domingo, 24 de noviembre de 2013

Cristina reloaded



Cristina reloaded

“El mercado no es un invento del capitalismo. Siempre ha existido. Es un invento de la civilización”. Mikhail Gorbachov

¿Qué diferencia a Nicolás Maduro, cuando dice que un pajarico chiquitico representa a Hugo Chávez, de Cristina, usando al viento del sur para hacer entrar al fantasma de don Néstor al quincho ceremonial de Olivos?

Los cambios en su gabinete introducidos por la señora Presidente -que conserva la iniciativa y no acepta la condición de “pato rengo” que deben soportar los mandatarios sin posibilidad de reelección- a partir de su reaparición en público a través de un video casero –perrito y pingüino incluidos- no sorprendieron a nadie, salvo en lo que se refiere al obvio abandono del razonable camino que habían intentado emprender Guita-rrita Boudou y Me-quiero-ir Lorenzino para reconciliarnos con el mundo financiero internacional.

No bastará, para los mercados, que doña Cristina confiese el fracaso del “modelo” –si no es así, ¿para qué estos cambios?- y se despoje, como anunció, de las anteojeras que la acompañaron hasta ahora o que manifieste estar dispuesta a asociarse con cualquiera que quiera venir a la Argentina con maletas llenas de dinero, ya que no existen quienes estén dispuestos a cometer esa locura en un país donde las órdenes verbales han suplantado a las normas escritas, donde se invita a fiestas y luego no se deja salir a los concurrentes, donde no se respetan los contratos, donde los jueces son empleados del Ejecutivo y donde se intenta eximir al Gobierno de toda responsabilidad.

La designación de Bambino Kiciloff como nuevo Ministro de Economía, tal como ha reflejado la escasa prensa extranjera que aún se ocupa de nosotros, ha sido el golpe final que el régimen ha dado a la seguridad jurídica –un “concepto horroroso” según él- en la Argentina. Este joven intentará probar aquí las recetas que ya han fracasado en muchas otras latitudes, y que atrasan más de cien años; comenzará, como ha dicho, con mayor presencia del Estado en la economía y tratará de extender los tentáculos de éste hacia todas las actividades productivas, poniendo más distancia, si cabe, entre el país y el mundo civilizado.

Coqui Capitanich, ex patrocinante de la devaluación asimétrica de 2002, actual Gobernador del Chaco en uso de licencia y reestrenado Jefe de Gabinete, nos informó ya que la inflación y el cepo cambiario, que no existen en el universo virtual del kirchnerismo, continuarán empobreciendo a los más humildes, reservando la creación de empleo a los organismos estatales en sus tres niveles. La notoria exclusión del campo y de los sindicatos no oficialistas de los diálogos que ha inaugurado son una prueba cabal de ello.

Si alguien, por ventura, estuvo tentado de jugar algunas fichas en la Argentina después de las elecciones de octubre, vislumbrando un cambio en el “modelo”, seguramente ya ha puesto los pies en polvorosa, ahuyentado por la sentencia de la Corte sobre la Ley de Medios, por el proyecto de Código Civil en tratamiento en el Congreso y, por si eso fuera poco, por las modificaciones que ha introducido doña Cristina en su elenco ministerial.

Resulta notable que los nuevos funcionarios, por negación tanto como por reafirmación, insistan en el abordaje de los graves problemas que hoy jaquean a la propia existencia de la Argentina como nación –narcotráfico, estanflación, corrupción, inseguridad- con la misma mentalidad, aunque diferentes modales, que ha producido tantos daños durante la “década ganada”. Así, resultará muy difícil convencer a los mercados de volver a mirar a la Argentina con cariño o, al menos, con algún interés. El “caso por caso” anunciado por Bambino y su recua de niñatos de La Cámpora, amén de generar nuevos nichos de corrupción, nos aproxima más a la madurita Venezuela, donde se pretende controlar a la economía con el ejército.

Los opositores, esos gallardos campeones del fracaso, se amontonaron frente a los micrófonos y las cámaras para declarar que están dispuestos a apoyar el proyecto de nuevo Código en general, y que se reservan sus diferencias para la hora de votar en particular cada artículo; en la medida en que no pueden ignorar la historia reciente –la Ley de Medios, la designación de ¡Giles! Carbó como Procuradora y las tentativas de destruir al Poder Judicial y al Consejo de la Magistratura, entre otras lindezas- sólo puede concluirse que disfrutan al ser violados, una y otra vez, por el Gobierno y que están dispuestos a ir a cualquier parte para facilitar esa permanentemente sodomización a la que los ha sometido el kirchnerismo.

