domingo, 26 de enero de 2014

Absurdos Miedos



Absurdos Miedos

“Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno” Emiliano Zapata.


No voy a extenderme demasiado sobre las nuevas medidas que Coqui y Bambino anunciaron el viernes tan desprolijamente porque, como casi todos, ignoraré hasta mañana, lunes, qué significan. Sólo diré, al respecto, que mientras no exista confianza, ningún plan económico podrá tener éxito.

Asistí, días atrás, a la proyección de “12 años de esclavitud”, una excelente película que competirá por los Oscar próximamente. Al ver cómo trataba un plantador sureño a sus esclavos negros, matándolos, violándolas y lacerando sus espaldas a latigazos por cualquier motivo, me pregunté por qué éstos, que obviamente superaban al explotador en número y fuerza física, jamás se rebelaban y continuaban soportando la tortura para siempre. Muchos otros hechos históricos, desde esta perspectiva, son igualmente llamativos.

Mi nota de la pasada semana, en la que me declaré constitucionalmente destituyente y propuse una rebelión fiscal –siguiendo el consejo que se puede ver en http://www.youtube.com/watch?v=dHezFksIM68-, provocó tanto aplausos como críticas, éstas inclusive de muchos a los que considero afines en el pensamiento. Confieso que me provocó incredulidad, toda vez que es un tema que he conversado con muchos de ellos en el último tiempo. Llegué a la conclusión de que un absurdo miedo a esa palabra –“destituyente”- es lo que impregna su accionar diario, al igual que sucede con casi todos los dirigentes políticos, sindicales y empresariales; la mayor prueba de ello fue la ausencia de De la Sota, Scioli y Massa en la cumbre sindical de Mar del Plata.

Mi asunción de una posición tan riesgosa se funda en los daños que implicará, para la Argentina entera, que este nefasto régimen continúe destruyendo lo poco que queda de la institucionalidad y, de un modo no menor, la economía. ¿Qué pasará con el trigo, si doña Cristina sigue al mando dos años? ¿Y con la carne? ¿Tendremos que volver a comunicarnos por señales de humo porque los teléfonos dejarán, finalmente, de funcionar? Con una demanda creciente de energía y nulas inversiones en generación y distribución, ¿el único negocio exitoso será la fabricación de velas artesanales? En la medida en que la recaudación crece menos que la inflación, por lo cual el Estado verá aumentar su déficit, ¿a cuánto llegará la emisión de billetes? ¿Y si la desbocada “dispersión de precios” se transformara en hiperinflación? Con los innecesarios y absurdos pagos en efectivo de la deuda externa y con el misterioso levantamiento del cepo, ¿en cuánto quedarán las reservas del Banco Central? ¿Cuánto más robarán la Presidente, los funcionarios y sus cómplices? ¿Cuál será el nivel de incremento del narcotráfico, apañado desde los estamentos más altos del poder? Un gobierno desesperado por la proximidad de su explosivo final, con las inevitables consecuencias sobre la banda de delincuentes que lo integran, ¿trepidará ante la posibilidad de hacerse con los ahorros privados en moneda extranjera? ¿Qué pasará con los jueces y fiscales probos que quedan?

La Presidente y sus corifeos se han llenado la boca, durante años, con el desafío a sus críticos para que formaran un nuevo partido y ganaran elecciones; pues bien, ambas cosas ya han sucedido y, si bien es altamente deseable que todos respetemos los plazos constitucionales, debemos considerar que nos enfrentamos a un régimen que jamás lo ha hecho. Es absurdo subir al ring a boxear con las reglas del marqués de Queensberry, si enfrente tenemos a un luchador que está dispuesto a pegar patadas, morder, golpear en cualquier sitio y, sobre todo, que ha elegido al referí y a los periodistas deportivos.

