sábado, 28 de octubre de 2017

Y Para Farra …


Y Para Farra

“El poder mantiene su fuerza cuando permanece en la oscuridad; expuesto a la luz del sol, comienza a evaporarse”. Samuel Huntington

Finalmente, el poder nefasto del kirchnerismo, objeto por años en cientos de denuncias judiciales y periodísticas, ha quedado exhibido ahora por los tan temerosos jueces argentinos de modo tal que lo han transformado en la nada misma; la mayor prueba de ello la dio el bloque del ¿Frente para la Qué? en la Cámara de Diputados el cual, a imitación de su jefa espiritual, dejó solo a Julio de Vido en su hora más amarga.

Tal como era previsible, los magistrados se atropellaron en los corredores de Comodoro Py para ver quién llegaba antes con sus pedidos de detención del desaforado legislador; seguramente, veremos actitudes similares en los próximos días, como claro efecto del resultado de las elecciones del domingo pasado. Es que el notable triunfo de Cambiemos en todo el país –con excepción de aquellas provincias en las que aún el siniestro clientelismo es norma- trajo tranquilidad al inquieto ánimo de esos jueces, tan sensibles a los efluvios del poder.

Las dos causas que terminaron con la libertad del cajero mayor de los Kirchner durante casi treinta años –sobreprecios en la importación de gas y desvíos en la mina de Río Turbio- no sólo son graves sino que implican cantidades saqueadas enormes; pero ninguna de ellas se acerca a la peor estafa de esa década robada. Me refiero, como es obvio, a todo el affaire de YPF; ya que somos una nación de desmemoriados –a punto tal que uno de cada cinco argentinos volvió a votar a los ladrones- creo que conviene hacer un poco de historia, en especial para los jueces y fiscales.

El ex Presidente Carlos Menem quería privatizar la mayor empresa del país pero necesitaba la conformidad del Congreso. Recurrió entonces a la negociación con los gobernadores de las provincias petrolíferas, a los cuales ofreció re-calcular las regalías que les correspondían, amén de reconocerles la propiedad de parte de las acciones de la compañía; pero condicionó esas concesiones al voto favorable de los legisladores que las representaban. Cuando lo consiguió (el “pelotudo” Oscar Parrilli fue el miembro informante), transfirió a la Provincia de Santa Cruz US$ 600 millones.

El entonces Gobernador, don Néstor, tan pronto Repsol (otra rareza, ya que se trataba sólo de una distribuidora de combustibles, sin pozo de petróleo alguno) compró YPF, vendió las acciones que correspondían a la Provincia en US$ 500 millones de dólares, metió ambas sumas en un bolso y, aconsejado por el denostado Domingo Cavallo, transfirió todo a cuentas en el exterior, ¡abiertas a título personal! Esos fueron los desaparecidos “fondos de Santa Cruz”, cuyo destino la Legislatura provincial, ocupada casi íntegramente por sus fieles, se negó sistemáticamente a investigar.

Una parte de esa enorme fortuna fue empleada por Kirchner (que así dejó afuera a Carlos Reutemann y Juan Manuel de la Sota) para conseguir que Eduardo Duhalde lo nominara como candidato del Partido Justicialista en las elecciones de 2003, convocadas anticipadamente por el entonces Presidente por el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Ya sentado en la Casa Rosada y forzado por su fuerte vocación de ladrón, don Néstor comenzó a asfixiar a las petroleras que trabajaban en la Argentina, reconociéndoles por el combustible precios muy inferiores a los que, cuando la producción local comenzó a caer, se pagaba en boca de pozo a Bolivia o, más aún, a los vendedores de gas licuado. Así, el país perdió el autoabastecimiento de energía y se vio obligado a importarla a cualquier costo; todos los caminos (líneas de alta tensión y gasoductos) construidas para exportar a Chile, Brasil y Uruguay, fueron utilizados a partir de entonces para importar, y se instalaron dos estaciones de regasificación en Campana y Bahía Blanca.

Como directa consecuencia de esa política demencial, los españoles de Repsol comenzaron a desear irse del país, no sin antes transferir activos de YPF en el exterior a otras empresas de su grupo. Y allí actuó, una vez más, el equipo de planificación para el saqueo nacional. Un pajarito le contó a Antonio Brufau, por entonces líder de la empresa propietaria, que había un grupo argentino que estaba interesado en comprar el 25% (15% + 10%) de la compañía local, y en 2007 aparecieron en escena los Eskenazi, dueños (¡una casualidad!) del Banco de Santa Cruz, que había operado los fondos ausentes y donde Lázaro Báez (¿lo recuerda?) se desempeñaba como cajero.