¿No se les ha ocurrido que el cambio en el Código Civil, el reglamento que nos hemos dado los argentinos para convivir en sociedad y que tiene una vigencia de ciento cuarenta años, requiere de una discusión mayor que la que recibirá en el trámite express que se le otorgado por pedido de la Casa Rosada? ¿No han visto al kirchnerismo declamar altos principios que, una vez convertidos en leyes, se han transformado en subalternas herramientas de esta banda sin escrúpulos en su diaria pelea con sus inventados enemigos? ¿No han, siquiera, notado cómo se ha comportado el oficialismo con los organismos de control, a los que ha desmantelado o desaparecido? ¿Qué buenas intenciones pueden seguir “comprando” como imbéciles?

El viernes, Coqui informó que la discusión del nuevo engendro en Diputados se postergó para el año próximo, pero que recibirá media sanción en Senadores antes del recambio de sillones que se producirá el 10 de diciembre. Eso sí, adelantó que se aprobará, a marcha forzada, el proyecto de ley que excluye la responsabilidad del Estado y de sus funcionarios de la órbita del fuero civil, reservándola al contencioso administrativo; en buen romance, significa desproteger aún más al individuo frente a los avances del Estado, como lo fue también el proyecto de limitar las medidas cautelares que pudieran dictar los jueces en contra de sus decisiones imperiales.

Tengo para mí que el diferimiento del debate en la Cámara baja responde a las inquietudes de SS Francisco, transmitidas por la Conferencia Episcopal, y que hicieron que el Poder Ejecutivo introdujera fuertes modificaciones en el proyecto original, como aquélla que establece ahora que la vida existe a partir de la concepción. Las voces de las alas más duras del kirchnerismo dejaron en claro que no acompañarían la iniciativa, y eso puso en alerta al oficialismo y lo llevó a aceptar la demora. El Papa consiguió, así, sacar las papas del fuego a la oposición, pese a la intrínseca estupidez de ésta.

Llama la atención tanto silencio público frente a un tema de la enorme gravedad institucional que reviste echar a la basura, literalmente, los códigos Civil y Comercial que nos legara Vélez Sarfield. Que la ciudadanía, en general, no registre la importancia de un asunto que, como dijo Alejandro Fargosi, influirá en la vida de nuestros tartaranietos, es comprensible, ya que la educación se ha deteriorado de tal modo que la mayoría no entiende siquiera lo que lee; pero que las academias y las universidades brillen por su ausencia en este trascendental debate muestra hasta qué punto nos hemos convertido en una sociedad en etapa final de decadencia, en una mera caricatura del país que fuimos.

Pero Cristina, ahora con poco luto, seguirá adelante con la tarea que se ha propuesto como meta para pasar a la historia: demoler todo lo que queda en pie en un país que existía en estas latitudes y que, como Tato, creo que se llamaba Argentina, con la intención de dejar tierra arrasada a quien la suceda. Sólo resta saber si los tiempos de la economía la acompañarán hasta el final.




domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Generosidad o Estupidez?



¿Generosidad o Estupidez?

“Lo que nuestra generación ha olvidado es que el sistema de propiedad privada es la más importante garantía de la libertad”. Friedrich A. Hayek 

Gracias a Dios, la Conferencia Episcopal en conjunto, y muchos obispos individualmente, han puesto el tema del narcotráfico al tope de la agenda nacional, a despecho de personajes como Anímal Fernández, Perdedor Puricelli, Lancha Scioli, y tantos otros. La Corte, siempre tardíamente y como si fuera un mero espectador y no un poder del Estado, también se hizo eco, pero sin proponer soluciones que excedan su competencia. ¿No hubiera debido hacerlo ya cuando trascendió y se probó que los laboratorios importadores de efedrina habían financiado la primera campaña presidencial de Cristina Kirchner?

El tema, como es obvio, tiene múltiples frentes para el ataque. El primero se vincula a la radarización de las fronteras, a su vigilancia por la Gendarmería y la Prefectura dotándolas de medios y personal, a la creación de nuevos juzgados y cárceles, a la necesaria ley de derribos cuando dispongamos de los aviones de combate necesarios, etc. El segundo es la educación y la integración de los consumidores, para evitar que continúen siendo víctimas del flagelo.