Creo que sostener, a esta altura de los acontecimientos, la pretensión de que doña Cristina termine su mandato resulta absurda y, como digo, sumamente costosa. La Presidente continúa ausente, a pesar del ridículo acto del miércoles en Casa Rosada, y el viernes viajó a Cuba nadie sabe para qué y como si en la Argentina no pasara nada. Ya son vox populi todos los rumores que hablan del deterioro psíquico que padece, y sus últimas apariciones públicas tienden a confirmarlos. Tengo para mí que el otro miedo que embarga el ánimo de todos los que integran el plexo de pre-candidatos presidenciales es tener que enfrentar las desastrosas consecuencias que producirá el sinceramiento de la economía, algo que deberemos hacer –y pagar el costo- para salir de este buscado –y votado- pantano en que nos hemos puesto.

Reconozco que no es un tema menor, ya que el intencional deterioro de la educación hará que muchos, tal vez millones, de nuestros conciudadanos imputen la responsabilidad de esas consecuencias a quien ejerza la Presidencia en ese momento, olvidando quiénes fueron los verdaderos culpables de la situación; que eso pudiera hacer reverdecer la popularidad de la viuda de Kirchner, sin embargo, me parece altamente improbable porque vi qué pasó con la de Carlos Menem.

Un tema que ha sido poco considerado es la permanente queja que hacen los opositores respecto a la utilización del “relato” por el Gobierno. Esa posición resulta, al menos, curiosa porque ellos fueron los primeros en “comprarlo” en todo lo que tuvo que ver con la represión del terrorismo; me refiero, por ejemplo, a la instauración de la cifra de 30.000 desaparecidos como dogma, hoy negada hasta por los mismos guerrilleros, a la persecución sin tasa ni medida a los militares y a la celebrada conversión del tema en un enorme negocio. Los militares presos, invocando la nunca probada –en términos jurídicos- comisión de delitos de lesa humanidad, se les han negado todos los derechos humanos y constitucionales, incluidos los principios de inocencia y legalidad, de defensa y la prisión domiciliaria para los mayores de setenta años que no puedan poner en peligro las pruebas ni estén en capacidad de fugarse; para comprobarlo, basta con ver este video: http://tinyurl.com/ks37wrn.

El Frente para la Victoria (de otros) ha perdido la batalla que convirtió en la madre de ellas durante años: el grupo Clarín ha visto aprobado por el AFSCA su plan de reestructuración sin resignar nada de su poder de fuego. Si bien lo hizo para justificar una conducta similar respecto Cristobal Timba López, que adquirió los medios del grupo Hadad (Radio 10 y C5N, entre otros) en violación flagrante a los dictados de la Ley de Medios Audiovisuales, y seguramente preparando alguna maniobra similar con Telefé, la realidad es que el Gobierno, que empeñó en esa lucha todos los medios posibles, no consiguió, siquiera, derrotar a Magnetto.

Para concluir, seré autorreferencial; dije, la semana pasada: “Resulta claro que todas las variables económicas se han salido de madre, por obra y gracia de una Presidente ausente y de un grupo de cretinos incapaces y groucho-marxistas (tan torpes que ni siquiera pudieron ejecutar las nefastas políticas del Foro de San Pablo), además de extremadamente dañinos, a los que aquélla ha puesto a manejar el país”. Lamento que esa afirmación se haya visto tan pronto confirmada.


domingo, 19 de enero de 2014

Una mecha muy corta



Una mecha muy corta

“Nada hay dentro de la nación superior a la nación misma” Nicolás Avellaneda

Como émulo de los que cayeron en Villa Gesell y Mar del Plata (pido disculpas a sus víctimas por la comparación), el mercado ha fulminado con un rayo a la Argentina. Resulta claro que todas las variables económicas se han salido de madre, por obra y gracia de una Presidente ausente y de un grupo de cretinos incapaces y groucho-marxistas (tan torpes que ni siquiera pudieron ejecutar las nefastas políticas del Foro de San Pablo), además de extremadamente dañinos, a los que aquélla ha puesto a manejar el país. Y la pregunta que hoy se formula más habitualmente en la calle es: ¿se puede seguir así casi dos años más? Porque, convengamos, dejar a esta banda de delincuentes seguir obrando a su antojo durante ese lapso, significará más miseria, más hambre, más inflación y más destrucción y, al final, el país estará de rodillas para siempre.

