por la misma realidad; según FIEL, por ejemplo, el precio de la canasta básica de una familia tipo no baja de los $ 3900 mensuales ($ 2200 para alimentos), un ingreso por debajo del cual deben ser considerados pobres, mientras que el INDEC establece ese parámetro en $ 1750 (¡sólo $ 769 para comer!).

La mera comparación entre el nivel de vida de los pobres e indigentes con la de los mayores recursos está generando un caldo de cultivo más que apto para el desarrollo de todos los virus que resultan letales para cualquier sociedad, como lo prueban los hechos de violencia y muerte que han enlutado al país en los últimos días. De todo ello, no sólo es responsable el kirchnerismo sino todos los gobiernos populistas que lo precedieron, que recurrieron a la descarada compra de votos mediante los subsidios indiscriminados y los planes sociales distribuidos por los punteros de turno.

Por los “dibujos” que realiza el organismo oficial, la Argentina dijo que crecerá entre 5 y 6% el año que viene, y eso hará que nos veamos obligados a pagar una monstruosa cantidad (entre US$ 4000 y US$ 5000 millones) a los tenedores de bonos atados al PBI, que sólo quienes sabían que podían modificar las cifras compraron. Ese pago no debiera realizarse, ya que ni los más entusiasmados optimistas creen que se pueda crecer más del 2%, y sólo confirma que, aquí, el nivel de corrupción imperante ya constituye un verdadero genocidio, un delito de lesa humanidad.

La inflación, ese impuesto no legislado que pagan los más pobres, como definió Milton Friedman, carcomió hasta el hueso la encarnadura del voto cautivo que tanto rédito le dio al Gobierno durante estos diez años, y el problema se agravará el año próximo porque se insiste en incrementar el gasto público y la emisión desaforada. Si el 2013 deja algunos puntos de arrastre en la suba de precios, llegaremos a diciembre de 2014 con porcentajes que se parecerán mucho a la espiralización, con la cual muchos de nosotros, los que contamos con más de cuarenta años, hemos convivido y que terminó arrasando a la sociedad entera.

Si tiene interés en conocer una síntesis de los fundamentos del tan polémico fallo que absolvió a Fernando de la Rúa y a todos los imputados por el caso de los sobornos en el Senado, otra novedad de la semana, puede verlos clickeando en http://tinyurl.com/kktbyfk.

En fin, despidamos el año con algunas esperanzas, sobre todo que, entre el menú de candidatos que la dirigencia política ofrece, surjan algunos capaces de unirse y diseñar un plan social y económico de largo plazo, que proponga metas a alcanzar no el año próximo, ya que resultaría increíble, sino en los años venideros; para ello, restaurar la seguridad jurídica, de la mano de una Justicia seria, independiente y rápida, y la reparación del tejido social, tan destruido por esta década viciada, se convertirán en las herramientas prioritarias.

Sólo me resta expresarle mis deseos de la pronta superación de esta temporada de tanto calor y, para usted y los suyos, el mejor 2014 posible, que aquí, en la Argentina, no será mucho.


domingo, 22 de diciembre de 2013

El Inmundo Strip-Tease de la Reina


El Inmundo Strip-Tease de la Reina


“Se supone que la política es la segunda profesión más antigua de la Tierra. He llegado a la conclusión de que guarda una gran semejanza con la primera”. Ronald Reagan


La mugre alcanzó ya, públicamente, a la Presidente, que se debate a los manotazos para evitar ser tragada por la repugnante ciénaga en la que la corrupción de su “década ganada” la ha colocado. Alconada Mom, por fin, ha demostrado, más allá de cualquier duda, que todos, todos son Ella. Y esa es la razón de los desplazamientos de Righi, Rafecas, Rívolo y, ahora, Campagnoli, de la persecución a Marijuán, de las pretensiones de “democratizar” la Justicia y de domesticar a los medios de prensa, cuando produjeron avances sobre los segundones de la banda delictiva que nos gobierna.

