domingo, 30 de junio de 2013

¡Jueguen, pero al Scrabble!



¡Jueguen, pero al Scrabble!

“Si el conocimiento puede crear problemas, no es a través de la ignorancia que podemos solucionarlos”. Isaac Asimov

Ahora, que todos los pingos están en la cancha, la ciudadanía debería exigirles que, antes de la señal de partida –el 11 de agosto si, contra mi pronóstico, las primarias se realizan-, quienes han decidido “jugar”, o han sido elegido para eso, comiencen a traducir, en palabras, sus ideas y sus programas. Porque es una degradación -¡una más!- que la política en la Argentina sea sólo una lucha entre nombres y caras y no entre plataformas que expliciten qué hará cada uno de los candidatos si triunfa y accede al Congreso. Me parece una total falta de respeto al electorado exigir a éste que dependa sólo de su imaginación para descifrar los gestos de los postulantes.

Es cierto que este siglo XXI parece haber transformado la política sobre todo en una competencia de marketing, en la cual gurúes presuntamente exitosos son importados para conducir las campañas electorales, pero me parece un insulto grave a los votantes. Que expertos en publicidad y ventas decidan, sobre la base de encuestas, qué debe decir y cómo tiene que actuar quien los contrata para ganar habla muy mal de la política, esa que, cuando cumplía su verdadero rol, obligaba a todos a expresar ideas y proyectos, caminos y soluciones para los problemas reales de los ciudadanos.

Hoy, se construyen así candidatos que pueden servir tanto para un roto como para un descosido, transformándolos en envases sin contenido, y resulta más relevante una imagen que una plataforma; desde el Gobierno, pero también desde cada reducto opositor, se premia o se castiga a cualquiera no por lo que piensa sino sólo por cómo actúa en función de con quién se reúne, con quién conversa, con quién negocia y, sobre todo, con quién comparte una fotografía.

En función de esa inquietud, quiero formular algunas preguntas a los candidatos, para que cada uno de ellos arme, con las letras de las que dispongan, las palabras que nos expliquen, a quien deberemos votarlos, qué piensan hacer frente a cada problema concreto del país real. Pasaré a formular esas preguntas primarias: ¿Cómo se definirá Ud. y quienes lo sigan en la “lista sábana”  y qué medidas concretas adoptarán, …
1.     … frente a la Constitución Nacional, la estricta división tripartita de poderes y, sobre todo, a la posibilidad de la re-reelección?
2.    … frente a la necesidad de cambiar ese sistema de votación por la “lista única”?
3.    … frente a la definición y a la transparencia en la financiación de la política?
4.    … frente a la composición del Consejo de la Magistratura y a la forma de elección de sus integrantes?
5.    … frente a los organismos de control de la administración pública?
6.    … frente a la corrupción, la inseguridad ciudadana y, sobre todo, el narcotráfico, incluyendo el cuidado de nuestras fronteras?
7.    … frente al mundo, del cual cada vez estamos más alejados, incluyendo los problemas en el CIADI y en el Club de París y en las relaciones con Irán?
8.    … frente a la libertad de prensa y al reparto racional de la publicidad oficial?
9.    … frente a la economía, tanto en sus aspectos comerciales cuanto monetarios y en sus aristas internacionales, y cuáles serán los lineamientos generales en materia de participación e intervención del Estado en ella?
10. … frente al campo y a la industria, a la energía y a la minería, sobre todo en materia tributaria?
11.  … frente a la actual política impositiva, incluyendo la propia Ley de Coparticipación Federal?
12. … frente a la educación pública, en todos sus niveles?
13. … frente a la salud pública y a su infraestructura?
14. … frente a la defensa nacional y a las fuerzas armadas?
15. … frente a la política inmigratoria?
16. … frente a las recientes leyes de blanqueo y de lavado de dinero?
17. … frente a la inversión extranjera y al financiamiento de la infraestructura (caminos, trenes, puertos, comunicaciones y energía)?
18. … frente a la política de derechos humanos, pasados y presentes?
19. … frente a los subsidios, los planes sociales y la asignación universal por hijo?
20.… frente a la administración de las empresas públicas, como Aerolíneas Argentinas, Ciccone, Fabricaciones Militares, etc.?