Don Antonio que, como buen catalán, no tenía un pelo de tonto, aceptó el trato aunque el grupo “comprador” no tuviera dinero para tamaña adquisición; la propia Repsol prestó una parte del monto necesario y garantizó ante distintos bancos los préstamos necesarios para concretar el negocio. Además, (¡otra originalidad!) transfirió la administración de YPF a la famiglia compradora –escribió que se trataba de gente experta en operar en “mercados regulados”, o sea, corruptos- pese a que ésta lo único que sabía del negocio era cómo cargar combustible en el automóvil.

Pero, claro, tomó algunas precauciones: en primer término, exigió la firma del propio don Néstor y de algunos de sus funcionarios más cercanos en el contrato; además, YPF quedó obligada a distribuir en dividendos no menos del 95% de utilidades anuales. Esto, en un negocio de alto riesgo y costo como el petrolero, que nunca distribuye más del 30/35% de sus utilidades porque necesita el resto para explorar en busca de nuevos yacimientos, obviamente paralizó la actividad e hizo caer bruscamente la producción de petróleo y gas en el país, forzando a importar más  y más combustibles, a punto tal que así desaparecieron las reservas en divisas del Banco Central y se desató, una vez más, la inflación. Los Ezkenazi, también prudentes, pusieron las acciones de YPF así compradas a nombre de una empresa australiana –Petersen- cuyos verdaderos dueños son desconocidos, aunque no dudo que portan un apellido que empieza con K.

Pero en 2012 la actual Senadora electa, Cristina Elisabet Fernández, en un rapto involutivo de patriotismo e invocando la caída en las reservas de la compañía que su marido había provocado, obtuvo una ley que, llamada “de soberanía hidrocarburífera”, significó la expropiación de las acciones que aún se encontraban en manos de Repsol. En teoría, la Argentina no debía pagar nada por esas acciones pero el Ministro Axel Kiciloff, heroicamente, “negoció” con los españoles pagarles ¡sólo otros US$ 10 mil millones! por una compañía que, para ese entonces, ya valía la mitad de esa suma.

Como claramente se ve, fue el mayor crimen cometido durante la década más infame de nuestra historia, puesto que el daño provocado se extenderá en el tiempo hasta tanto la Argentina consiga recuperar el autoabastecimiento energético. Sólo entonces, podremos desprendernos del pesado lastre económico que significan las importaciones de gas licuado y de electricidad, hoy indispensables para atender el consumo nacional. Pero, además, el cálculo del dinero que tuvimos –y tendremos- que gastar hasta equilibrar oferta y demanda debe medirse en pobreza y miseria por la inflación que conlleva en pérdida de divisas, en hospitales, cloacas, viviendas y rutas faltantes, en impuestos y subsidios que degradan el déficit fiscal.

Estos hechos, originados sólo en la inconmensurable codicia de estos delincuentes que, gracias a Dios, han comenzado a poblar la cárcel de Ezeiza, fueron demasiado gravosos como para que los jueces –¡teléfono para Ariel Lijo!, tan espuriamente vinculado al ya inminente ex Juez Eduardo Freiler- los olviden o dejen prescribir.


Bs.As., 28 Oct 17

sábado, 21 de octubre de 2017

Hoy Discépolo resulta un optimista …










Hoy Discépolo resulta un optimista …

“Una cualidad de la Justicia es hacerla pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia”. Jean de la Bruvère

“… con las cosas que tenemos a la vista”, escribió Eladia Blázquez en un tango; la autora murió sin poder comprobar cuánta razón le da la actualidad nacional, poblada de escenarios complejos que, de todas maneras, no impedirán que concurramos mañana a las urnas.

El primero de ellos se desarrolla en el sur, donde un grupo de falsos mapuches se ha arrogado la facultad de reclamar la secesión y entrega de parte del territorio nacional y, mientras lo obtiene, impone su soberanía sobre el mismo por la fuerza. Hasta allí, se trata de delitos de toda índole que, como tal, deberían ser justamente castigados por el Poder Judicial.

