domingo, 28 de septiembre de 2014

Ya sé que estoy piantada ...

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Ya sé que estoy piantada ...

“No te compadezcas de ti mismo; eso sólo lo hacen los mediocres”. Haruki Murakami


Que la Presidente está insana ya es algo que nadie duda, salvo los adocenados chicos criados en los feed-lots de La Cámpora. Ni siquiera los aplaudidores seriales creen ya en que todo lo que se está haciendo forma parte de una estrategia lúcida y fenomenal nacida desde las capas más profundas del cerebro de la viuda de Kirchner.

Esta semana, cuando se conocieron los nuevos requerimientos que se han dispuesto para quienes pretendan viajar al exterior, una amiga residente en el exterior me escribió preguntando, como lo hice yo mismo la semana pasada, hasta cuándo los argentinos, dócilmente, soportaremos que se nos siga llevando, a los tortazos, por la senda del fracaso y de la tiranía que inaugurara el finado Chávez en Venezuela. Quiso saber por qué los dirigentes, sean políticos, militares, sindicalistas, empresarios, productores o banqueros, o la misma ciudadanía, viven aterrados ante una Presidente totalmente demente que, convertida por las urnas en un cuatro de copas, sigue conduciendo la Argentina como si todavía tuviera en la mano el as de espadas.

Parte fundamental de esos retrucos que lanza la Casa Rosada será el proyecto de Código Civil que la próxima semana aprobará el Congreso, y al que la sociedad da tan poca importancia, pese a la enorme trascendencia del tema; la falta de reacción es un subproducto más de la falta de educación y de la ignorancia que padecemos, por obra y gracia de tantas administraciones populistas.

Claro que el elenco de funcionarios que la acompaña no se queda atrás. Koki Capitanich, el Canciller ex-Twitterman y el Ministro de Economía Bambino Kiciloff, que forman el estado mayor del frente para la derrota del Estado, se muestran interesadísimos, para ocultar los fracasos de su jefa, en crear enemigos externos entre quienes debieran ser nuestros amigos naturales, como Estados Unidos, Brasil, Chile, Uruguay y Europa Occidental, mientras nos alinean con países tan estrambóticos y extraños a nuestros intereses, como Irán, Rusia, Venezuela y hasta China, a quien esta semana el Congreso le autorizará la instalación de una base científica o militar en la Patagonia, sobre un acuerdo que le es desconocido.

El calificativo que aplico al estado mental de la viuda de Kirchner ya no necesita prueba alguna pero, si se la requiriera, bastaría con leer la ininteligible catarata de "tuits" que envió mientras regresaba a la Argentina desde Nueva York, donde no dudó en acusar de terroristas a la Justicia norteamericana y a los fondos buitres, incluyendo al Presidente Obama; criticó, nada menos que desde la ciudad que sufrió la caída de las torres gemelas, la forma poco humanitaria en que fue, finalmente, abatido Osama ben Laden. Me precio de ser medianamente inteligente y, en general, estoy bien informado, pero no conseguí entender a qué se refería en sus mensajes electrónicos ni, menos aún, qué quiso decir a su tropa; palabras sueltas, inconexas, incomprensibles, fueron la característica general de esa insana diarrea.

Los argentinos siempre hemos sido muy proclives a las teorías conspirativas pero la gran viuda nos supera a todos. Porque, reconozcámoslo, hablar de un complot contra su exitoso "modelo" de desarrollo desde las Naciones Unidas con tan amplio espectro de integrantes, nos supera por lejos; baste con recordar que dijo que nada menos que Alemania es un país cooptado por los fondos buitres, y que la Administración de los Estados Unidos contribuye al no interferir en las decisiones judiciales.

Lo verdaderamente negativo para todos es que los conjurados en su contra tienen cada vez más éxito. La economía de nuestro país continúa su marcha descendente y nadie duda que chocará, en forma definitiva, el año próximo, sobre todo por la escasez de dólares y por el exceso de pesos, que el Gobierno imprime con una velocidad digna de mejor causa; sólo resta saber, como siempre, el momento justo en que los parches, los cepos, la inflación, la desaparición de las reservas y el colosal incremento del gasto dirán finalmente basta. ¿Habrá también una matinée financiera, como la que pronosticó doña Cristina en materia social?; si así fuera, estaremos en medio de un huracán sin precedentes.