Hoy quiero referirme al tercero, tan eludido por todos por su incorrección política. Me refiero a la política inmigratoria, un arma fundamental que permite a todos los países del mundo –creo que somos la única excepción- decidir cómo quieren ser en el futuro desde el punto de vista demográfico. Pero, tal vez, reclamar un diseño por el estilo en un país que carece de planificación de largo plazo (nadie parece pensar, en la Argentina, más allá del próximo año) resulte una quimera.

Nosotros, en general, carecemos de problemas raciales, religiosos, sexuales o políticos que generen discriminación de ningún tipo. Es más, mayoritariamente tenemos por nuestros hermanos latinoamericanos un cariño enorme, generado por una historia común, por lazos culturales indisolubles, y hasta por el idioma.

Además, es cierto que el preámbulo de la Constitución, cuyo respeto a ultranza predico y exijo permanentemente, habla de los “hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino”, pero ni siquiera ese mínimo requisito es exigido hoy para autorizar la residencia en el país; simplemente, dejamos que cualquiera, aún cuando se trate de un criminal buscado o condenado en su país de origen, ingrese libremente, compre propiedades rurales de importancia, resida en Puerto Madero o en los countries más caros, instale laboratorios de drogas, practique el contrabando de estupefacientes, lave su dinero y envenene a generaciones enteras de argentinos.

Esa política inmigratoria que reclamo –que de ningún modo puede calificarse de xenofóbica, es decir considerar al extranjero un enemigo- tendrá, además de permitir controlar los antecedentes de quienes tengan interés en convivir con nosotros, otros subproductos. La incoherencia de la izquierda, que se manifiesta en contra cualquier limitación al acceso gratuito a la salud, a la educación, a la vivienda y a planes sociales de los extranjeros, que se planifican –o, al menos, debieran serlo- para una determinada población y no para una demanda creciente, incontrolada y desmadrada y, a la vez, se opone al aumento de los impuestos necesarios para financiar esos disparates, es una prueba fehaciente de la esquizofrenia de nuestra sociedad; tampoco en esta área conozco países que apliquen esta forzada generosidad que aquí se impone a los contribuyentes.

Lamentablemente, los países de alrededor sufren, en algunos casos en forma más grave, de problemas sociales parecidos a los nuestros. Y la política de subsidios y de planes sociales implementado, sin filtro de ningún tipo y con mucha intencionalidad política, por el Gobierno nacional, hace que la ciudad de Buenos Aires y hasta el Conurbano actúen como un imán para quienes, en Bolivia, Perú, Paraguay, etc., sufren por la pobreza, la indigencia y, sobre todo, por la falta de un sistema de salud idóneo.

Todos sabemos ya que nuestros hospitales, especialmente los de la ciudad de Buenos Aires, colapsan diariamente por la afluencia de pacientes que provienen de nuestros países vecinos, transportados en los ahora llamados “tours de salud”, similares a los que los argentinos del “deme dos” practicamos a Miami. Esas multitudes, que reciben la asistencia sanitaria de calidad que la excelencia de nuestros médicos habilita, nada pagan por ella, ni siquiera en los costosos tratamientos oncológicos. Sin embargo, cuando viajamos al exterior, descubrimos con asombro que no podemos atendernos gratuitamente en ningún lugar del mundo ante un mero accidente.

Otro tema importante que ha signado los últimos dos meses y sigue haciéndolo hasta hoy es la salud presidencial, y la posibilidad –poco probable quizás- de que su postergado retorno finalmente no se produzca.; si fuera así veríamos entonces como comienza otra vez -¿recuerda la renuncia de Cámpora, el forzado viaje de Díaz Bialet, la asunción de Lastiri?- el juego de las sillas, que se llevará puestos, al menos, a Guita-rrita y a Mueca Rojkes de Alperovich para dejar al frente del Ejecutivo a Julián Domínguez, que cuenta con el consenso de la Iglesia y hasta del grupo Clarín. Qué harán el Vicepresidente o Jaimito cuando sean, por fin, entregados a la picadora de carne de Comodoro Py -¿irán presos pacíficamente o encenderán serios ventiladores?- es un tema que inquieta seriamente a la Casa Rosada.