Como usted sabe, tengo para cada uno de esos temas una propuesta y, por supuesto, la pongo a disposición para su discusión; las puede ver en “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/bla4n57).

Si bien es cierto que responder a estas preguntas básicas con claridad y con efectivo compromiso puede resultar doloroso para quien pretende obtener votos de todo el espectro ciudadano sólo mediante indefiniciones, vaguedades y sonrisas, o a través de inventados romances mediáticos, tendría el cierto beneficio de concitar el franco y permanente apoyo de quienes se sientan identificados con las ideas de cada candidato, además de mostrar respeto hacia los votantes.

Sería deseable que los candidatos estuvieran obligados a debatir sus ideas en televisión, como se hace en casi todos los países civilizados del mundo; concretar esas discusiones públicas ante la ciudadanía implicaría cumplir dos objetivos simultáneos: el claro posicionamiento frente a cada problema concreto, y la construcción de un archivo de los compromisos asumidos.

En el 2001, ante la crisis, pedimos “que se vayan todos”; hoy, previendo la que viene, parecemos estar dispuestos a rogar “que venga alguien” y, frente a la suba del precio del pan por la escasez de trigo, me permito recordar a quienes nos gobiernan que la Revolución Francesa de 1789 se produjo cuando el mismo problema detonó la crisis existente, y se llevó puestas a las monarquías absolutas de Europa.

Estas simples preguntas tal vez contribuyan a evitar una catástrofe como las que han comenzado a producirse, por razones totalmente distintas, en países como Brasil, Chile, Turquía, Siria, Egipto, Grecia o España. Porque, convengamos, cuando las grandes manifestaciones como las de septiembre, octubre y abril se repitan, y con certeza lo harán, todo puede ocurrir.




domingo, 23 de junio de 2013

Cristina, cada vez más turbada


Cristina, cada vez más turbada


“Como los ‘aprendices de brujo’, habían desatado fuerzas que no sabían cómo controlar sin invocar a la muerte, hasta el fin”. Héctor Ricardo Leis


Bajo las órdenes de su única mariscala de la derrota, el cristinismo militante sigue avanzando, ahora convocado a una “batalla” contra quienes no están dispuestos a enterrarse con él. Cuál es el verdadero significado de esa palabra -que una Cristina, bipolar como nunca, utilizó ex profeso en los espectáculos circenses en que transformó la celebración por los cuatro siglos de la Universidad de Córdoba y el Día de la Bandera, en Rosario, cuando llegó a bailar el Himno Nacional ejecutado con ritmo de cumbia tumbera- lo descubriremos los argentinos rápidamente, a medida en que se acerquen los tiempos finales del “modelo”; conociendo el paño, nada bueno cabe esperar.

 Mi impresión es que la Corte, con su fallo de inconstitucionalidad de la “democratización” de la Justicia, le hizo un enorme favor. Imagine usted qué hubiera sucedido con “Ella” si la oposición, con una única lista de candidatos a consejeros, disponía de la facultad de expulsar a todos los jueces que, desde Comodoro Py, han garantizado diez años de impunidad a la familia imperial y sus cómplices.

Quienes continúan declamando su fidelidad debieran comenzar a poner sus barbas en remojo. Las sociedades en general, y la nuestra muy especialmente, cuando sufre una crisis grave sale a buscar, con desesperación, alguien a quien echarle la culpa, a quien transferir la responsabilidad, la quite de sus propios hombros y le permita sentirse inocente, aún cuando la tragedia se haya debido a su voto.

A partir de 2003, don Néstor (q.e.p.d.) escogió a los militares y, con el silencio cómplice y cobarde de toda la comunidad y hasta de sus camaradas, mandó a una multitud de ancianos a comparecer en juicios amañados (http://www.youtube.com/embed/tekIciiYVLk) y a morir en las cárceles, en condiciones infrahumanas.

A diferencia de los actuales, que han ejercido el poder humillando tanto a propios y extraños, nadie odiaba a los funcionarios menemistas. Muchos de ellos, por lo demás, fueron incorporados por ambos cónyuges a su proyecto, y se transformaron en sus más obsecuentes defensores. Con la única excepción de María Julia Alsogaray y, ahora, del desastre de la causa de las armas, los demás se fueron a dormir en paz.