Los vientos que lo formarán han comenzado a soplar, en este segundo semestre, con muchísima más fuerza. Las obligaciones de la deuda, la caída en el PBI industrial (6%), del comercio (12%), de las exportaciones (9%), de las reservas monetarias -a cuyo saldo nominal deben restarse los US$ 5.500 millones que se adeudan de importaciones ya concretadas-, del precio internacional de la soja (30%), del empleo privado, y la disparada de la inflación -estimada en 50% para el 2015-, de la emisión monetaria -se imprimirán $ 110 mil millones más antes de fin de año- y de la brecha cambiaria (80%) confirman el negro pronóstico.

En el fondo, el periplo presidencial de la semana pasada tuvo un costado positivo. Con la insignificancia que ha adquirido la Argentina en el concierto mundial y con las ridículas posiciones adoptadas por la Presidente, resultará imposible que lleguen a nuestras playas los indispensables dólares; así evitaremos que entren por una ventanilla del Banco Central y salgan en pesados bolsos rumbo al sur, agravando la carga del sucesor.

El Estado y todos sus organismos se han transformado en un enorme edificio carcomido por el narcotráfico y la corrupción, y no contribuirá a mejorarlo la gigantesca cantidad de jóvenes inexpertos con los que el Gobierno lo está poblando con la intención de mantener su ilusorio control post K; más temprano que tarde serán expulsados del paraíso oficial, y lo saben. ¿Qué harán entonces?

Muchos especulan con un eventual adelantamiento de las elecciones para evitar que el colapso llegue con la viuda de Kirchner aún en la Casa Rosada, pero eso sería para ella aceptar un fracaso y una derrota, algo imposible para su naturaleza de escorpión; si es necesario, incendiará el país, pero en ningún caso dejará el poder anticipadamente.

Por mi parte, me sumo a quienes ven en el horizonte horribles planes para terminar de destruir a la Argentina; pero lo haré desde adentro. LLevo años diciendo que a este nefasto régimen no lo sacaremos ni con votos; que ya algunos comiencen a creer en esta profecía implica, al menos, que cuando la hora final llegue, nos encontrará más preparados.

En general, se me contesta que no existe nadie capaz de sostener al régimen por la fuerza y con violencia, porque la situación actual no puede compararse con los años 70's, cuando imperaba una ideología que permitía que muchos jóvenes enceguecidos se convirtieran en máquinas de asesinar o de morir por un nefasto ideal, y que el dinero no alcanza para comprar voluntades dispuestas a poner el pecho y jugarse la vida.

Si bien el argumento es rigurosamente cierto, no lo es menos que la situación actual difiere en dos aspectos sustanciales: la droga y la marginación. Allí, en los pliegues más profundos de la miseria y del consumo de "paco", y entre los miembros del  "Vatayón Militante", se encuentra la mano de obra que saldrá a defender en la calle este proyecto político, a cambio de un suministro que la complicidad oficial con el narcotráfico garantiza. Esos jóvenes, que la sociedad ha descartado, son conscientes de su propia vida no vale nada y, por ello, no dudan en quitarle toda importancia a la ajena.  

Pero no hay que llorar sobre la leche ya derramada. Debemos tomar conciencia de la necesidad de cambiar, desde lo más profundo, nuestro contrato social, de darnos nuevas reglas de juego que impidan que todo esto nos vuelva a suceder. Cuando este régimen termine del modo que sea y debamos decidir nuestro futuro con el voto, miremos con detenimiento los antecedentes de cada uno de los candidatos; todos ellos tienen un archivo que nos dice qué hicieron hasta ahora y, si lo revisamos, no podrán engañarnos ni podremos evadir nuestra responsabilidad.

Sólo la decencia, la recta moral y la convicción de la necesidad de conocimiento nos permitirá reflotar a una nación que, habiendo chocado con otro iceberg, está hundiéndose a ojos vistas.


sábado, 20 de septiembre de 2014

¿Hasta cuándo, Cristina?


¿Hasta cuándo, Cristina?