En esta semana me he preguntado muchas veces qué clase de sociedad somos los argentinos o, al menos, en qué nos hemos convertido. Supongo que puede haber muchas respuestas, en especial después de ver a honestos vecinos y clientes que, hasta el día anterior, hacían sus compras en los comercios de su barrio y, sin que mediara una causa eficiente, se dedicaron a asaltarlos, o a los vándalos que se introdujeron en nada menos que dos mil viviendas de Córdoba, destruyendo y robando todo a su paso.

Pero mi pregunta va más allá, y se vincula con la tolerancia generalizada a la corrupción de Cristina Kirchner y sus cómplices y testaferros. Porque, reconozcámoslo, aquí ni siquiera puede aplicarse la filosófica frase brasileña: “roban, pero hacen”. Los cortes energéticos desnudaron la depredación a que ha sido sometida la Argentina por los Kirchner, pero los crímenes en que han incurrido deben incluir el deterioro de toda la infraestructura nacional, es decir, carreteras, ferrocarriles, generación, transporte y distribución de energía eléctrica, la desaparición del autoabastecimiento de gas y petróleo, las comunicaciones, el marcado quebranto de la educación y de la salud, la falta de viviendas, el narcotráfico, la inseguridad cotidiana, la indefensión del país, su aislamiento del mundo, el vaciamiento del Banco Central y de la ANSES, la proliferación del juego, etc.

¿Por qué seguimos aceptando, calmos y en silencio, la orgía inmunda de corrupción que el Gobierno exhibe, con desparpajo, cada día? ¿Por qué la ciudadanía no sale a la calle a buscar, casa por casa, hotel por hotel, country por country, a los desalmados ladrones que, en pos de enriquecerse como modernos cresos, no dudan en matar a tantos connacionales? Porque de eso se trata; cada dinero público que se roba en las licitaciones de rutas, usinas o represas, en el inexistente mantenimiento de los tendidos eléctricos y ferrocarriles, en publicidad oficial, en Aerolíneas Argentinas o en Fútbol para Todos es dinero que falta en esos caminos, en esas redes eléctricas, en vías férreas y puertos, en los hospitales, en viviendas, en escuelas y, sobre todo, en el sostenimiento de aquellos ciudadanos a los cuales el crecimiento del país olvidó.

¿Por qué no nos dejamos de usar circunloquios para ocultar, y ocultarnos, lo que sucede? Como decía Perón, “la realidad es la única verdad”, y la verdad pura y dura es que todos, todos (Lázaro Báez, Cristóbal López, Eskenazi’s, Ferreira, De Vido, Jaimito, Cirigliano, Boudou, sus secretarios privados, su jardinero, sus ministros y tantos otros) son Ella misma. Este es un régimen monárquico y absoluto, en el que sólo roba –o habla- el que recibe autorización expresa para hacerlo. Pensar que Guita-rrita, por ejemplo, inventó el affaire Ciccone solo, para beneficiarse en forma personal, es una estupidez sin nombre y, como tal, carece de sentido y de lógica. O que Jaimito fuera el destinatario final de los retornos que los concesionarios, socios del poder, entregaban antes de recibir cada cheque de subsidios.

El mayor de todos, sin embargo y por las consecuencias trágicas que ha producido en materia de dependencia energética, pérdida de reservas e inflación, fue la aventura que llevó a Kirchner, para robarse YPF, a hacer que Repsol –que accedió más que encantada- “vendiera” a la familia Eskenazi (en realidad, a una empresa australiana cuyos dueños son desconocidos oficialmente) el 25% de la empresa, le entregara la administración y la depredara hasta la extenuación.

El miércoles, un Senado que hace diez años dejó de ser honorable, aprobó el pliego del ascenso de Milani al grado de Tte. General. Para ello, hizo oídos sordos a los reclamos en contra del CELS y de las Madres de Plaza de Mayo de La Rioja y Tucumán, y desconoció los procesos de violación de derechos humanos y de enriquecimiento ilícito en los que el militar está imputado. Por pedido expreso de doña Cristina, la semana anterior el Espión había recibido el inesperado apoyo de la inefable Hebe Bostafini quien, como moneda de cambio por publicar en su revista la foto de ambos prácticamente a los besos, obtuvo que el Ministerio de Justicia le sacara del fuego presupuestario a su pseudo Universidad de las Madres y de los tribunales a Sueños Compartidos.