Cuando la herencia de la “década ganada” pase a manos de nuevos ocupantes de la Casa Rosada, y la crisis exponga sus más lacerantes aspectos, los argentinos otra vez buscarán responsables que los exoneren de la culpa de haber votado, por amor a sus bolsillos, a la asociación ilícita que hoy nos gobierna. No habrá pacto de impunidad que, en esas condiciones, pueda garantizarles a los actuales funcionarios, tan odiados, libertad y fortuna, ya que los jueces federales, que nunca se venden sino que sólo se alquilan, habrán cambiado de locatario. En el hecho de que doña Cristina y sus cómplices ya lo han comprendido está la verdadera raíz del monumental ataque golpista que están llevando a cabo contra la Constitución y, por ende, la República.

Un aspecto, que ya he resaltado en notas anteriores, tuvo una clara confirmación este jueves, en Rosario. Doña Cristina, de quien ya es lícito dudar acerca de sus facultades mentales, habló sólo para su núcleo duro, y agravió, una vez más, al resto de la ciudadanía. Con ello demostró, por si cabía a esta altura alguna duda, que su voluntad de perpetuarse en el poder no se apoyará en los votos que pudiera obtener seduciendo al electorado independiente, al que espanta con sus acciones, sino que, muy por el contrario, radicará en las curiosas “remedios y antibióticos” que dijo poseer.

Porque, le pregunto, lector. Si usted quisiera ser presidente del club de su barrio, ¿insultaría todos los días a los socios? o ¿iría cada noche a demoler las paredes de la sede? Si su vocación de ser electo –o re-reelecto- fuera sincera, resultaría obvio que usted no estaría centrando sus esperanzas en el sistema democrático, que está pensando en otro camino.

Ratificó así que, por delante, sólo tiene dos opciones, eventualmente combinados: el fraude o la violencia. El primero debería ser tan masivo que ya puede descartarse, al menos como exclusivo factor de una victoria. Así, por mera deducción, es seguro que recurrirá a la segunda, tal vez decretando la toma del Palacio de Tribunales, como anunció doña Bonafini.

Porque, si bien es cierto que está en condiciones de aumentar el número de los ministros de la Corte Suprema, la designación de cada uno de los nuevos miembros requerirá el voto de los dos tercios del Senado, una meta absolutamente inalcanzable para un cristinismo que ya huele a flores marchitas. Y lo mismo sucederá si pretende una reforma constitucional, como la exigida por doña Carlotto, doña Conti, don Kunkel, don De Vido y varios corifeos más; todas las encuestas dicen que la ciudadanía se manifiesta contraria a la misma casi en un 75%, porcentaje que incluye a muchos oficialistas de buena fe.

Anoche se cerraron, finalmente, las listas de quienes, en la mayoría de los casos solos, competirán en las abiertas de agosto, si éstas finalmente se realizan. Desde anoche, y pesar de la creencia generalizada, las PASO están un poco más lejos; la ciudadanía, pienso, tendería más a votar dentro de aquellas alianzas que ofrecen varias posibilidades, como la de centro-izquierda, que por las boletas que, por no tener rivales internos, resultarán menos atractivas para el ejercicio electoral; siempre resulta más convocante el voto decisorio que el meramente testimonial.

Anoche también, el cristinismo –al menos, en su actual versión- recibió el tiro de gracia. No sólo perderá en la ciudad de Buenos Aires, en Santa Fe, en Córdoba, en San Luis, en Mendoza, en Santa Cruz y, probablemente, en Chubut, sino que resulta probable que salga tercero en la crucial Provincia de Buenos Aires. Con ello, seguramente morirá la última esperanza de una perpetuación democrática del “modelo”, dejando sólo alternativas violentas.

Pero la gran duda nacional radica, precisamente, en el candidato con mejor imagen en la Provincia de Buenos Aires. Hasta hoy, y seguramente lo hará hasta octubre, Sergio Massa se ha reservado informar al público cómo votaran en el Congreso los diputados que su lista consiga imponer; en la medida en que, en lugares expectantes, aparecen nombres como los de Garfunkel o Daer, ambos militantes ultra-kirchneristas, ¿cabe esperar que no sumen sus alzadas manos cuanto la señora Presidente presente sus adefesios jurídicos disfrazados de proyectos de ley? La ciudadanía debiera exigir que, antes de recibir su aprobación, suscribieran un compromiso público en contra de la modificación de la Constitución y a favor de una Justicia independiente y veloz.