“Cuando la Patria está en peligro, se recurre a Dios y al Soldado pero, cuando el peligro pasa, Dios es olvidado y el Soldado es juzgado”


Si Cicerón se levantara de su milenaria tumba formularía, otra vez, la retórica pregunta que lanzó ante el Senado de Roma, y por las mismas razones. La ciudadanía argentina, tradicionalmente, es capaz de aguantar sin quejas las más disparatadas acciones de sus gobiernos, y ha demostrado ser capaz de reaccionar sólo cuando éstas afectan, en forma directa, los bolsillos individuales; eso prueba, una vez más, qué poca importancia concedemos a la política, de la cual nos desentedemos tan pronto salimos del cuarto oscuro al que se nos convoca cada cuatro años, mientras insistimos en la remanida fórmula del "sálvese quien pueda" y avalamos la perversa teoría de la delegación absoluta de poderes a quienes nos gobiernan, de quienes, por lo demás, ni nos tomamos el trabajo de revisar sus antecedentes.

La Presidente insiste, ante la indiferencia general, en convertirnos, a las trompadas, en la tristísima Venezuela actual, armada sólo con el 54% que le concedió la reelección presidencial en 2011. Cuando miramos hacia Caracas y comprobamos qué han hecho el muerto Papagayo Caribeño y su sucesor, el increíble Pajarico Chiquitico, para conseguir destruir un país que flota sobre un mar de petróleo, podemos anticipar cuáles son las intenciones de doña Cristina, desesperada por el inminente final de la era kirchnerista y por un futuro negro en los tribunales federales que deberá recorrer, acompañada por sus funcionarios, sus testaferros, sus amigos empresarios y todos quienes se han enriquecido inexplicablemente durante esta extendida década.

La ley de abastecimiento, casi calcada de la legislación chavista que ha causado la desaparición de tantos productos básicos de las góndolas, fue aprobada con el increíble apoyo -en especial, para lograr el quorum- de algunos diputados que, al menos en teoría, integraban bancadas opositoras. Pero lo curioso es que ello no haya producido una reacción masiva de la ciudadanía, como aquéllas que causaron la apropiación de los dólares depositados, en 2002, y la Resolución 125, cuando el campo consiguió el apoyo de las clases medias urbanas.

En realidad, y más allá de los evidentes perjuicios en cuanto a la reinserción de la Argentina en los mercados voluntarios de crédito, debo confesar que la eventual aplicación de esa ley me preocupa menos que a muchos de sus detractores, en especial los productores rurales. Digo esto porque he tratado de imaginarme cómo harían los funcionarios del Gobierno para hacerse con la soja que, al menos en teoría, se encuentra aún acopiada en silo-bolsas. ¿Llegarían con camiones custodiados por la Gendarmería para transportarla? ¿Moyano permitiría que sus choferes los condujeran? ¿Podrían hacerlo, en una sola maniobra, en una zona por vez? ¿Qué caminos usarían, si los que existen están destruidos o anegados, para sacarla de los campos? Como siempre digo, los chacareros no son, en general, gente a la que se pueda arrear fácilmente, y no creo que se dejaran saquear mientras miran para otro lado; o sea, un operativo de esta clase requeriría que los escuadrones de protección a los recaudadores alternaran esas actividades con sus otras trascendentales misiones, como impedir los cortes de la Panamericana o vigilar a las "cuevas" de la city porteña.

Por lo demás, y como estaba previsto, lloverán sobre el Poder Ejecutivo miles, sí miles, de medidas cautelares que convertirían a esta nueva guerra en un eslabón más de la larga cadena de fracasos que los Kirchner cosecharon en las anteriores: basta recordar las batallas contra el campo por las retenciones a las exportaciones, contra la prensa libre con la ley de medios, y contra la Justicia, en pos de su "democratización"; movido por esas derrotas escribí una nota, hace tiempo, a la que titulé "¿Frente para la Qué?". Todas estos amagues, y éste en especial, hubieran podido tener mejor destino cuando el kirchnerismo gozaba de las mieles de abultados porcentajes electorales pero ahora, cuando restan pocos meses (si no se acortan los plazos) para el final anunciado y cuando la sociedad está tan inquieta por la crisis autogenerada, me resultan hasta ridículos.

Doña Cristina podrá tener vocación chavista, pero el "modelo" venezolano se apoya en un muy fuerte aparato militar que, en la Argentina, no existe, o no la respalda. La directa consecuencia de ello es que el Gobierno carece de personal apto y de medios coercitivos en cantidad suficiente como para permitirle un control territorial serio, si la explosión social que ella misma ha predicho finalmente se concreta.