Mientras tanto, el Gobierno avanza, a paso redoblado, hacia un abismo cada vez más profundo. El proyecto de reforma de los códigos civil y comercial, que la bancada oficialista en el Senado pretende aprobar antes del 10 de diciembre mediante un trámite express en el Congreso, terminará la tarea que la Corte inició, hace pocos días, con la declaración de constitucionalidad de la Ley de Medios Audiovisuales.

Así como la magra mayoría de 4 a 3 que falló así puso en tela de juicio los derechos individuales, la inseguridad jurídica recibirá –si los tristes tigres opositores no consiguen abroquelarse en un rechazo total al proyecto, que obligue a los legisladores oficialistas que aún dudan a votar en contra- su consagración total y definitiva cuando el texto, como se supone, sea aprobado.

Desaparecerá la garantía constitucional al derecho de propiedad, ya que lo subordinará, del mismo modo que hicieron los jueces supremos con los derechos adquiridos de los licenciatarios de medios, a la voluntad política de las mayorías políticas circunstanciales. En esas condiciones, ¿qué demente querrá venir a invertir a la Argentina?; sin esas inversiones, ¿cómo haremos para recuperar el crecimiento? ¿No sabe el Gobierno que el mundo entero conocerá esta nueva catástrofe de un país que se llamaba Argentina?

Desde su entrada en vigencia, si el Congreso decidiera que nuestra propiedad afecta ¡el paisaje!, por ejemplo, podrá quitárnosla sin que podamos efectuar reclamo civil alguno, ni contra el Estado mismo ni contra los funcionarios que lo hubieran dispuesto, que hoy son responsables personalmente por sus actos.

A partir de ahora, si el Gobierno así lo quiere, todo cuanto poseemos y todo cuanto acordemos con terceros estará sujeto a su voluntad y a su demencial arbitrio. Inclusive, el Estado se inmiscuirá más aún en las relaciones entre particulares, aún cuando éstas no violen la ley; como ejemplo, cuando acordemos obligaciones en moneda extranjera, serán canceladas en pesos, al cambio oficial. En un país con la historia financiera del nuestro, cuyos registros sólo son superados por Venezuela o Sudán, ¿quién contratará en estas condiciones?

No conozco en detalle las cuestiones civiles que el proyecto pretende modificar en lo que al régimen personal se refiere –uniones libres, divorcio express, etc.- y opinaré de ello tan pronto acceda al texto que será ¿discutido? en el Congreso.

Desde el año pasado, la ciudadanía ha salido a la calle, masivamente, por distintas razones; creo que ya mismo deberíamos movilizarnos, pero unificando esta vez nuestro reclamo para evitar este nuevo y terrible dislate. Está en juego toda nuestra forma de vida en sociedad, y si no tomamos conciencia de ello y lo impedimos, habremos firmado nuestra partida de defunción como nación independiente. No se producirán invasiones externas, ni siquiera pacíficas, pero la Argentina se habrá caído del mapa para siempre.

La caída de las reservas, aún de las inventadas por Sonrisitas Marcó del Pont, marca el final de un ciclo económico –la década desperdiciada- que nuevamente llevará a la Argentina a una crisis terminal. El aceleramiento de la inflación, que llegará este año al 30%, hará que cuanto más nos acerquemos a las fiestas de fin de año, la marginación –esa que, según el Indec, puede vivir con $ 8 por día- vuelva a manifestarse con grandes conmociones sociales, y las fuerzas de seguridad no están –ni quieren estarlo- preparadas para enfrentarlas.

En fin, deberemos seguir esperando, al menos hasta mañana, para saber si “Ella” reasume o no la Presidencia. De todas maneras, vuelva o no vuelva, el “modelo” seguirá dando, al borde del abismo, pasos al frente.



domingo, 10 de noviembre de 2013

Tristes Tigres Opositores


Tristes Tigres Opositores

“¿Es un imperio aquello que allá se apaga, o sólo una luciérnaga?” Jorge Luis Borges

La decadencia argentina tenga su exponente máximo en la clase política, en un podio compartido con quienes el destino había señalado como dirigentes y prefirieron abdicar de sus obligaciones. Siempre he dicho que el famoso apotegma –“cada pueblo tiene el gobierno que se merece”- es falso, ya que la verdad dice: “cada pueblo tiene el gobierno que se le parece”; aquí está suficientemente probado. Hace mucho tiempo, concretamente el 6 de noviembre de 2008, publiqué una nota, “Es hora de hombres, no de nombres” (http://tinyurl.com/lzj3huo), que hoy tiene una actualidad tal que permite descubrir el cierto camino hacia la intrascendencia que nuestro país ha decidido recorrer desde hace décadas; propuse allí algunos de los temas básicos que hoy, lamentablemente, conservan total actualidad.