En Brasil, el 0,5% de su población salió a la calle y puso en jaque al PT y a su marketinero modelo, tan impregnado de corrupción; aquí, en las marchas ciudadanas de septiembre, octubre y abril, se movilizó un porcentaje diez veces mayor sin que el Gobierno se sintiera compelido a revisar política o conducta alguna. Creo que la sociedad debe abandonar su proverbial anomia y, en paz, recurrir a todos los remedios democráticos para terminar con esta lacra que está matando a la República y cuyas pústulas y llagas nos han convertido en una payasada mundial, sólo comparable a la que encarna el Pajarico Chiquitico.

La memoria del Gral. Manuel Belgrano, a quien debemos gran parte de nuestros ex-eternos laureles, nos lo exige.


domingo, 16 de junio de 2013

Capando palabras


Capando Palabras


“Más difícil aún resulta delimitar el momento en que se produce el paso de la omnipotencia a la impotencia, de la buena fortuna a la adversidad, de lo brillante a lo enmohecido” Ryszard Kapuściński


He escrito innumerables notas acerca de la brutal y genocida corrupción que hoy reina en la Argentina, infinitamente superior a todo lo ocurrido en el pasado, incluida la década menemista. Recuerdo que, una vez, a raíz de una editorial en la que me preguntaba por qué los argentinos no relacionábamos la corrupción con el deterioro de nuestra vida personal, un periodista norteamericano me llamó y respondió: “entre los pueblos sajones, la cosa pública es de todos; entre los latinos, no es de nadie”.

Más allá de la inteligente proposición, vuelvo a preguntarme, en razón del nuevo crimen de Castelar, y a la luz de las gigantescas denuncias de Carrió y Lanata, cómo puede ser que los familiares de los muertos y heridos ferroviarios no se den cuenta que la sangre derramada se ha convertido en los billetes de quinientos euros que la familia imperial y mafiosa que nos gobierna ha acumulado en sus bóvedas del sur, muchos de ellos transformados en diamantes durante la gira que doña Cristina y Patotín realizaron a Angola, con nulos resultados comerciales para el país.

Periodistas y analistas bien intencionados dudan antes de decir la verdad, pura y dura; por ejemplo, escriben que, durante la “década ganada”, el Gobierno derivó veinticinco mil millones a los empresarios del transporte amigos. Como en tantos otros casos, tal vez para evitar acciones legales, recurren a eufemismos para enmascarar la realidad: los Kirchner no le repartieron dinero a otros sino que, lisa y llanamente, se la metieron en su propio bolsillo utilizando testaferros de todo tipo.

Para que quede claro a qué me refiero: los Cirigliano, Ricardo Jaime y Schiavi son Kirchner, De Vido es Kirchner, Lázaro Báez es Kirchner, los Eskenazi son Kirchner, Jorge Brito es Kirchner, Ferreyra y sus socios (ElectroIngeniería) son Kirchner, Cristóbal López es Kirchner, Spolsky es Kirchner, Rudy Ulloa Igor es Kirchner, Recalde y La Cámpora son Kirchner, y la lista puede prolongarse hasta el infinito si agregamos a ella a la contraparte de tanta inmundicia: los empresarios que pagan por medrar y cazar en un zoológico, que también son Kirchner, como lo son los jueces federales que, ante las denuncias, miran para otro lado, sobreseen las causas sin investigar o demoran semanas cruciales allanamientos.

De uno y otro lado del mostrador, don Néstor (q.e.p.d.) era el verdadero dueño de las empresas y campos que sus testaferros compraban, y su viuda y sus hijos las han heredado. ¿Esto no lo saben los periodistas que investigan? ¿No lo saben los padres de Lucas, el chico cuyo cadáver estuvo dos días dentro de un vagón en Once? ¿No lo saben los pobres e indigentes del Conurbano que ven, todos los días, morir a sus hijos por la adicción al “paco”? ¿Lo saben los deudos de los veintisiete muertos por día en accidentes en las rutas, que nos han convertido en el país más luctuoso del mundo en la materia?