Pero lo relevante fueron los senadores que votaron a favor del cuestionado militar, que sostuvieron que debía regir el principio de inocencia, el mismo que, durante los últimos diez años, se ha negado en forma sistemática a aplicar a más de mil oficiales, la mayoría con una edad que supera los setenta años, que se encuentran detenidos en cárceles comunes sin sentencia; como prueba de ellos, hay marinos condenados sólo porque, como tenían destino militar en Buenos Aires, dormían en la ESMA y, por ello, los jueces presumieron que “debieron haber sabido lo que sucedía”. También es necesario recordar que doña Cristina y la Abuelita, con la complicidad de una Juez permeable, mantienen abierta la causa en la que se imputó a la señora de Noble como apropiadora de sus hijos adoptivos, pese a que el ADN de éstos ya ha sido comparado con todos los registros de los desaparecidos.

Es decir que, con el presidencial e irrestricto apoyo al pliego del General, la Reina se quitó el último velo en el que los Kirchner se arroparon, la hipócrita y arbitraria política de los derechos humanos, y acentuó la desnudez que hoy sólo La Cámpora y energúmenos como D’Elía encuentran atractiva.

Ya se había desprendido de todo signo de humanidad al negar los crímenes de Cromagnon, de Once, de las inundaciones de La Plata o de los saqueos, llevando su impudicia al escenario de Plaza de Mayo, bailando al son de una murga carnavalesca, mientras catorce nuevos argentinos engrosaban el inventario interminable de muertos –muchos no contabilizados- que hubiera debido, más que el fallecimiento de don Néstor, enlutar al kirchnerismo.

Ya nada queda, y la Reina está desnuda. Sin embargo, como Atila, seguirá avanzando, haciendo daño y destruyendo lo poco que queda de la República que supimos ser, como lo demuestra con la designación de muchos conjueces que le responderán irrestrictamente a la hora de juzgar los delitos de corrupción, y llevará con ella al país entero a caer a un precipicio mucho peor, por la destrucción del tejido social y de la concordia ciudadana, a aquél que nos tragó en el año 2001.

Que Jesucristo, Señor de la Historia, con su infinita misericordia, nos permita evitar ese trágico sino en esta Navidad. No dudo que SS Francisco está rogando por nosotros, pero será necesario que un milagro se realice para que Ella reaccione y lo ayude.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Fiestas, Mariposas y Tsunamis



Fiestas, Mariposas y Tsunamis

“Sospecho que el mejor antídoto para ese dolor –causado por quien monopoliza tu patria y emplea sus símbolos, su historia y sus recursos para reprimirte y desprestigiarte- es escribir sobe la experiencia misma que originó el dolor” Roberto Ampuero

Resulta ineludible referirse a la extraña celebración de los treinta años de ininterrumpida ¿democracia? que el Gobierno nacional perpetró el martes en dos etapas: el extraño e indignado discurso presidencial y el baile de Cristina que, mientras rezaba laicamente “que la muerte no me sea indiferente” permitía la incorporación de nuevos nombres a la luctuosa lista que la politiquería barata y la mala praxis confeccionaba desde Córdoba, primero, y luego desde Tucumán, Chaco, Entre Ríos, La Pampa, Catamarca, La Rioja, Neuquén, Tierra del Fuego, Río Negro, Santa Cruz, Santa Fe, Jujuy y hasta el Conurbano bonaerense.-

La autorefenciación ha sido una constante de la década kirchnerista, pero la reaparición de la noble viuda en un acto público luego de sus problemas de “capocha” se produjo pocos días después que se conocieran los resultados de las pruebas PISA y que comenzaran los saqueos en la Docta. Por eso, llamaron la atención varias frases que, con ceño fruncido y mucho rencor, salieron de la boca presidencial, tan maquillada. Entre los logros que prolijamente enumeró se refirió a la donación –con plata de los jubilados- de varios millones de computadoras y un mayor destino presupuestario para la educación; que esas bondades fueran correspondidas por una notoria caída en la calidad de la enseñanza parece que no ha tenido que ver con este Gobierno y, sobre todo, con la forma de ejercerlo, ya que nada dijo al respecto.