El miércoles, la internación de su madre permitió que doña Cristina estuviera en el Sanatorio Otamendi durante más de nueve horas y la falta de información oficial disparó todas las versiones sobre el verdadero estado de salud de quien ocupa el sillón de Rivadavia. Fue curiosa la reunión que mantuvo con el Bambino Kiciloff el jueves, en el mismo lugar; sólo cabe suponer que el ámbito fue elegido para atender una eventual descompensación frente a las malas noticias que le llevaba el Ministro de Economía. Pero, para declarar su incapacidad para ejercer el poder y habilitar el mecanismo constitucional de reemplazo se requiere una ley, un objetivo de imposible concreción con esta composición del Congreso, aún cuando se estén violando hoy mismo los artículos 3 y 88, entre tantos otros, de la Constitución.

¿Los argentinos debemos, en nombre de esta institucionalidad “trucha”, aguardar los veintitrés meses que faltan para que venza el período presidencial y pagar el costo de una mayor profundización de la miseria del país y del deterioro de todas nuestras expectativas de futuro? ¿Debemos privilegiar, frente a un gobierno que ha violado tanto la Constitución, su permanencia a la existencia misma de la nación? Pretendo que funcionen los mecanismos legales y, de ningún modo, concordaría con un golpe de estado; sin embargo, creo que debemos volver a la democracia representativa y dejar de lado esta democracia “delegativa”, como definiera Guillermo O’Donnell.

Mañana, en Mar del Plata, el sindicalismo gritará su propio reclamo y, probablemente, la voz resulte unificada –parece que no asistirán De la Sota, Massa y Scioli- y acelerará el final anunciado; tal vez, sea mejor eso que el sepulcral silencio que rodeó al cónclave celebrado por casi todas las asociaciones gremiales empresarias (AEA, ACDE, ADEBA, ABA, Mesa de Enlace, cámaras binacionales de comercio, etc.) en La Rural días atrás.
  
Nuevos elementos que se han sumado al escenario político y económico permiten asegurar, sin temor a errar, que esta nueva crisis se producirá en un contexto significativamente peor que la del 2001. Veamos: la sociedad está partida en pedazos y violentamente enfrentada, y la utilización de la Gendarmería para contener el descontento policial ante las promesas salariales incumplidas auguran el enfrentamiento entre dos fuerzas que portan  armas; la presumible intención de utilizar al Ejército –sino, ¿para qué se compran Hammer blindados?- para la seguridad interior chocará con la natural negativa de muchos oficiales a salir a la calle, aún con una normativa que lo convalide, ya que saben que serán juzgados después con la vara de esta falsa política de derechos humanos, que hoy mantiene en la cárcel a 1.600 de sus antecesores; y para colmo de males, carecemos de dirigentes capaces de montar el potro salvaje de esa monumental crisis que se avecina.

La inflación se está espiralizando –confirmando que superará el 40% este año- y los tres medios financieros más importantes del mundo,  The Wall Street Journal, The Financial Times y The Economist, hicieron una trágica interpretación de la realidad argentina, adjudicando su total responsabilidad a los Kirchner, y uno de ellos avisoró la posibilidad de grandes conmociones sociales. La devaluación que el Gobierno está realizando superó, en quince días, las estimaciones del Presupuesto Nacional para todo el año, y el “blue” continúa su imparable carrera; el viernes cerró a $ 12 por unidad.

Si bien todavía nuestro nivel de reservas nominales supera el que se vio obligado a dejar De la Rúa, lo cierto es que ya no alcanzan más que para pagar cuatro meses de importaciones, cuando entonces podían afrontar un año entero; y, aún cuando los precios de nuestras materias primas aún superan en 300% a los que regían entonces, los beneficios de las cosechas sólo sirven hoy para importar los combustibles que, en aquel año, no faltaban; el gasto público se ha disparado hasta el infinito, y más de un millón de nuevos empleados públicos garantizan un frente de tormenta que tampoco en aquella época existía; y el aislamiento internacional, sobre todo respecto a los mercados de crédito, nos obliga, como quería Aldo Ferrer, a “vivir con lo nuestro” que, notoriamente, no alcanza.