El triste espectáculo que ofrece la mayoría de los que se titulan opositores al “modelo”, muchos de los cuales lo acompañaron desde la gestión o desde las bancas parlamentarias durante los últimos diez años, es una muestra de ello. Los gurúes marketineros los han fabricado como envases vacíos y les prohíben expresar sus ideas –si es que las tienen- para evitar la fuga de eventuales votantes que están dispuestos a “comprarlos” por su aspecto, por su juventud o por su simpatía.

Todos estos pre-candidatos parecen ignorar qué contendrá el paquete envenenado que recibirán si les toca el “gordo de Navidad” con el que sueñan, y no consiguen ponerse de acuerdo siquiera en un manojo de políticas de estado susceptibles de evitar los mayores daños que, inevitablemente, sufrirán las clases menos acomodadas cuando exploten todas las bombas que el kirchnerismo habrá dejado cuando, al fin, abandone el poder.

Hay algunos grandes temas que podrían consensuarse y que, si lo fueran, cambiarían el futuro. Me refiero a la lucha contra el narcotráfico, a la inseguridad, a la corrupción, a la educación, a la salud, a la vivienda, a la redistribución federal de los ingresos públicos, a la defensa nacional, a la infraestructura, a la energía, a la relación con el mundo, a los subsidios fiscales y a los planes sociales, al déficit fiscal, a la boleta única, a la reelección en los cargos, etc., y al irrestricto compromiso de respetar la Constitución Nacional, con todo lo que ello implica. He propuesto, en una nota del 21 de febrero de 2012, a la que titulé “La Argentina que quiero” (http://tinyurl.com/bla4n57), soluciones para algunos de ellos pero, como siempre sucede en nuestro país, nadie parece o quiere escuchar.

Conociendo los bueyes con los que aramos, esa actitud generosa y positiva de los líderes políticos sólo se dará si la ciudadanía, mayoritariamente, los obliga a adoptar conductas altruistas, esas que todos declaman compartir. Debemos exigirles, bajo apercibimiento de repudiar con nuestros votos sus candidaturas, que se sienten a una misma mesa y se pongan de acuerdo en esos temas básicos, aunque mantengan sus diferencias en cuanto a la forma de arribar a las soluciones necesarias; luego, seremos nosotros, los ciudadanos de a pie, quienes elijamos entre los métodos propuestos.  

Hoy, todos están compitiendo, muy agresivamente por cierto, por las eventuales candidaturas para un 2015 que, en la Argentina, significa tanto como discutir el sexo de los ángeles. En el camino hacia la fecha prevista para la entrega del poder, el 10 de diciembre de ese año, existe todo tipo de inminentes vallas que el país deberá saltar tan sólo para sobrevivir; esperemos que la Presidente se encuentre en condiciones psico-físicas de reasumir en plenitud sus funciones porque, si no fuera así, entraríamos en un período muy complicado, por las guerras intestinas que se desatarán entre los que aspiran a ser los herederos del “modelo”.

La primera de esas vallas, y la más grave, como señaló el Episcopado en su durísimo documento, es el crecimiento de todas las actividades vinculadas al narcotráfico, que incluyen la destrucción de toda una generación de argentinos “ni-ni” en manos del paco. La crisis moral que afecta a toda nuestra sociedad y que viene desde las más altas esferas del Gobierno repercute, especialmente, en las fuerzas de seguridad que deberían enfrentar este flagelo, convirtiéndolas en presas fáciles para quienes manejan sumas de dinero que exceden todo esfuerzo de imaginación. Cuando un gendarme o un policía, que gana un sueldo muy bajo, es tentado por quienes manejan las rutas y los laboratorios de la droga, los sobornos ofrecidos son de tal magnitud que convertirían en verdaderos santos a quienes los rechazaran y, como todos sabemos, los santos escasean en la Argentina. Por lo demás, ¿cómo pedirle ética a un humilde servidor público cuando está al frente del Gobierno el ladrón de Guita-rrita o es Presidente de Aerolíneas Argentinas el ladrón de Hijitus Recalde?