Pero lo que convierte la situación en un verdadero circo es el demostrado terror que tienen los jueces en hacer cumplir la ley, a punto tal que negocian de igual a igual con estos indios “truchos”, requiriendo su permiso para el ingreso de las diferentes fuerzas de seguridad sin armamento al denominado “territorio sagrado”, y admiten que los oficiales sean palpados por los delincuentes para comprobarlo. En su momento, los funcionarios judiciales intervinientes deberán ser, a su vez, investigados por estas infames y cobardes concesiones que, sin duda, constituyen una traición a la Patria.

El bastardo aprovechamiento político de la transitoria desaparición y de la muerte de Santiago Maldonado sirvió a la tentativa de desprestigiar y condenar anticipadamente a esas fuerzas, cuando ni siquiera hay, ni había, reales pruebas de la presencia del joven tatuador en el famoso piquete del 1° de agosto. Es lo mismo que hicieron antes con el Ejército y la Armada, para dejar inerme al Estado argentino ante la agresión que, como tantos otros de América, viene sufriendo bajo el comando del Foro de San Pablo, públicamente decidido a fomentar los movimientos indigenistas en la región para lograr su fin último: dinamitar la democracia y las repúblicas.

Que fueran los federales quienes descubrieran el cuerpo mojó la pólvora de la acusación de desaparición forzada, que los organismos tuertos de derechos humanos intentaron “vender” a la ciudadanía, con el obvio y explícito propósito de identificar al Gobierno con lo peor de la legítima guerra contra el terrorismo en los años 70. Aspiraban, así, a lograr los votos de los jóvenes que ignoran todo lo sucedido entonces y que fueran objeto de un exitoso lavado de cabeza durante el kirchnerismo.

Nuestra curiosa originalidad incluye el método al que, como hace cada año, eligió el encuentro nacional de mujeres para protestar por la violencia contra su sexo: nada menos que romper la Catedral del Chaco y llenar de pintura los monumentos; a veces, hasta han defecado en los templos para culminar su cruzada pacifista.

El cambalache mayor, sin embargo, está en los Tribunales de Comodoro Py. El kirchnerismo creyó en el consejo del viejo Vizcacha y se hizo amigo (fuera con “efectividades conducentes”, fuera por aprietes y carpetazos) de los jueces, que se esforzaron en congelar los expedientes en que los mandamases de turno estaban imputados por la comisión de un sinnúmero de delitos. Las denuncias que formularon Lilita Carrió, Margarita Stolbizer, Mariana Zuvic, Ricardo Moner Sanz y algunos otros corajudos, durmieron durante toda la extendida década robada en los cajones de tan confiables magistrados, tapados por el polvo de la impunidad; en algunos casos, como los sobreseimientos de los Kirchner y sus secretarios privados por enriquecimiento ilícito o las coimas de Skanka, ese polvo consiguió ahogar las investigaciones.

Pero, claro, olvidaban que las encuestas de opinión las reciben también esos maravillosos perfumistas que, encaramados en los cargos que les permiten decidir sobre la libertad y el patrimonio de todos, miran desde arriba y con soberbia a sus conciudadanos mientras ignoran indignamente los deberes que la Constitución les impone. Ante el convencimiento de la derrota que sufrirán mañana sus antiguos patrones, giraron como veloces veletas y simultáneamente descubrieron -¡oh, milagro!- que habían olvidado las causas que los comprometían en el fondo de los cajones; rápidamente, los desenterraron y comenzaron a actuar con renovada celeridad en las mismas.

Así se llegó a los dos pedidos de desafuero y detención de Julio de Vido, el gran cajero de Néstor y Cristina desde los lejanos tiempos de la Gobernación de Santa Cruz. Desde su Ministerio planificó federalmente la pérdida del autoabastecimiento energético y la consecuente necesidad de importar gas y electricidad, la “compra” de chatarra ferroviaria contaminante, el invento de la extracción de carbón en Río Turbio, los monumentales subsidios al transporte, la “nacionalización” de YPF y de Aerolíneas, la obra pública inexistente pero pagada con creces, el sueño compartido de las viviendas sociales nunca construidas y otros latrocinios que, siendo tantos y tan variados, ya ni siquiera llaman la atención.