El Gobierno sigue haciendo de las suyas, profundizando el modelo de saqueo y expoliación, y el déficit fiscal ya llega al 4,5% del PBI, por la caída de la recaudación de impuestos debida, a su vez, a la paralización de la actividad y la natural reducción del consumo. El desparpajo con que roba y dilapida el esfuerzo de los argentinos, que ya deben destinar más de la mitad de su tiempo laboral a pagar la enorme carga impositiva que los abruma, produce irritación e indignación; en especial porque, además de abonar a la AFIP y a sus homólogas provinciales y municipales por servicios dignos del África subsahariana, deben afrontar el costo de la seguridad privada, de la salud privada, de la educación privada y hasta de la justicia privada, como muestra la creciente recurrencia a los tribunales arbitrales.

Frente a un régimen que recaudó la friolera de US$ 900.000 millones, la población, que carece de los más básicos servicios que el Estado debe suministrar a cambio de los impuestos, se pregunta dónde está ese dinero. Viajamos como ganado y morimos, día tras día, en ferrocarriles y caminos inexistentes, perdimos el sistema de comunicaciones más moderno de su época, nuestros hospitales y escuelas se caen a pedazos y carecen de los más mínimos elementos, nuestros puertos son obsoletos, y nos hemos quedado sin reservas de energía, lo que nos impide tener luz y gas. ¿Cuánto, de esa sideral suma, fue a parar al bolsillo de los Kirchner y sus cómplices?

Entonces, con ánimo constitucionalmente destituyente –rol que asumo con responsabilidad- propongo entonces que ataquemos a este nefasto régimen en su frente más esencial, la recaudación fiscal. Si nos ponemos de acuerdo en dejar de pagar los impuestos, como hicieron los norteamericanos en Boston con el té, podremos obligar al Congreso a tratar la situación de acefalía en que el país se encuentra y, con ello, terminaremos con la familia imperial y con su banda de delincuentes, corruptos y genocidas. Si no lo hacemos, si continuamos desempeñando el papel de borregos dispuestos a trabajar como esclavos para que la Presidente y sus corifeos sigan llenando sus alforjas ahítas, que derrochan en casas, aviones, viajes, Fútbol para Todos, Aerolíneas Argentinas, etc., no tendremos destino como nación y la Argentina dejará de existir.

En cambio, si hacemos como Ghandi en la India, que pacíficamente logró desterrar al Imperio Británico y sus procónsules locales, si concretemos esa resistencia civil, el Gobierno, desfinanciado, se verá imposibilitado de seguir adelante con su irracional política de comprar voluntades y robar hasta las cañerías del edificio estatal y, cuando las consecuencias de nuestra común conducta produzca el derrumbe final de esta década siniestra, todos sus responsables, funcionarios o privados, terminarán por pagar la cuenta de la fiesta con su libertad y su fortuna mal habida; algo nos están diciendo, en este sentido, los permanentes “escraches” a que son sometidos cada vez que intentan asomar fuera de sus madrigueras, algo que no se produjo con los gobiernos anteriores.

Debo reconocer que peco de optimista porque, lamentablemente, no veo en los argentinos el coraje necesario y la vocación común de quienes hicieron la patria; en un país donde todos tienen la cola sucia, resulta difícil que se venza el miedo individual y egoísta, que se supere el “sálvese quien pueda”. Apelo, sin embargo y contra toda esperanza, a mis conciudadanos y, en especial, a los dirigentes, para que juntos nos pongamos el país al hombro y salgamos de este marasmo en el que estamos inmersos por decisión propia; para ello, me permito citar a Leopoldo Lugones: “… entre los afeminados ciudadanos de Ítaca no se encontró uno capaz de manejar el arco legendario del guerrero ausente”.

Bs.As., 19 Ene 14


domingo, 12 de enero de 2014

La Argentina, ¡del tomate!



La Argentina, ¡del tomate!

“Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y construyen, y los que odian y destruyen” José Martí

Doña Cristina sigue sin aparecer y el agravamiento de su situación psíquica ya es vox populi, a punto tal que se cuenta acerca de un nuevo episodio de pérdida de ubicación espacio-temporal durante su descanso en el Calafate. Hoy, más allá del eficiente ocultamiento que hace de su figura, quien manda de hecho en la Argentina es el Chino Zannini, a quien nadie eligió nunca, que dice transmitir las órdenes de la reina.

Cuando la Presidente designó al ya ridículo Coqui Capitanich como Jefe de Gabinete (prudente, no renunció como Gobernador del Chaco) para paliar, en alguna medida, los efectos de su desaparición, mantuvo a Bambino Kiciloff (en realidad, lo ascendió a Ministro de Economía, desplazando a Me-quiero-ir Lorenzino) y a Patotón Carioca Echegaray, y así rearmó su propio “Titanes en el Ring”, el recordado show de Karadagian. En su máquina de picar carne, llevó al cuadrilátero a luchadores disfrazados, que pasaron a combatir todos contra todos y sumen al país entero en el mayor desconcierto.

Por su parte, chismes de Olivos cuentan que Coqui, harto del permanente esmerilamiento al que es sometido por funcionarios que, al menos en teoría, dependen de él, ya ha presentado la renuncia; tal vez, el rechazo haya sido similar al que recibió don Julio DeCobrado en iguales circunstancias: “de aquí sólo te vas preso o muerto”. El propio Patotón, a quien los medios de Cristóbal Timba López armaron la cama de Rio de Janeiro, situación que se ha agravado por sus notorias mentiras, ha sido reiteradamente desautorizado y debe estar con el cuero dolido; tengo para mí que, si no fuera por las comprometedoras carpetitas que armó en la AFIP sobre doña Cristina y su íntimo entorno, ya se lo habría eyectado.

Es habitual hoy, en todos los corrillos políticos, resaltar que, en cualquier país serio, Patotón ya hubiera sido echado; es cierto, pero siempre respondo que, antes, la propia Presidente, Guita-rrita, Jaimito, Uberti, Schiavi, Báez, Anímal, los Ezkenazi, Ferreyra, Timba y tantos otros estarían presos.

Tal vez, en este entorno tan dramático, que ha incluido marchas y contramarchas en materia de impuestos al patrimonio y a la valorización de activos inmobiliarios, los episodios más risibles hayan sido la amenaza, después desmentida alegando mal asesoramiento, de abrir la importación de tomate desde Brasil, con el confeso propósito de “cuidar” los precios y la mesa de los argentinos, y el anuncio de la compra, por el Ejército Argentino, de treinta y cinco Hummer como muestra de la recuperación de nuestra relación con los Estados Unidos.

Este último ítem, más allá de demostrar que carecemos de fondos hasta para comprar unos modestos blindados, trae una complicación adicional, que debiera generar preocupación en la ciudadanía. El Chivo Rossi ha negado que los transportes vayan a ser destinados a la lucha contra el narcotráfico, hoy prohibida por la ley de defensa. Porque, obviamente, asignarles esa misión haría que los militares violaran la normativa vigente, al actuar dentro de las fronteras; pero, si no tuvieran ese destino, ¿cuál sería la función de los vehículos? Y eso nos lleva a la siguiente pregunta: los oficiales, que ven diariamente a sus camaradas presos por haber obedecido una ley dictada en democracia, ¿estarán dispuestos, por seguir a Espión Milani, a caer en la misma trampa por “obediencia debida”?

Todo sería un tema menor si no tuviera tan alto costo político y económico para la Argentina entera, tanto hacia su propio interior cuanto a su imagen internacional. En un momento en que las reservas nacionales han, prácticamente, desaparecido, lo cual ha llevado al Gobierno a los más absurdos experimentos para tratar de recomponerlas, ¿alguien estará tan borracho, sea argentino o extranjero, como para traer divisas a un país tan corrupto, inmerso en una sideral crisis moral, que carece de conducción y de planificación económica, no respeta contrato alguno, tiene uno de los índices de inflación más alto del mundo, padece de cepos y arbitrariedades, no permite retirar utilidades, comienza a carecer de mano de obra calificada, no puede suministrar energía y vive en el más extremo cortoplacismo?