Si no nos ponemos de acuerdo inmediatamente en la gravedad de este tema, más temprano que tarde nuestro país, como ya sucedió en México y Colombia, comenzará a contar sus muertos por miles y, dado el panorama que presentan nuestras fuerzas armadas, carentes de formación y de equipos, de tanques, de aviones y de buques, aquí será aún más complicada la lucha y más esquiva la eventual victoria. No necesito explicar qué consecuencias acarrearía, en una sociedad tan fragmentada como ésta que los Kirchner legarán al futuro, un incremento previsible del narcotráfico.

La segunda será la inflación, tan negada por Patotín, que está condenando al hambre a vastos sectores ignorados por el Indec; cuando las fiestas navideñas se aproximen, se registrarán nuevas conmociones sociales que el Estado se verá imposibilitado de controlar, tanto desde el ángulo económico por la escasez de recursos cuanto desde el punto de vista policial; si el 30% de la población saliera a reclamar, no hay fuerzas de seguridad capaces de pacificar esas protestas. Por lo demás, si el hato de burros incapaces que constituye el pseudo equipo económico adoptara cualquier medida aislada (como fue el nuevo endeudamiento post facto convalidado por el Poder Ejecutivo por $ 50.000 mil millones el viernes) y, seguramente, contradictoria con otras vigentes, fogonearía aún más la inflación, complicando la situación general.

La tercera será la caída infernal de reservas que registra el Banco Central, que se agudizará el año próximo por el robo de otros US$ 5.000 millones por el pago del cupón atado al falso crecimiento del PBI y por la necesidad de importar más energía a mayor precio, y todo eso agravado si, desde la Casa Rosada, no se inventan nuevos cepos para frenar el monumental déficit de la cuenta vinculada al turismo. Mientras todos los países de América Latina, con la obvia excepción de Venezuela, han multiplicado varias veces su nivel de reservas, la Argentina las ve irse por la alcantarilla, perdiendo así la capacidad de reacción que necesitará cuando el viento de popa que la ha acompañado en la última década cambie definitivamente de cuadrante, como está comenzando a suceder.

Por otra parte, resulta directamente increíble que los funcionarios de hoy se entreguen en manos de la Justicia, sabiendo que perderán hacienda y libertad, cuando el Gobierno termine. La proliferación de los barra-bravas, de los peligrosos presos “¿fugados?” de las cárceles que integran el “Vatayón Militante” y de los moto-chorros que actúan como sicarios del poder nos están indicando por dónde vendrán los tiros.

Como se ve en el inventario elemental que he confeccionado más arriba, los problemas son muchos, y serán peores dada la resistencia del Gobierno a pagar la cuenta de esta fiesta para pocos y tomar medidas que, aunque quizás impopulares, puedan aliviar el panorama desolador al que nos enfrentaremos muy pronto; los economistas ya no discuten si la crisis llegará, de lo que nadie duda, sino cuándo se producirá, es decir, si doña Cristina se hará cargo de ella o este duro rol será reservado a su sucesor. Tal vez la única esperanza de un cambio radical en el Gobierno radique en la presión de los gobernadores que han sido castigados en las urnas, y que identifican al “modelo” como causante de todos sus males.

En cuál sea respuesta a esta pregunta podría determinar, precisamente, si el regreso de la viuda de Kirchner se concreta o no. Quizás sueñe con echar la inevitable culpa a quien sea el futuro inquilino de la Casa Rosada –“¿vieron que conmigo esto no pasaba?”- e intentar ser reelecta en un brumoso 2019, pero eso ya entra en el reino de la fantasía irrealizable, como sucedió con el eterno recambio matrimonial hasta que la parca lo frustró.





domingo, 3 de noviembre de 2013

Entre el vértigo y la náusea



Entre el Vértigo y la Náusea

“En la vida siempre es así. Las cosas buenas tienen siempre su ladito malo y las malas su ladito bueno”. Mario Vargas Llosa.