Pero la cima fue alcanzada por doña Cristina cuando relató que trabajaba desde los dieciocho años, y que nunca se le había ocurrido robar un televisor mejor que el que tenía. Es cierto, por supuesto, pero omitió reconocer que, con su marido, se robaron el país entero; no hizo comentario alguno a la masiva corrupción del régimen que encabeza, y al injustificable crecimiento patrimonial que registra su familia ya desde la época de la Intendencia de Río Gallegos; su Vicepresidente, el inefable Guita-rrita, no sólo continúa alegremente en libertad sino que, para propinar una nueva ofensa moral al mundo entero, se lo designó para asistir a las exequias de Nelson Mandela, una de las personas más inobjetables del escenario global.

La frutilla del postre fue la suspensión, orquestada por ¡Giles! Carbó, del fiscal Campagnoli por haber cometido el crimen de lesa majestad de investigar a Lázaro Báez, testaferro y socio de la familia presidencial. La ausencia notoria de la ciudadanía de la protesta callejera previa a este nuevo atentado contra la República equivale a la falta de preocupación general por la ley de autoamnistía de los funcionarios o por la modificación del Código Civil, que tampoco generó una generalizada reacción popular, pese a que el texto altera toda la forma en que los argentinos convivimos.   

Pero volvamos a la razón del título de esta nota. Una mariposa aleteó originalmente en Córdoba; cuando el viento generado por sus alas se transformó en una tormenta, el Chino Zannini, por orden de la Presidente, se negó a enviar la Gendarmería y permitió que vándalos arrasaran con la tercera ciudad del país. Pero la mala leche que, con torpe praxis, pretendía destruir sólo al Gallego de la Sota terminó, en pocas horas, por incendiar el país entero; en Catamarca, sobre todo, estuvimos al borde de presenciar una guerra abierta entre policías locales y las fuerzas nacionales.

El más que razonable aumento de sueldo –y el blanqueo de gran parte de éste- a los miembros de las policías provinciales, obtenido con formas extorsivas, agregó fuerza a ese fenómeno “meteorológico”, y desató un tsunami de incalculables consecuencias fiscales; cuando llegue a las costas financieras de este país exhausto por el latrocinio gubernamental arrasará, más temprano que tarde, con lo poco que aún sigue en pie, de la mano de los reclamos salariales de los gremios que ven cómo la voraz inflación deglute cualquier conquista; para confirmarlo basta con recordar que el Estado, en sus tres niveles, ha sido el único generador de empleo en los últimos años.

La solución, ya que Obama sigue negándose a prestar su maquinita de imprimir dólares, sólo podrá llegar de la mano de una mayor emisión de roca’s y evita’s. Si pensamos que este año cerrará con un aumento real del 30% en la inflación –algunos analistas hablan de 32%- el mero arrastre hará que, en 2014, llegue al 40%; uno de los mayores economistas nacionales ratificó esa afirmación, pero agregó algo más preocupante aún: “será del 40% sólo si hacen todo bien”, algo no esperable de este grupo de incapaces.

Hace mucho tiempo que pronostico que, cuando finalmente éstos se vayan, por las buenas o por las malas, dejarán tierra arrasada; inclusive, mencioné alguna vez a Nerón y su incendio de Roma. El Estado continúa desertando de sus obligaciones, y ello ha obligado a los ciudadanos a reasumir algunas potestades que le había delegado, como se vio cuando se vieron forzados a armarse en defensa propia; el panorama que se presenta hoy no permite encontrar demasiados resquicios para la esperanza.