Porque, convengamos, la Argentina es un lugar en que uno se entera si es rico o pobre leyendo el diario del día siguiente. Habiendo otros países vecinos que crecen más que nosotros y en los cuales las certidumbres de largo plazo y la seguridad jurídica son la realidad cotidiana, ¿para qué jugar en el enorme casino en que hemos convertido al nuestro?

Leyendo una nota que publicó Daniel Muchnik el martes pasado en “El Cronista”, con una acabada descripción del “rodrigazo” de 1975 y sus consecuencias, las similitudes con la situación en que vivimos convoca a lo inexorable de un final largamente anunciado; recordé que quien esto escribe, ya en julio de 2008, lo había dicho (http://tinyurl.com/n6vkz4e). Fui muy vapuleado en su momento, acusándome de tratar de convertir en una profecía autocumplida mi fervorosa y militante crítica a los Kirchner y, como sucedió con la crisis energética, que también describí tempranamente, con el paso de los años en los que nadie la percibía fui perdiendo credibilidad. En economía nadie puede establecer plazos ciertos para los acontecimientos futuros, pero éstos son inexorables cuando se siguen aplicando recetas erróneas y, sobre todo, cuando esas políticas tienen por objetivo real el saqueo.

El “rodrigazo” lo está haciendo ya el Gobierno, que ha devaluado el peso frente al dólar en un porcentaje mucho mayor que la inflación, que ha autorizado grandes subas en los precios de los combustibles y del transporte, o que llega a acuerdos de alimentos que convalidan las alzas anteriores a su vigencia. Pero lo está haciendo en etapas, con lo cual su efecto de sincerar la economía se pierde siempre, y el golpe final lo darán los empleados públicos, cuyos salarios ya resulta imposible de pagar tanto para la nación como para las gobernaciones e intendencias. ¿Volverán, entonces, las cuasi-monedas, como dijo el Gobernador Colombi, de Corrientes?

La preocupación por la estampida del dólar “blue” ha obligado a la Casa Rosada a insistir en el vaciamiento de la ANSES, que ha vendido bonos que deberán pagar los futuros gobiernos, pese a lo cual el señor Fábregas, desde que asumió la Presidencia del Banco Central, ya ha visto caer las reservas en U$S 1.500 millones en sólo cuarenta y cinco días. Esa caída ha llevado las disponibilidades reales al nivel de US$ 9 mil millones, confirmada por los especialistas, y reviste características más que alarmantes, sobre todo por la pretensión de robar otros US$ 3,5/4 mil millones con la excusa de las falsedades del INDEC sobre el crecimiento de nuestra economía.

Mientras tanto, como se ha visto, el Gobierno, que este año importará petróleo crudo por primera vez en décadas, apuesta a YPF para conseguir divisas, es decir, quiere repetir la situación imperante antes de su privatización: se endeudaba a la empresa, que pagaba menos tasa que la propia Argentina, para extraer luego los fondos de su tesorería. Ante ello, tampoco resulta sorprendente que haya tantos trascendidos acerca del arrepentimiento del Mago Galucchio de su aceptación del cargo de CEO de la compañía, harto de discutir con La Cámpora.

Sin embargo, el desquicio en que la combinación extrema de maldad e ignorancia de quienes, al menos en teoría, se ocupan de la economía los ha llevado a un nuevo contrasentido: el bloqueo del CUIT a una de las mayores exportadoras de granos, que cometió la ingenuidad de enviar trigo al exterior con una autorización previamente concedida, y a la cual se le exigió cancelar la operación con el buque ya en navegación. La medida ha generado temor en las restantes compañías del rubro, y producirá nuevas consecuencias graves en el mercado local del cereal.