Creo, más bien, que lo que está haciendo la Presidente, con la indispensable colaboración del Bambino Kiciloff, es todo lo posible para dejar tierra arrasada a quien deba sucederla, y la semana pasada hice un breve inventario de los males que éste heredará, aclarando que no lo envidiaba. La viuda de Kirchner imitará entonces a los rusos, cuando debieron retirarse frente a los avances de Napoleón y Hitler o, más cercanamente, a nuestros patriotas de Jujuy, cuando la derrota de Belgrano abrió las puertas a los ejércitos realistas.

Falta saber, obviamente, a qué extremos llegará mientras el calendario se lo permita o antes de que la temperatura social se eleve demasiado y se transforme en un incendio incontrolable. Creo, como dijo recientemente en una excelente nota mi amigo Jorge Mones Ruiz, que es muy capaz de detonar un autogolpe que -con la complicidad de este rastrero Congreso o disolviéndolo, como sugirió Metralleta Kunkel- le garantice alcanzar alguna perpetuidad o, al menos, alguna forma de impunidad.

Y falta saber qué hará la ciudadanía para impedir una reacción tan demencial. No sobran dirigentes capaces de liderar esa indispensable resistencia, aunque es cierto también que, cuando les resulta necesario, las sociedades encuentran los líderes capaces de sacarlas del marasmo y de la postración; basta recordar qué papeles jugaron hombres como Churchill o De Gaulle en la suerte de sus respectivas naciones.

Lo que se necesita hacer en la Argentina para volver desde esta decadencia terminal es de una gravedad tal que requerirá de un gigantesco apoyo moral de la población, hoy adormecida por un populismo suicida. Y, aunque resulte triste, eso sólo se da después de un cataclismo muy doloroso, quizás del tamaño del que imagina producir doña Cristina.

Pero hay que recordar que, como hoy, después de los más complicados inviernos, siempre vuelve la primavera.


domingo, 14 de septiembre de 2014

Vendiendo a Mamá

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Vendiendo a Mamá

"Y apareces tú
vendiendo el último jirón de juventud,
cargándome otra vez la cruz.
¡Cruel en el cartel, te ríes, corazón!
¡Dan ganas de balearse en un rincón!" Homero Expósito

Con la publicación de la encuesta permanente del Observatorio de la Deuda Social, dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), encontré un nuevo justificativo para la indignación que se reflejó en mi columna anterior -"Crímenes, canutos y aprietes"-, agravada por las estúpidas descalificaciones que Koki Kapitanich hiciera al respecto. Señaló el estudio que nada menos que el 40% de los argentinos menores a 18 años no consigue satisfacer sus necesidades básicas, con especial énfasis en el Gran Buenos Aires.

El viernes desayuné más indignado aún. Las nuevas normas educativas de la Provincia de Buenos Aires que, en la práctica, prohíben aplazar a los alumnos de primaria son, literalmente, una animalada. La decadencia terminal de la educación en la Argentina se debe medidas populistas como ésta, que los sucesivos gobiernos van acumulando una encima de otra y, sobre todo, al imbécil ideologismo que impregna a los sindicatos docentes.

Hemos permitido, mirando para otro lado, que se condenara a las futuras generaciones al fracaso más absoluto, porque la ignorancia les impedirá insertarse en un mercado laboral que, cada vez más, exige conocimiento y especialización. Por lo demás, me surge una inquietud: si, con el sistema de notas y aplazos, Sarmiento y sus sucesores pudieron hacer que tuviéramos un nivel de excelencia en la educación, internacionalmente reconocido, ¿por qué suponen estos cretinos que nivelando hacia abajo revertirán la terrible situación actual?

Pero volvamos al tema concreto de esta columna. Néstor Kirchner (q.e.p.d.) y su viuda, la actual Presidente, resultaron esenciales a la hora de privatizar YPF, a punto tal de trabajar intensamente en convencer a los restantes gobernadores involucrados y llegar al extremo de enviar al avión sanitario de la provincia a recoger a un legislador del norte para llegar al quorum necesario para aprobarla. Claro que ese gesto fue retribuido por Menem con el pago de la suma de quinientos millones de dólares a Santa Cruz que, por consejo de Cavallo y con la intervención de muchos intermediarios (hoy sospechados de lavado de dinero), fueron fugados al exterior y depositados en cuentas ¡a nombre personal del finado!