No quedan organismos de control que puedan terminar con la fiesta del masivo saqueo kirchnerista, la Justicia federal brilla por su ausencia y los opositores (no hay oposición) se mueven en su universo personal, sin atinar siquiera  a reaccionar frente a un Gobierno que conserva una enorme capacidad de daño y los borra de la agenda cotidiana.

Los logros de la década pueden medirse en la pérdida de nuestra preponderancia en carnes y trigo, en la crisis energética, en la desbocada inflación, en la desaparición de las reservas del Banco Central y de los fondos de la Anses, en el aislamiento regional e internacional, en la brutal presión tributaria, en el crecimiento negado de la pobreza y de la indigencia, en el deterioro educativo, en el desorden generalizado, en la destrucción del tejido social, en la indefensión de nuestras fronteras y el crecimiento exponencial del narcotráfico, en el millón de jóvenes “ni-ni”, en la pauperización de las economías regionales, en la indiscriminada inmigración y su consecuente crecimiento de las villas de emergencia.

Despedir a Patotín tampoco ha significado un cambio en el Gobierno ya que, después de los cambios cosméticos introducidos por la señora de Kirchner en su gabinete, la burla mayor llegó el viernes, de la mano del INDEC que ahora conduce el Bambino Kiciloff, para el cual una familia tipo cuyos ingresos superan los $ 750 mensuales, no es indigente y, si recibe más de $ 1.750, tampoco es pobre. Como esa estructura familiar tiene cuatro miembros, la información oficial establece que con menos de US$ 0,62 diarios se sale aquí de la miseria, y con US$ 1,50 por día se pasa a integrar la clase media. ¡Ni en los tigres asiáticos se registran tan bajos niveles de ingresos familiares!

Que todo esto se haya producido, como bien dijo la Presidente en su discurso, en el período de mayor crecimiento económico del país en los últimos cien años, no hace más que agravar la condena que debemos imponer a quienes tanto han delinquido y tanto han atentado contra la República y la Constitución. Como son conscientes de ese futuro de cárcel e iniquidad que los espera, me permito pronosticar que sólo hemos visto, hasta hoy, una pequeña punta del iceberg contra el cual harán chocar a la Argentina.




domingo, 8 de diciembre de 2013

Recuperando Potestades



Recuperando Potestades

“Es estúpido dejar las decisiones sobre economía a aquellos que no pagarán precio alguno por equivocarse”. Thomas Sowell 

Cuando el hombre comenzó a vivir en comunidad y para evitar que continuara rigiendo la ley de la selva, naturalmente cedió algunas de sus libertades y derechos a algo superior, que dio en llamarse, mucho después, “Estado”. Así, a cambio de renunciar a ellos, le encomendó –y le exige- que se ocupara de su defensa, de su seguridad, de su educación, de su salud y de la Justicia; como parte de ese contrato tácito, paga al Estado los impuestos que le permitan soportar esas tareas. También le delegó la organización de las relaciones entre los individuos que componen la sociedad.

En la Argentina actual, y pese a que ese contrato sigue teóricamente rigiendo, apoyado en la Constitución y en el Código Civil, el Estado ya había desertado, y los ciudadanos estamos sometidos a la indefensión como nación, a la cotidiana inseguridad, a la falta de salud, de educación y a la falta de Justicia, por lenta y por sometida al poder de turno. Nos vemos enfrentados a soportar doblemente el costo de contar con esos beneficios elementales, ya que seguimos pagando impuestos pero, además, tenemos que hacer frente al costo de la contratación privada de vigiladores, colegios y prepagas médicas para subsanar esa ausencia estatal.

En estos días, en Córdoba, se vio a ciudadanos encaramados a los techos de sus viviendas y negocios, o nucleados atrás de barricadas, armados y dispuestos a defender con su vida –dada su inexperiencia- sus bienes ante las hordas que destruían todo a su paso. Sin darse cuenta, reasumieron una potestad que habían transferido, por ese acuerdo originario, al Estado, ya que éste había desertado y se encontraban en total desamparo frente a la violencia desatada.