Esta semana, la dirigencia empresarial y el campo se reunieron a puertas cerradas en La Rural. Conociendo mucho a algunos de quienes estuvieron en ese encuentro, sé que se comenzó a pensar en cómo y qué hacer si el plazo constitucional del 2015 adelantara, como muchos creen, su vencimiento.

La Argentina, como dicen los chicos, está “del tomate” desde hace mucho tiempo, pero el mal se ha agravado y ahora alcanzó al máximo nivel ejecutivo nacional. Los próximos sesenta días serán definitorios; la sociedad, ya alerta, está reclamando consensos frente a lo que viene, pero los opositores siguen mirando para otro lado y, ante la pregunta, responden: “¿yo?, ¡argentino!”.


Bs.As., 12 Ene 14

domingo, 5 de enero de 2014

Los Reyes Magos y la Reina Ausente



Los Reyes Magos y la Reina Ausente

“La realidad pende siempre sostenida de lo impensado”. Roberto Alifano

La transición del calendario estuvo marcada por un “no-hecho”, capaz de generar, por sí sólo, un oxímoron: la enorme presencia de la Presidente ausente. Mientras que muchas personas, no sólo de la Capital y del Conurbano bonaerense, atravesaban la inusual e implacable ola de calor con falta de luz y de agua, doña Cristina nada dijo; como en tantas otras tragedias recientes, su silencio fue estruendoso (otro oxímoron, ¡gracias, Jorge Asis!).

Eso nos lleva a la gran pregunta: ¿quién gobierna hoy la Argentina? Las luchas internas del Gobierno ya venían de dando pruebas de su existencia pero, a partir de la desaparición de la señora de Kirchner se han exacerbado y hasta el propio Jefe de Gabinete se ha visto desautorizado en público por ministros y funcionarios.

El personaje con mayor crecimiento personal en materia de poder ha sido el ahora Tte. Gral. Milani. ¿Cuál es la razón? Su conducta me recuerda, casi diariamente, al fallecido Almte. Massera; tal vez convendría que comenzáramos a mirarlo desde esa perspectiva, y a ocuparnos de evitar que las fuerzas armadas sean puestas al servicio del “modelo” y no de la nación.

Me he puesto a pensar qué podría suceder en el escenario si mañana, cuando está previsto su regreso a Olivos, la Reina no vuelve, para no responsabilizarse por el inevitable “rodrigazo”. Por supuesto, la Ley de Acefalía tiene previstos los mecanismos legales para el reemplazo; sin embargo, sólo se trata de un marco teórico, porque no veo en los precandidatos en danza a ninguno capaz de suscitar el enorme consenso indispensable -social, político y legislativo- para enfrentar la crisis inédita que el kirchnerismo dejará como herencia. Ya se escucha en la calle “¡que se vayan todos!”.