Los avatares -y la falta de vergüenza- de la política hicieron que, en la década "ganada", ambos cónyuges abjuraran de su declarada admiración por el riojano y por su Ministro de Economía, y construyeran parte de su poder parados sobre feroces críticas a los 90's, un período que, según esta nueva óptica, generó todos nuestros males actuales, a partir de la venta de las "joyas de la abuela", casi todas las empresas públicas.

Hoy, sumida en la desesperación por la desaparición de las reservas internacionales (un fenómeno causante de la caída de varios presidentes en el pasado) y cercada por los frutos de su nefasta actitud frente al mundo, que le impide acceder a los mercados voluntarios de crédito, la viuda se aferra al único tronco que, en su visión, le permitirá flotar, hasta el final de su mandato, en el río que ella misma y los inexpertos y torpes niñatos a los que puso a conducir la economía han revuelto hasta extremos impensados.

La brutal crisis que el gobierno del "socialismo del siglo XXI" produjera en Venezuela impide que sigan llegando dólares desde Caracas; China parece haberse convertido, así, en el único sostén al que apelar cuando ya todo, en la Argentina frente al mundo, se ha quemado por los desmanejos en materia de política exterior. Para verificarlo, basta recordar el penoso proceso del memorandum firmado con Irán, la identificación oficial con los terroristas de Hamas, o el actual desprecio argentino al boicot económico que la Unión Europea impusiera a Rusia por la guerra que lleva adelante contra Ucrania, que probablemente nos cueste toda relación comercial con el bloque.

Producto de esa desesperación y de la mala praxis de Cancillería, y de la necesidad de continuar robando, aparecieron los swaps de intercambio de monedas, la compra de coches ferroviarios y la propuesta de financiar las absurdas -por caras, ineficientes y no prioritarias- represas de Santa Cruz, proyectos rebautizados Cepernic y -¡cuándo no!- Néstor Kirchner. Pero sucedió lo impensable: la agencia oficial china de calificación de riesgo soberano determinó que la Argentina está en default y, con ello, todo adquirió ritmo de cuentagotas.

Y aquí llegamos al meollo. Para aceitar la complicada relación con el gigante asiático, a nuestra inefable Presidente no se le ocurrió nada mejor que cerrar un acuerdo que habilita a China a instalar en el sur argentino una base, con el declarado propósito de investigar el cosmos pero, como tiene cláusulas secretas -lo mismo que el contrato firmado con Chevron para Vaca Muerta-, admite la sospecha de uso militar; para agravar la situación, mientras se grita la consigna "Patria o Buitres" o se despotrica contra la Justicia norteamericana, la futura base -aunque ya está en avanzada construcción- estará bajo jurisdicción de los jueces chinos.

En resumen, después de ser cómplice de Menem en la denostada venta de "las joyas de la abuela", la viuda de Kirchner no hesita ahora en vender a la madre tierra -un pedazo de la Patria misma- para intentar que el nivel de reservas internacionales baje hasta la asfixia total y, con ello, se lleve puesto a su gobierno. ¡Notable parábola! Lo más sorprendente es que no se haya producido ya una explosión popular de rechazo a la iniciativa, como la que acompañó, apoyándolo, el desembarco en Malvinas, cuando en ambos casos se trata de compromisos del territorio nacional. Por lo demás, basta con mirar a Africa Subsahariana para descubrir, rápidamente, qué sucede cuando el gigante asiático se hace con las commodities (sean cereales, minerales, energía) de un país, ya que las necesita como el aire para alimentar su crecimiento. Sin embargo, en la nube de flato que puebla la mente del kirchnerismo, habremos cambiado así a los perversos yankees por los benefactores chinos.

Para colmo de males, el miércoles la Cámara de Diputados convirtió en ley el desacato a las sentencias de tres instancias judiciales que el mismo Gobierno, hace escasos meses, juró respetar. Aún se desconoce qué efectos concretos tendrá este disparate para la Argentina y para los funcionarios responsables, pero pretende transformarse en una gigantesca auto-amnistía por los ya denunciados delitos que se habrían cometido en los canjes de 2005 y 2010; recordemos, a mero título de ejemplo, que en este último Guita-rrita está siendo investigado por sus negocios con Arcadia, una financiera que, asesorando a los tenedores de bonos en default, le dictó las condiciones en que se realizó la operación.