Esta situación representa un salto cualitativo, hacia atrás, respecto a todos los conflictos sociales que los argentinos hemos soportado en los últimos años y, seguramente, continuará in crescendo, por el triste papel que desempeñaron, durante esas horas trágicas, quienes tienen a su cargo ejecutar las tareas que son propias del Estado. Doña Cristina in absentia, Anímal y hasta Randazzo hicieron fila para pegarle al Gallego de la Sota, lavándose las manos respecto a la crisis que la “década ganada” había generado y que, como vimos por televisión, estuvo a punto de convertirse en una tragedia. Al negarse a enviar a la Gendarmería –Super Berni lo ordenó, pero el Chino Zannini lo desautorizó- el cristinismo, una vez más, dio una muestra cabal de la confusión que en su concepto existe entre Gobierno y Estado; en ella, tal como lo confirmó un patético Coqui Capitanich invocando al federalismo constitucional, las fuerzas federales sólo pueden actuar cuando quien solicita su auxilio es un obediente seguidor de los dictados de Olivos. ¡Qué pena que ese mismo federalismo sea olvidado a la hora de repartir ingresos fiscales!

Se me ha preguntado, desde el momento de los hechos, si los saqueos estaban organizados por algún malparido con intencionalidad política. La respuesta contiene dos aseveraciones: sí lo estaban, y en esa organización seguramente participaron narcos, pero tuvieron esa magnitud porque existe un caldo de cultivo que favorece la protesta. Detrás de los primeros enmascarados, que robaban plasmas y alcohol, necesariamente hubo multitudes crispadas y enojadas, que padecen diariamente esta demencial política económica, que ha llevado a que el verdadero índice de precios (el de los changuitos de supermercado) se haya disparado a partir de noviembre, lo cual llevará la inflación anual a superar el 30%.

El Gobierno avivó la inquietud social con tres anuncios convergentes: no acepta pagar el bono que todas las centrales gremiales solicitan para fin de año, descontará el impuesto a las ganancias sobre la segunda cuota del aguinaldo y mandó a imprimir, en la Casa de la Moneda y en Ciccone, ciento cuarenta millones de billetes de cien pesos para hacer frente al pago de esa segunda cuota a los empleados públicos.

El desprecio que los funcionarios tienen por la inflación (a la que ningunean), la carencia de un plan económico coherente –no se puede considerar como tal al nuevo congelamiento de precios que, dicen, regirá a partir de enero- y la monstruosa emisión monetaria, harán que el arrastre de este año lleve al índice de los precios a superar el 40% en 2014; el permanente drenaje de reservas, la obligación de importar cantidades mayores de combustibles más caros y el nuevo robo que cometerán cuando paguen el cupón atado al crecimiento del PBI (nada menos que US$ 5.000 millones), tampoco permiten ser optimista respecto a un cambio diametral en la toma de decisiones.

Pero, tal vez, el principal factor coadyuvante de lo que ocurrió en Córdoba haya que buscarlo en la anomia moral que hoy reina en nuestra sociedad. Todos los límites se han sobrepasado, y se ha impuesto el “sálvese quien pueda”.

El mundo entero está contemplando, con asombro y repugnancia, cómo la señora Presidente se mofa de todos, acumulando una fortuna personal cuyo crecimiento exponencial ni se molesta en explicar, como tampoco lo hace con las relaciones que mantiene con los personajes más oscuros de la escena nacional, como Lázaro Báez, Cristóbal López, Spolsky, Eskenazi, Ferreyra (Electroingeniería), sus secretarios y sus jardineros y tantos otros, enriquecidos por haber prestado sus nombres para encubrir los latrocinios de la pareja imperial.

El Vicepresidente, el inefable Guita-rrita, se robó, con sus cómplices Nariga Núñez Carmona y Vandermoco, la mayor imprenta del país, que tiene a su cargo nada menos que la producción del dinero. Además de hacerse enormemente rico, y seguir festejándolo a carcajadas, le cobró una comisión de siete millones a la provincia más pobre del país para renegociar su deuda con el Estado nacional, o sea, con él mismo.