Porque, convengamos, la magnitud de los problemas que aquejan a la Argentina es tal, y su resolución de tan largo plazo y de tan alto costo, que se necesitará un concilio de Reyes Magos para conducir esta nave -sin motor,  sin timón y sin estrella- a puerto seguro. Como estamos iniciando un nuevo año, viene bien hacer un somero inventario:
1.     el 25% de los argentinos depende de los subsidios para comer;
2.    quienes los reciben no quieren trabajar para no perderlos;
3.    cada vez es mayor la diferencia entre los más pobres y los más ricos;
4.    2.500.000 personas viven en villas de emergencia;
5.    la falta de cloacas (30%) y de agua potable (10%);
6.    la inseguridad cotidiana, que mata a cientos de personas por año;
7.    la sociedad enfrentada de un modo sólo comparable a las guerras civiles previas a la batalla de Caseros;
8.    el narcotráfico, socio de funcionarios de alto rango y de las policías;
9.    El millón de jóvenes “ni-ni”, que no trabajan ni estudian;
10. la decadencia de la educación, que excluirá los alumnos del mercado laboral de un mundo cada vez más exigente;
11.  la salud pública, en franco deterioro, y el sometimiento de los pacientes a enormes tormentos, agravados por la competencia con extranjeros transeúntes;
12. la carencia de una política de Estado en materia de inmigración, y la indiscriminada recepción de vecinos con escasa calificación laboral y, muchas veces, integrantes de organizaciones delictivas;
13. la expoliación de los más pobres a través del juego, que financia a la política;
14. la falsa e hipócrita política de derechos humanos, que ha llevado a la cárcel a los militares que reprimieron la subversión, mientras premia a los terroristas con indemnizaciones y cargos públicos;
15. el fantasma del desempleo;
16. la enorme deuda interna con el Banco Central, y la previsional, el vaciamiento de la ANSES y la montaña de juicios que se arrastran en los tribunales;
17. el sideral crecimiento del gasto público improductivo;
18. la infraestructura vial, ferroviaria y portuaria y de comunicaciones, que se caen a pedazos;
19. las reservas monetarias, que realmente no superan los US$ 10.000 millones;
20.la segunda tasa de inflación de toda América, que se acelera;
21. el deterioro del tipo de cambio;
22.el cepo cambiario
23.la desaforada emisión monetaria;
24.las economías regionales condenadas, que sufren el notable incremento de los fletes;
25.la falta de acceso a los mercados internacionales de crédito y el desinterés de los inversores globales, y la carencia de ahorro interno;
26.la concentración de la recaudación en manos del poder central, que estrangula a las provincias, sometidas a los caprichos de Olivos;
27.los sueldos públicos atrasados, como ya se ve en las paritarias docentes;
28.la presión impositiva inédita, a los contribuyentes a trabajar la mitad de su tiempo para pagar los impuestos;
29.el inmenso déficit habitacional;
30.la pérdida de los tradicionales mercados para nuestras carnes y granos, salvo la soja;
31. la industria nacional que, sin salir a competir a escala global, nuevamente está convirtiendo al país en el zoológico donde cazar;
32.el aislamiento internacional, la errática conducta diplomática y el inexplicable alineamiento con Venezuela e Irán;
33.la falsificación de las estadísticas y la intervención del INDEC;
34.el atraso en las tarifas del transporte, de la energía y del agua;
35.el autoabastecimiento energético perdido, el fuerte y creciente déficit de la balanza comercial de combustibles y la dependencia cada vez mayor de las importaciones, crecientes en cantidades y precios, que este año requerirán US$ 15.000 millones;
36.los gasoductos y las líneas de alta tensión que, construidas en los 90’s para exportar gas a Chile y energía eléctrica a Brasil y Uruguay, que han  invertido el sentido de los flujos para aliviar nuestra escasez interna;
37.la falta de resolución de los problemas con el Club de París y con el CIADI, que nos impiden acceder al financiamiento de nuestro comercio exterior, cerrando mercados y complicando las importaciones;
38.la corrupción oficial, que se ha exacerbado a niveles nunca vistos, ya que no se ha limitado a robar dinero sino que, ahora, lo hace con empresas enteras, en muchos ámbitos de la actividad económica;
39.las grandes empresas públicas que no publican sus balances, no son auditadas y están en manos de los jóvenes de La Cámpora;
40.los organismos de control desmantelados, y el Consejo de la Magistratura, responsable de los concursos para la designación de los jueces, paralizado;
41. la mayoría de los jueces que integran el fuero federal penal, irrecuperables por su venalidad;
42.las fuerzas de seguridad infectadas por la politización, la prostitución de sus funciones y la corrupción;
43.la increíble permeabilidad de nuestras fronteras terrestres, aéreas, fluviales y marítimas;
44.la obsolescencia de material bélico del que disponen las fuerzas armadas, que ha dejado indefensa a la nación.

Este 2014 no traerá buenas noticias para la Argentina, tanto por lo que se desprende de ese inventario cuanto de la razonable resistencia -¿a qué extremos estarán dispuestos a llegar al ejercerla?- de los funcionarios actuales a perder el poder, la libertad y la fortuna mal habida. Por eso, debo reiterar mi ingenuo deseo: que esta noche, los Reyes Magos nos dejen en los zapatos una fórmula para salir de este laberinto en que solos nos metimos.