Dejo para el final lo único tragicómico de la semana. Un año después de anunciar, con bombos y platillos y cientos de aplaudidores compulsivos y rentados que la isla Demarchi se transformaría en un nuevo polo cultural dedicado, en especial, a la industria cinematográfica, la señora Presidente de los cuarenta millones de imbéciles en que nos hemos transformado los argentinos nos sorprendió, con el mismo coro de palmas, al decir que allí se construiría la torre de departamentos y oficinas de lujo, con shopping, cines, etc., más alta de América Latina.

El faraónico proyecto que exhibió es de un delirio tal que debe ser comparado, sin dudar, con aquél avión estratosférico que nos permitiría viajar en cuatro horas a Japón. Hasta el marco se parece pues, mientras Menem no tuvo reparos en anunciarlo en una escuela rural de esas que ni piso de concreto tienen, doña Cristina lo hizo el mismo día en que la UCA diera a conocer su lapidario informe. Tal vez, estos parecidos se deban a la identidad peronista de ambos, ese movimiento político que, habiendo gobernado la Argentina casi ininterrumpidamente en los últimos veinticinco años, no consigue explicar por qué el país (sobre todo, el Gran Buenos Aires) se encuentra en este estado de postración, decadencia y miseria. 


domingo, 7 de septiembre de 2014

Crímenes, canutos y aprietes

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Crímenes, Canutos y Aprietes

“Cuando la compra y la venta están controladas por la legislación, lo primero que se compra son los legisladores”. P. J. O'Rourke 

El viernes tuve un brutal ataque de furia. Los diarios publicaron un pronóstico de la Corporación Andina de Fomento (CAF) que confirmó lo que muchos habíamos previsto hace tiempo: llegó el fin de fiesta para toda América Latina, básicamente por la caída del precio de las commodities que, a su vez, obedece a un menor crecimiento de China y a la futura alza de las tasas en Estados Unidos; o sea, menos compradores y crédito mucho más caro y escaso. Me puse a pensar, entonces, en qué ha hecho el criminal kirchnerismo con el país a lo largo de esta década, cómo ha destruido todos y cada uno de los fundamentos de nuestra sociedad y nuestra economía y, sobre todo, cómo ha malversado y desperdiciado el período más favorable para la Argentina en casi un siglo.

Mientras leía los diarios, muy temprano por cierto, la bronca se transformó en preguntas: ¿es legítima una Presidente cuya campaña electoral fue financiada por el narcotráfico?; cuando S.S. Francisco nos pide que cuidemos a Cristina, ¿sabe que, porque ella y su banda de rufianes se robó el dinero, murieron sus familiares en una ruta que no se modernizó?; cuando los santiagueños votaron masivamente a los candidatos de Zamora, ¿sabían que, por las mismas razones, once maestros de la provincia se mataron en otro camino faltante?; cuando todavía un montón de bonaerenses manifiesta su apoyo a Scioli, ¿saben que La Plata se inunda porque la plata destinada a la canalización de un arroyo fue gastada en publicidad o hurtada?, ¿saben que los fondos destinados a solucionar las recurrentes inundaciones en la cuenca del Salado se dilapidaron en stands de Tecnópolis?; cuando muchas de las víctimas de la violencia y de la inseguridad sigue manifestando su apoyo al kirchnerismo, ¿ignora que gran parte de esos males se debe a la proliferación del narcotráfico, del cual algunos funcionarios, policías y jueces son cómplices?; ¿cómo puede obtener siquiera un voto en el Chaco un delincuente como Coki Capitanich, que dice que ya no hay pobres ni indigentes en la Argentina?; ¿y tipos como Insfrán (Formosa), Uribarri (Entre Ríos), Closs (Misiones), Alperovich (Tucumán), Urtubey (Salta), Fellner (Jujuy),  Corpacci (Catamarca)?

Me pregunto, también, sobre una idea de mi amigo Jorge Mones Ruiz, si la oposición no debería dar testimonio del permanente avasallamiento al que la somete el oficialismo en el Congreso y celebrar sus sesiones "en el exilio", reuniéndose fuera del recinto, así fuera en la plaza o en el teatro Colón, No sería más que un acto testimonial, pero un importante gesto cívico.