Sin embargo, los jueces de Comodoro Py no han llamado a ninguno de ellos a prestar declaración indagatoria, y todos –hasta Jaimito- siguen libres y haciendo daño. Entonces, ¿no resulta razonable que alguien crea que puede robar impunemente un televisor o un coche de bebé? Si a los grandes delitos que los funcionarios de todo pelaje han perpetrado no les ha correspondido pena alguna, ¿por qué preocuparse entonces por la comisión de un hecho tan menor?

Para terminar de aguar las esperanzas de quienes creían que los cambios en el Gabinete traerían aparejada una mejor relación con la sociedad, con el mundo y con los mercados, el viernes –como ya ha sucedido en la Cancillería- se produjo la designación de un chico de La Cámpora para ocupar la jefatura de uno de los organismos técnicos para prestigiosos del país, el INTA. Sólo cabe esperar que el peronismo, que aportó los votos necesarios en octubre, se niegue a seguir convalidando la ocupación del Estado por estos niñatos corruptos y espléndidamente rentados, pero incapaces, siquiera, de ganar una elección universitaria.




domingo, 1 de diciembre de 2013

Tropezón y Caída en la Pasarela



Tropezón y Caída en la Pasarela

“No nos profeticéis lo verdadero, decidnos cosas halagüeñas; profetizad mentiras”Isaías, XXX, 10

El despido de tres de los integrantes del quinteto disonante que ¿condujo? la economía cristinista –el Ministro de Economía, la Presidente del Banco Central y el Secretario de Comercio Interior- constituyó una confesión ficta del fracaso de cuanto se hizo hasta la fecha; si no fuera así, ¿por qué se los habría cambiado? Pero, más allá de ello y, sobre todo, del aplauso que prodigo a varias de las nuevas políticas oficiales en tanto van en la dirección correcta para la reconciliación con el mundo y sus mercados, el “modelo” primero tropezó frente a la realidad y, ahora, se ha caído definitivamente de la pasarela en la que el “relato” lo ha hecho desfilar durante una década. Y en la caída sufrió una grave fractura cuyas reales consecuencias no es posible vislumbrar aún.

El reconocimiento de la necesidad de aceptar las sentencias del CIADI y las auditorías del FMI, arreglar con el Club de París y con Repsol, sincerar las estadísticas, devaluar sin que se note, etc., son medidas tendientes a buscar, a como dé lugar, los dólares que tanto faltan y que el Gobierno no puede imprimir ante la negativa de Obama a prestarle la maquinita a Cristina, Ciccone, Vandermoco y Guita-rrita. Como dije más arriba, estoy de acuerdo con todo ello, pero creo que presentará algunas dificultades.

Porque, presumo, aún para alguien tan eficiente en “vender” exitosamente disparates a su clientela como ha demostrado ser la señora Presidente, será difícil que los que le gritan “acá tenés los pibes para la liberación” y algunas organizaciones sociales que sinceramente adoptaron como dogmas religiosos los discursos del kirchnerismo acepten, sin protestas, rumbos tan contrapuestos   como los que ahora parece llevar adelante la Casa Rosada. Es más, si los llegaran a “comprar” dejarían expuesto que no acompañaron hasta ahora por ideología sino por meros intereses crematísticos, de esos a los que esta pseudo izquierda es tan afecta.

Por su parte, y tal como preveíamos, los opositores no consiguen siquiera aprovechar el cambio de agenda que la realidad impuso al discurso oficial, y sus mayores exponentes continúan perdidos a la espera de un rescate que los vuelva a impulsar hacia la superficie del magma en que se encuentran. Cuando surgió la disputa que debió ser la más acérrima, la discusión del Código Civil en el Senado, un silencio profundo fue la respuesta de quienes hubieran debido gritar su disenso y convocar a la ciudadanía a manifestarse en calles y plazas; no basta con que hayan dejado al oficialismo votando en soledad. Que el pueblo no sepa, en general, de qué se trata no sólo habla mal del Gobierno y del deterioro que, a pesar de los mayores recursos, se ha producido en la educación durante esta década, sino de quienes, liderando otras fuerzas políticas, hubieran debido explicar clara y universalmente la importancia del tema.