Los chacareros y los habitantes de los pueblos chicos del interior, ¿no saben que el dinero con el que se hubiera podido pavimentar los caminos de tierra está en las bóvedas de estancias sureñas? Esos productores y pequeños propietarios, ¿ignoran que cobran por sus cosechas un dólar de tres pesos porque los Kirchner perdieron, con el propósito de robarse YPF, reservas de energía equivalentes a quinientos millones de cabezas de ganado?  

Cuando escribí mi nota anterior, “Calesita Estrellada”, ignoraba cuán rápido mis pronósticos se confirmarían. Por una parte, la centro-derecha ratificó su estupidez congénita al lograr fracasar, con gran esfuerzo, en todos los intentos de constituir una gran confluencia de ese origen, a contrapelo de lo que sí hicieron los partidos de izquierda en la ciudad y en la Provincia de Buenos Aires.

Por la otra, la señora Presidente se ocupó de informar al mundo que pretende replicar aquí el modelo de ¿justicia? que su fallecido patrocinador, el Papagayo Caribeño, impusiera en su país, donde una señora Juez, por el sólo hecho de haber fallado en contra de los deseos del tirano, pasó cuatro años en la cárcel, sufrió violaciones y golpizas y hasta ayer padeció arresto domiciliario.

También imita a Pajarito Chiquitico en su permanente denuncia de ridículas conspiraciones –la última del venezolano incluyó la compra de dieciocho aviones de combate por la oposición-, para justificar las enormes catástrofes que el gobierno bolivariano ha derramado sobre su población: inseguridad, inflación, caída en la producción de combustibles, escasez y racionamiento de alimentos y hasta de papel higiénico, corrupción, tráfico de drogas, lavado de dinero, etc. ¿Nota usted alguna semejanza con nuestra realidad? ¿Recuerda que aquí los empresarios son responsables de la inflación, y no la brutal emisión que se ordena realizar al Banco Central? ¿Qué la prensa independiente conspira denunciando bolsos, aviones y bóvedas? ¿Qué los maquinistas, aliados a “Pino” Solanas, chocan los trenes a propósito para perjudicar a Randazzo?

Volviendo al mal uso de las palabras, o a la prudencia en utilizarlas, debemos claramente decir que. además de cometer todo tipo de tropelías contra la vida y la propiedad que, por sí solas deberían llevarla a la cárcel de por vida, la señora Presidente es golpista y destituyente. Con su forma de gobernar y, en especial, cuando encabeza el ataque militante a la Corte Suprema, está violando la Constitución Nacional (artículos 1º, 14, 14 bis, 16 a 19, 22, 27 a 29, 31 a 34, 36 a 39, 41 a 43) e incurriendo en todos los delitos descriptos en los títulos X y XI  del Código Penal. Como consecuencia de esa descripción, con la que nadie –salvo, por supuesto, “Carta Abierta” y “Justicia Legítima”- puede disentir, no solamente debe ser inmediatamente sometida a juicio político, sino calificada como infame traidora a la Patria, como dice la propia Constitución.

Si los argentinos queremos tener un futuro como nación republicana, representativa y federal, debemos no sólo dejar de ser prudentes y cobardes sino comenzar a hablar –y hablarnos- claro y llamar a las cosas por su nombre: lo que estamos viviendo es el gobierno de una banda gigantesca de delincuentes, que han entrado a saco en todos los terrenos, con el propósito de enriquecerse, de robar bienes y empresas y, además, de convertirnos en un narco imperio, podrido hasta sus cimientos, que necesita contar con cada vez más pobres/clientes para disfrazarse de demócratas; en ese camino, no trepidan en pisotear leyes y tratados y desconocer derechos y garantías.

Está en nosotros impedir que vayan por todo y, finalmente, lo consigan.