Me había comprometido, creyendo que las elecciones darían un respiro al vértigo en que vivimos, a escribir esta semana acerca de los ferrocarriles, pero el tema deberá esperar porque, como todos sabemos, han pasado algunas cosas que ameritan hablar sobre ellas. Los chinos, cuando se despiden de alguien al que aprecian, le desean “ojala vivas momentos interesantes”; evidentemente, si algo así nos fue augurado, el deseo se convirtió en realidad.

Parece mentira que hayan pasado sólo siete días desde que el Gobierno recibiera, con gesto contrariado y falsa alegría, la peor derrota en las urnas desde que el kirchnerismo, para desgracia de la Argentina, llegó al poder aupado por quienes, de buena fe, creyeron encontrar en el falso mesías que venía de la Patagonia, un nuevo salvador. Dado que, a partir de entonces, la muerte y la repulsa popular pusieron fecha de vencimiento al “modelo” de rapiña y acumulación y, consecuentemente, en breve deberemos volver a elegir, recomiendo a mis compatriotas un libro fundamental de Romina Manguel, “Yo les avisé”; la tesis de la autora, probada a lo largo de sus páginas, es que todos quienes llegaron a presidentes habían exhibido antes, en su lugar de origen y para quien quisiera verlo, sus vicios y pecados, pero nadie reparó en ellos.

Más allá del triunfalismo del ¿Frente para la Qué? y su vociferada conservación de mayorías en ambas cámaras del ex H° Congreso, sigo creyendo que, a partir de ahora, la real politik se impondrá a las matemáticas y que, sin olvidar el innegable triunfo político que la Corte brindó a la Casa Rosada el martes, se producirá una fuga de voluntades legislativas hacia el nuevo sol que comenzó a calentar la realidad desde Tigre. Y me lleva a ese convencimiento dos apotegmas que, invariablemente, han signado el devenir del Movimiento: “el peronismo te acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no se entierra con vos” y, aún más, “el que gana gobierna, y los demás acompañan”.

Tengo para mí que muchos de quienes se enriquecieron aplaudiendo fervientemente los disparates de los Kirchner o votando sin siquiera leer los inicuos proyectos enviados al Legislativo están aterrados con el horizonte de cárcel y hasta pobreza que perciben en el futuro, no por la eventual voluntad de quienes se anoten en la grilla de candidatos sino por la presión y el ansia de venganza de una ciudadanía que ha sido humillada y saqueada hasta la extenuación. Basta, para comprobarlo, recordar que los funcionarios de las administraciones anteriores circulan libremente por la calle mientras que los actuales, aún en el poder, no pueden siquiera ir a comen afuera, tomar un avión o un barco o ir al cine, sin que truene el inevitable escrache.

La resolución de la Cámara de Casación Penal, que convalidó las pruebas colectadas contra Vandervroele y dejó cerca del procesamiento a Guita-rrita, habla muy a las claras del olfato de los jueces de Comodoro Py, que describiera en una nota que titulé “La Nariz” (http://tinyurl.com/kj373e2), y en la cual hablé, casualmente y por primera vez, del mal de Pick, que afecta tan gravemente a la Presidente.

Pero volvamos al fallo de la Corte que declaró la constitucionalidad de los cuestionados artículos de la Ley de Medios Audiovisuales. A priori, me permito recordarle que nunca he tenido simpatía alguna por el grupo Clarín, que ha lucrado con su poder a costa de todos, todos, los gobiernos, cualquiera fuera su signo político, obviamente incluido el de don Néstor (q.e.p.d.); sin embargo, reivindico mi derecho a elegir libremente qué quiero leer, ver y escuchar. En el país del mundo con mayor número de señales de noticias por cable, resulta por completo absurdo hablar de monopolio y, menos todavía, pretender que ese multimedios influye decididamente sobre la voluntad de los ciudadanos.

La sentencia de la Corte, además de su nauseabundo olor a pacto espurio, reviste una inusitada gravedad institucional desde tres aspectos: subordina la vigencia del derecho de propiedad y de los derechos adquiridos a la voluntad de las circunstanciales mayorías parlamentarias; subvierte el rol del Poder Judicial que, de último custodio de las leyes y de las garantías individuales contra los avances del Estado, pasa a ser un mero articulador; y, sobre todo, determina la muerte de la libertad de prensa, que quedará restringida a Internet y los medios alternativos.