Las encuestas muestran que aún conserva la viuda de Kirchner un porcentaje interesante de opiniones positivas pero ¿recuerdan quienes así se expresan los fondos de Santa Cruz, Skanska, Ciccone, Lafsca, Aerolíneas Argentinas, Fútbol para Todos, los terrenos fiscales del Calafate, el enriquecimiento inexplicable de la familia imperial, las guerras contra el campo, la prensa libre y la Justicia y tantos otros latrocinios que justifican que la Argentina esté ubicada, según el Foro de Davos, entre los cinco países más corruptos del mundo?; ¿ignoran que las teorías económicas trasnochadas y fracasadas que aquí se aplican, sumadas a la inseguridad jurídica y los modos patoteros de los funcionarios, también nos han enviado al fondo de la tabla del clima de negocios apto para recibir las inversiones que necesitamos como el aire que respiramos?

Si a ese panorama le sumamos la desbocada inflación, la irresponsable y masiva emisión monetaria, el aislamiento del mundo, la ya inocultable recesión, el increíble déficit fiscal, los subsidios sin control, la enorme presión tributaria, las reservas que tienden a cero, la creciente desocupación, la falta de viviendas, agua corriente y cloacas, la pobreza y la indigencia enquistadas, el hambre y la desnutrición aparejados, el deterioro del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, el vaciamiento de la Anses, la absoluta dependencia de la impagable energía importada, el deterioro terminal de la salud y de la educación públicas, la crisis de la deuda en permanente default, la inseguridad cotidiana, el colapso de la infraestructura vial, ferroviaria y de las comunicaciones, la desaparición de las fuerzas armadas, la nefasta corrupción de los gobernantes y sus socios, el narcotráfico y los criminales blanqueos de dinero vigentes, la violencia generalizada e inducida, la desaparición de la inversión extranjera directa, la permeabilidad de nuestras fronteras, el buscado enfrentamiento social y tantos otros gravísimos males que integran el legado que recibirá el sucesor de la viuda de Kirchner, no envidio al heredero.

Los jueces federales que, como siempre digo, nunca se venden sino que se alquilan al poder de turno, han tomado rápida consciencia del fin del "modelo", y se están llevando puestos, cada día, a un nuevo funcionario. Guita-rrita no ha dejado delito por cometer, y se acumulan las causas en las que está procesado, pero la lista completa de imputados -engrosada el viernes con Guido Forcieri, su cómplice en muchas trapisondas y actual representante de varios países de la región, incluido el nuestro, ante el Banco Mundial- comienza a parecerse a la guía telefónica de una gran ciudad. La Juez Servini de Cubría ha comenzado a destapar la caja de Pandora de una investigación por narcotráfico que, indudablemente, conducirá a la propia Presidente, y sus colegas de Comodoro Py han comenzado a luchar por quedarse con las causas más resonantes con el mismo ímpetu que antes ponían en sacárselas de encima.

Cuando la crisis -que será distinta a la del año 2001 pero, seguramente, más grave por las razones apuntadas en el cuarto párrafo de esta nota- finalmente estalle y los argentinos comencemos masivamente a sentirla en carne propia, buscaremos, como siempre lo hemos hecho, a quien echar la culpa, y doña Cristina y sus cómplices serán los que tendremos más a mano para ocupar ese rol. En especial porque han dedicado los últimos once años a ofendernos de todas las maneras posibles; los empresarios, por ejemplo, que ahora se están poniendo las botas después de una década de trabajar de felpudos, han acumulado el odio que siempre trae aparejada esa humillación pública -¿podrán olvidar, por ejemplo, que se los obligaba a ponerse de pie cuando entraba Patotín Moreno quien, además, les pedía que a la siguiente reunión enviaran a sus mujeres, porque estaba harto de sodomizarlos?- y con los sindicalistas ocurre lo mismo.

Si el oficialismo, en su desesperación por conseguir dólares, realmente intenta aplicar la futura Ley de Abastecimiento e invadir los campos de los productores en pos de la soja no liquidada, estará acercando demasiado el fósforo al pasto seco; los chacareros no son gente que se deje arriar, como lo demostraron cuando los camioneros de Moyano, entonces en las filas del Gobierno, pretendieron disolver los piquetes agrarios de Gualeguaychú: ante la inminencia de un conflicto armado, optaron por la silenciosa retirada. No vaya a ser que ahora, ante la prepotencia de los funcionarios, reaccionen mal y terminen lastimando a alguien, porque la mecha está encendida y es muy corta.

Hace muchos años que sostengo que a éstos, los Kirchner, no los echaríamos del poder ni siquiera con votos; cada vez estoy más convencido que el final de esta horrible etapa será trágico; sólo espero que los "presidenciables" así lo entiendan y se preparen para ello.