  

domingo, 9 de junio de 2013

Calesita Estrellada



Calesita Estrellada

“Ninguna vela, pertenezca a quien pertenezca, se mantiene encendida hasta la madrugada”. I Andrić

A esta altura de la vida de nuestra enclenque democracia, por cierto cada vez menos republicana, llama poderosamente la atención que quienes se titulan opositores al “modelo” continúen desarrollando comportamientos tan negativos. Por un lado, la centro-derecha se resiste a adoptar, para sí misma, el procedimiento elegido por la centro-izquierda para organizar las posibilidades electorales de cada candidato en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias; tal vez, se deba a que, en esta rara Argentina que tanto ha devaluado palabras, nadie quiere asumirse como “derecha”.

Por otro, todo el arco político, oficialismo incluido, sigue pendiente de la decisión personal de dos funcionarios kirchneristas: Lancha y Colgate; es cierto que son quienes mejor “miden” hoy, pero no lo es menos lo que la situación dice acerca de la falta de vigencia de los partidos y de la inveterada búsqueda de caudillos. Nótese que ninguno de ellos –en realidad, ningún candidato salvo, claro está, quienes buscan eternizar a doña Cristina para continuar la “década sin fracasos”- ha esbozado siquiera un atisbo de plataforma electoral.

Ignoro si eso es importante o no, ya que todos sabemos cuán poco vale, en estas tierras, la palabra empeñada durante las campañas electorales. Por lo demás, también debemos recordar que, prácticamente en todo el mundo, se han adoptado gurúes capaces de inventar, a través de los medios de comunicación, candidatos que, en realidad, son sólo envases cuyo contenido no existe y deberá ser creado después. En el siglo XXI no parece haber fidelidad a partidos –más allá de las tradiciones del estilo Boca o River- sino a personas, y sólo mientras éstas puedan llevar a los bolsillos ciudadanos tranquilidad y prosperidad.

Aplicando ese razonamiento a nuestra conflictiva realidad, y ya que carece de la magia necesaria para lograr acercar remedios milagrosos a un pseudo-modelo económico que no hace más que agua por los cuatro costados, el Gobierno pretende enmascararla detrás de actitudes o pretensiones que se han transformado en sucesivas capas de torero contra las cuales todos embisten,  aún sabiendo que son meras ilusiones ópticas.

Así, para ocultar la terrible y creciente crisis energética, verdadera causante de la sangría de dólares, desplegó la ofensiva contra el grupo Clarín, que llegó con la pólvora mojada al 7D, imaginado por la señora Presidente como fecha fundacional; luego, ya en enero, recurrió a la tentativa de hacerse de la Rural de Palermo, que tampoco pudo prosperar. Llegó el turno de la Justicia y su falsa “democratización”, aprobada en trámite express por el ex Hº Congreso, que no llegará a buen puerto, y el patético mamarracho del frustrado traslado de la estatua de Colón a Mar del Plata da cuenta de la escasez de artilugios que afecta ya al procedimiento idealizado.

Un párrafo aparte merece la increíble lista de los quinientos productos que, por ser considerados de primera necesidad, Patotín ha acordado con los supermercados congelar: frente a una leche, dieciséis tinturas para el pelo; ante tres cortes de carne, catorce cremas de depilación y dos líquidos para lustrar platería. Si la inflación descontrolada no fuera una verdadera catástrofe, especialmente para los más pobres, este episodio podría entrar en una antología de la estupidez humana. Casi tanto como modificar el horario de los partidos de fútbol, imaginado como remedio para evitar que el gran público conociera más escándalos de corrupción.

La desesperación y la furia de doña Cristina frente a la realidad, que no permitirá la continuidad del régimen, al menos por medios democráticos, la llevará a adoptar actitudes cada vez más extremas. No parece sensato pensar que quienes la rodean, y que ven peligrar libertades y fortunas, permitan una sucesión que sólo garantice indemnidad a la jefa, y ningún otro pacto en ese sentido podrá ser cumplido después de la debacle, ya que la división y el odio con los que han conseguido inocular a la sociedad lo admitirán.

Corren rumores que hablan del inmediato desconocimiento, por parte del Poder Ejecutivo, de un fallo de la Corte que declare la inconstitucionalidad de dos leyes que el Gobierno considera fundamentales: el voto político y partidario para los integrantes del Consejo de la Magistratura, para domesticar a los jueces o echarlos, y la formidable limitación a las medidas cautelares, clave para su guerra contra el grupo Clarín. Si esas versiones transformaran en realidad, el supremo Tribunal deberá pedir al Congreso el inmediato juicio político de la señora Presidente, ya que ésta estaría al frente de un golpe de estado de inusitada gravedad.