El primer tema se relaciona, más que directamente, con la seguridad jurídica, ese bien del que la Argentina carece y que hoy resulta en el mundo esencial para el arribo de inversiones. Nótese que ni siquiera los narcotraficantes o los funcionarios corruptos tienen confianza en la Argentina, a punto tal de hacer fracasar todos los esfuerzos de Patotín para dar vida a su blanqueo.

El segundo, por lo demás, no es nuevo. Ya en ocasión de hablar sobre los llamados crímenes de lesa humanidad, el Dr. Lorenzetti había explicado, urbi et orbe, que había consensuado con la Casa Rosada una política de Estado, desconociendo el rol constitucional de la Corte. Traté este tema en otra vieja nota, “La cortedad de la Corte” (http://tinyurl.com/maoaldx); dije entonces que, para asumir su nuevo y penoso papel, el Tribunal supremo había aplicado retroactivamente la ley penal, violado de los principios de legalidad y de inocencia e invertido la carga de la prueba, y permite que ancianos enfermos, imputados por hechos ocurridos hace más cuarenta años, muchos de ellos sin condena, sean mantenidos en cárceles comunes, sin atención médica adecuada y sin el beneficio de la prisión domiciliaria, habilitada para quienes superan los setenta años de edad, no corren riesgo de fuga y no pueden poner en peligro las pruebas de los delitos;  ni siquiera el reciente fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que concedió la libertad a los terroristas vascos, ha modificado esa posición.

En su resolución, desde otro ángulo, la Corte invoca situaciones ideales, olvidando qué dice la realidad: ratifica la vigencia total del texto de la ley, exige la independencia del AFCSA, reitera la obligación de distribuir equitativamente la publicidad oficial, pondera la pluralidad de voces que la norma dice propugnar, etc.

Al hacerlo, obviamente ignora –o finge hacerlo- que Sabatinella es un mero empleado de doña Cristina y que el Poder Ejecutivo ha desconocido los fallos a favor de Editorial Perfil, que Patotín ha impuesto un cepo publicitario que asfixia a los diarios díscolos, que Cristóbal Timba López compró los medios que Hadad no podía legalmente vender, que se ha agraviado y escupido a los periodistas que no coinciden con la visión oficial, que se llegó a imputar a la dueña de Clarín de apropiadora de hijos de desaparecidos, que el oficialismo en pleno –encabezado por la Soñadora Compartida- amenazó con tomar el Palacio de Justicia, que el organismo de control no ha exigido a ningún otro conglomerado mediático la adecuación a la ley y, sobre todo, que la Casa Rosada no reconoce autoridad alguna a la propia Corte, como lo ha demostrado en los casos del Procurador Sosa, de Santa Cruz, o Badaro, en las jubilaciones. Y desdeña cuánto ha hecho el kirchnerismo para convertir a esta década en el peor período para el ejercicio de la libertad de expresión.

En resumen, el fallo es una calamidad jurídica e institucional, pero en modo alguno significa que la Ley de Medios pueda ser aplicada de inmediato, puesto que ha dejado demasiados flancos abiertos a discusiones sobre plazos, modos y procedimientos, que recrearán nuevos escenarios conflictivos y requerirán de renovados pronunciamientos judiciales. Espero que los jueces inferiores pongan, al resolverlos, su sapiencia jurídica y, sobre todo, su coraje para deshacer tanto entuerto.

A la luz de la mirada de Olivos -¿quién es el que mira, ahora que Cristina no está y nada se sabe de su salud?- el Gobierno ya se encuentra habilitado para invadir las empresas de Clarín, lo cual es obviamente falso. Sin embargo, en este singular Macondo en que se ha convertido la Argentina, todo es imaginable y el mismo jueves Sabatinella se ocupó de probarlo con sus payasadas.

La victoria política del Gobierno con la Ley de Medios no soluciona ninguno de los graves problemas que afectan a nuestro país de modo creciente: el primero ya es el narcotráfico y la violencia que trae aparejada; la inflación; la pobreza y la miseria, tan negadas; el deterioro de la educación y de la salud; la crispación de la ciudadanía, cuya agotada paciencia la lleva a quemar comisarías y autos; la pérdida de las reservas; la fiesta del blue; la fuga de empresas extranjeras y la caída del mercado laboral. Cualquiera de ellos daría para escribir un libro y esto, lamentablemente, es sólo una nota; tan pronto el vértigo y la náusea me lo permitan, volveré sobre ellos.


sábado, 2 de noviembre de 2013