Lo más curioso, por supuesto, en esta semana aciaga para las esperanzas de futuro, fue la actitud inefable del Senador Miguel Pichetto –sí, ese que fue menemista, duhaldista, nestorista y cristinista, sucesivamente. y que, con el mismo fervor, apoyó la privatización y la confiscación de YPF- que aclaró que, pese a que no estaba de acuerdo con el proyecto de Código, lo votaría por “obligación política”. Si a quienes sostienen que el pejotismo sólo cambia de color para ser siempre el mismo –una máquina para construir y conquistar el poder, para lucrar desde él- les faltaba un argumento decisivo, el rionegrino les mostró a qué extremos se puede llegar y cómo funciona ese hilo conductor.

Mientras tanto, y dando una prueba más de su innata habilidad, el Gobierno sustrajo del proyecto de nuevo Código uno de sus temas más complicados –la irresponsabilidad civil del Estado y de sus funcionarios, a título personal, es decir, una verdadera autoamnistía- para transformarlo en una futura ley, que ya fue aprobada en Diputados y puede ser sancionada rápidamente, aún durante las sesiones extraordinarias. Un nuevo clavo se habrá puesto entonces en el ataúd donde yacen los restos de la seguridad jurídica nacional. La frutilla de este maloliente postre fue la propuesta de tantos nombres de abogados adictos (incluido quien fue letrado de Boudou) para integrar la Cámara de Casación Penal.

Y aquí llegamos al problema básico: hasta que no resucitemos una Justicia independiente y consolidemos ese “concepto horroroso” (según Kiciloff), no habrá medida que pueda superar la aversión que produce en los inversores el enorme riesgo que significa invertir hoy en la Argentina. Si, para muestra, basta un botón, la oferta oficial a Repsol de pagar con bonos que rinden el 8% anual en dólares permite confirmarlo, ya que Bolivia, Paraguay y Uruguay están hoy consiguiendo dinero fresco en el mundo a larguísimos plazos y a tasas que, en ningún caso, superan el 4%; por su parte, y como era de esperar, Repsol ha pedido mayores garantías que la mera firma de la señora de Kirchner, a quien no considera merecedora de crédito alguno.

Porque, debemos recordar, fue el propio don Néstor (q.e.p.d.) quien inventó a los Eskenazi en YPF para robarse el 25% de la empresa, y que el pago, garantizado por la firma del mismo Kirchner y de Patotín en el contrato, implicó no sólo la pérdida del autoabastecimiento energético sino la necesidad creciente de importar combustibles, primera razón de la inflación galopante actual. Más tarde, cuando falleció su marido e intentó proteger la fortuna familiar, la negativa de los testaferros a reconocer esa calidad llevó a la confiscación del 51% de la empresa y a la contemporánea ejecución de la deuda que los bancos y Repsol tenían contra quienes habían prestado su nombre para la maniobra.

En resumen, un cuento tan chino como los que nos contaron tantas veces y, ahora, el de los préstamos en yuanes que el Gobierno está tan entusiasmado en obtener, dinero que, si es que aparece, sólo podrá servir para comprar productos de la propia China, y que necesitará de un nuevo discurso épico para explicar que entonces será bueno que compitan contra los artículos fabricados aquí.

El cristinismo va a tratar de sobrevivir –y conservar libertad y fortuna- cambiando su aspecto. Dependerá, entonces, de la inteligencia de nuestros conciudadanos percibir qué hay detrás de los siete velos con los cuales, como las hetairas musulmanas, intentará esa supervivencia que, a mi modo de ver, ni siquiera el luto olvidado podrá garantizarle.