Hoy, la creencia en la supresión de las primarias –las P.A.S.O.-, que se imaginó en estas columnas hace mucho tiempo, ya se ha hecho carne en la mayoría de los políticos y de los periodistas; no es para menos porque, de realizarse, serían un instrumento formidable en manos de la oposición y en nada favorecerían al Gobierno, que no puede encontrar siquiera a alguien potable que encabece la lista de candidatos a diputados en el distrito clave, la Provincia de Buenos Aires.

Pero, al menos por ahora, todos están convencidos que sí se realizarán las legislativas de octubre; como usted sabe, también de ellas descreo. Un periodista de fuste, como James Neilson, dijo ayer en la revista Noticias: “… si Cristina reacciona frente a las malas noticias exhortando a sus simpatizantes más fanatizados a contraatacar por todos los medios, nos aguarda una etapa convulsiva”. Conociendo usted el carácter irascible de la señora Presidente, ¿cómo cree que reaccionará?

Porque lo real es que los platos de sopa de sapos -criados por ella misma- que ha debido tragar doña Cristina prácticamente desde que asumió la Presidencia no han terminado aún de salir de la cocina. En lo inmediato llegarán algunos conteniendo grandes ejemplares, como las candidaturas y la reforma judicial, que se le atragantarán con mayor fuerza debido, precisamente, a lo breve de los plazos que median hasta las programadas elecciones.

La Argentina es un país con historia circular, que repite al infinito los mismos errores. Sólo espero que, más allá de las balas discursivas a las que el Gobierno nos tiene acostumbrados, no debamos volver a la sangrienta realidad de los 70’s.





domingo, 2 de junio de 2013

Sopa de sapos


Sopa de Sapos


“La política es el arte de conseguir que tus intereses egoístas parezcan intereses nacionales”. Thomas Sowell


Con la única excepción de sendos besos a varios hijos de sus militantes preferidos, la crispación y la obstinación de la señora Presidente siguieron siendo la curiosa brújula que orienta el rumbo del Gobierno. Contra todo lo que podría esperarse de alguien que dispone de una inteligencia como la que la militancia atribuye a su nueva jefa espiritual, ésta continúa su terca marcha hacia varias derrotas anunciadas; por ello, la experiencia que han dejado los diez años de kirchnerismo –en sus dos variantes- hacen cada vez más probable la confirmación de mis peores temores.

La “no positiva” guerra gaucha, la vieja batalla contra los medios no oficialistas, abortada por la Justicia y ahora por Macri y De la Sota, el inexplicable cachivache del acuerdo con Irán, las cada vez más pesadas denuncias de gigante corrupción, el fracaso de la invasión a La Rural, la segura frustración de la “democratización” del Poder Judicial, el avance de los fiscales federales sobre funcionarios y el presumible despertar de los jueces de Comodoro Py, las imputaciones penales contra la propia doña Cristina y Patotín por el sospechoso pago de mil millones de dólares a los tenedores de bonos, la apertura de causas contra la Procuradora Giles Carbó y el Juez Casanello por amparar a Báez, y hasta la payasada del monumento a Colón, describen los ingredientes de una sopa y preanuncian un escenario cada vez más complejo para las posibilidades del partido del gobierno de cara a las dos elecciones que, al menos en teoría, se producirán este año.

A ello se suma la ya confirmada ausencia de candidatos con capacidad de traccionar el voto en los distritos más reacios al oficialismo -la Ciudad Autónoma y las provincias de Santa Fe, Córdoba, Chubut, Santa Cruz y Mendoza- e, inclusive, en la crucial Provincia de Buenos Aires, habla de la soledad en la que la señora Presidente se encuentra en el vértice de su “modelo”. El jueves, la más desencajada e incoherente Cristina que me tocó ver desde su asunción, estalló y acusó a Daniel Lancha Scioli y a Sergio Colgate Massa de dejarla sola y no defenderla frente a estos supuestos casos de corrupción que, hasta la fecha, ella misma no ha desmentido. De todas maneras, ambos debieran comenzar a pensar si vale la pena obedecerla, cuando un soldado fiel y eficiente como fue Agustín Chivo Rossi en la Cámara de Diputados es pagado con tan mala moneda.

Desde otro ángulo, y ya con características irreversibles, el panorama económico tampoco favorecerá las aspiraciones del Frente para la Victoria. El nuevo congelamiento de los precios de sólo 500 productos implica la obligada liberación de los restantes 24.500 que conforman el universo de los grandes supermercados. El tan cacareado cierre de las paritarias en cifras en torno al 24% de incremento se contrapone a los dichos de Oscar Farol Lescano –“si la inflación continúa, reabriremos la negociación, más allá de lo firmado”-, a la trágica huelga de los “trabajadores de la educación” bonaerense y al seguramente arduo trámite de la discusión de Camioneros.

Siendo un año electoral, y como ya lo demostrara la señora de Kirchner con el adelantamiento de los anuncios de aumento de los montos de asignaciones familiares y de subsidios varios, el actual preanuncia al menos la continuidad –sino el fuerte incremento- de la emisión monetaria, que generará más inflación e impactará en el blue.  La crónica escasez de dólares de nuestra economía, que se agravará este año por la necesidad de importar casi catorce mil millones en combustibles, indica un final cada vez más próximo para las reservas  del Banco Central.

Es por todo ello que, según mi particular visión, sólo tiene limitadas alternativas para impedir su derrota en las elecciones legislativas de octubre, traducida en perder su mayoría obsecuente en la Cámara de Diputados y verse transformada, definitivamente, en un pote de yogurt con fecha de vencimiento cierto: el fraude masivo o la violencia, ésta en un grado tal que le permita decretar el estado de sitio y suspenderlas sine die.

La Argentina de hoy no está tan mal como aquella del 2001, y la mayoría de sus datos permiten afirmar que, con políticas y conductas internacionales adecuadas, la mayor parte de nuestros problemas económicos actuales podrían ser rápidamente superados. En una nota, llamada “La Argentina que Quiero” (http://tinyurl.com/bla4n57), listé las medidas que permitirían ese futuro que todos nos debemos; pero, para que ello sea posible, debemos aprender a votar, escudriñando detalladamente qué hizo cada uno de los candidatos en el pasado, porque no habernos detenido en qué habían hecho los Kirchner en Santa Cruz nos ha traído a este lamentable presente.

Si me equivoco y las elecciones de octubre se realizan, también sería útil estudiar cómo votaron los candidatos a renovar sus bancas tantos adefesios legales como la Ley de Medios, la confiscación de las AFJP’s, los blanqueos de 2008 y 2013, la emergencia económica permanente, la “democratización” de la Justicia y sus seis leyes, la confiscación de YPF y de Ciccone, la “estatización” de Aerolíneas Argentinas, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, el pacto con Irán, la ley antiterrorista, etc., etc., etc..

De todos modos, reitero que me parece muy positivo que los opositores hayan aprendido cómo luchar contra este mafioso oficialismo, tal como lo demuestra el compromiso de no permitir la reforma de la Constitución, de derogar el mamarracho destructivo de la Justicia y la ley de lavado de dinero, con la denuncia de quienes se hayan acogido a ella, y de avanzar sobre todos los cargos a los cuales la nueva composición de Diputados pueda permitirles acceder, como la Presidencia de la Cámara misma.

En los próximos días organizaré un nuevo encuentro con mis lectores y, esta vez, me aseguraré de evitar los inconvenientes de falta de espacio que me obligaron, después del 10 de abril último, a pedir disculpas. En él discutiremos el futuro, sobre todo el inmediato, pues creo que resulta indispensable que organicemos serias medidas de defensa civil contra lo que temo se transforme, a breve plazo, en un franco ataque militante a la democracia y a la paz, inspirado en las actitudes de Pajarito Chiquitico; la permanente denuncia de conspiraciones letales en su contra ya no difieren mucho de las que la señora Presidente ha lanzado desde su atril estos días.

La desesperación de doña Cristina ante su dieta de sopa de sapos conduce al país al borde del abismo y, como siempre ha hecho, seguirá avanzando. Aún estamos a tiempo de evitar la caída mortal.