Pero sí lo hace que la viuda negra haya soltado la mano a tantos de sus funcionarios y testaferros ya detenidos, dejándolos a la intemperie política y haga gala de ello ante cada micrófono que le ponen delante. Porque don Julio, Ricardo Jaime, Lázaro Báez, José López, César Milani y Ricardo Baratta sufrirán esa soledad y, al menos para tener compañía, es probable que se sientan tentados a contar dónde fueron los miles de millones que robaron para la corona kirchnerista, quedándose con algunos vueltos. Eso sí, podrán formar en la cárcel diferentes equipos de fútbol, ya que más temprano que tarde deberían ingresar Roberto Dromi, Daniel Cameron, Carlos Zannini, Anímal Fernández, Amado Boudou, Daniel Scioli, Florencia y Máximo Kirchner, Cristóbal López, Sergio Schoklender, Exequiel Espinosa, Claudio Uberti, Gerardo Ferreyra, Enrique Ezkenazi, Ricardo Echegaray, Rudy Ulloa, Juan Pablo Schiavi, Claudio Cirigliano, Eduardo Freiler y tantos otros saqueadores seriales, públicos y privados.

Mañana, según Hebe de Bonafini, los argentinos deberemos optar entre la libertad y la muerte; tal vez sea una promesa de suicidio. Obviamente, coincido con ella en su afirmación, aunque invierta el sentido de su frase porque, si triunfara la Unión Ciudadana, entraríamos en un camino sin retorno que nos conduciría a Cuba y Venezuela. ¡Dios nos guarde!


Bs.As., 21 Oct 17

sábado, 14 de octubre de 2017

Fané y descangayada




Fané y descangayada

“Los jóvenes deben aprender a pensar como una masa. ¡Es criminal pensar como individuos!” Ernesto “Che” Guevara

El lunes pasado se cumplió medio siglo de la muerte de uno de los mayores canallas y asesinos de los muchos que han herido a nuestra América hispana, endiosado luego por las imbéciles izquierdas como un prócer global; es curioso que quienes portan su retrato en camisetas y tatuajes alrededor del mundo no recuerden la frase que sirve como epígrafe ya que, si lo hicieran, debieran abjurar de su mítico credo, toda vez que contraviene la esencia de la libertad y, sobre todo, de la juventud.

El mundo occidental estuvo, el martes, pendiente de la presentación del Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ante el Parlament regional, ya que había jurado proclamar la independencia respecto a España. Evidentemente, la presión del Gobierno, traducida en advertencias de prisión e incautación de bienes a los gerifaltes que comandaron el disparate, la fuga masiva de empresas –tan dolorosa para el sensible bolsillo de la comunidad catalana- y el rechazo de la Comunidad Económica Europea –que anotició que no podría siquiera usar el euro como moneda- fueron demasiado para quienes se alzaron contra la Constitución y las leyes y, más allá de la retórica, el proyecto abortó. No significa, ni mucho menos, que el tema haya concluido, pero se abre un camino de sensatez para transitar hacia una solución que permita suturar la profunda grieta que esta impensable crisis ha provocado en la sociedad española.

Para ello habrá que esperar para ver qué hace ahora Puigdemont frente al ultimátum que le dispararon las Cortes, apoyado allí hasta por los antisistema de Podemos, y que lo puso contra las cuerdas a fecha fija: el 19 de octubre. Entonces deberá explicar a España entera en qué consistió la payasada de una pseudo independencia que duró escasamente un minuto.

Pero el título de la nota, como no podía ser de otro modo dado mi espíritu argentino y gardeliano, tiene que ver con nuestro país y, sobre todo, con la triste realidad que le toca vivir a doña Cristina, la sangrienta emperatriz que reinó ocho años -¿o deberemos sumarle los cuatro de la presidencia de su marido y hasta los períodos en que éste ejerció como Intendente de Río Gallegos y Gobernador de la Provincia de Santa Cruz?- que hoy se sienta, casi sola y abandonada, en su Instituto Patria.

El miércoles, en una actitud totalmente suicida –como el escorpión del cuento- volvió a lavarse las manos respecto a los hechos de corrupción cometidos por sus ministros y secretarios, en especial por Julio de Vido, que sin duda robaron para ella, como antes para su marido, al negar cualquier vinculación con ellos. ¿Qué harán estos, ante la inminencia de una condena que caerá también sobre sus entornos familiares, cuando tomen conciencia de esta monumental deslealtad y de la soledad en la que han quedado?

El aliento de los jueces federales –las mejores “narices” del mundo- en su nuca y las de sus hijos, debe tenerla muy intranquila, sobre todo porque deberá prestar declaración indagatoria, cuatro días después de las elecciones parlamentarias del 22, en la causa más grave de las muchas que se le instruyen. Está acusada en ella de un cúmulo de delitos, que van desde traición a la Patria hasta colaboración con el terrorismo internacional, tipos penales que, no sólo son imprescriptibles (¿recuerda la “lesa humanidad”), sino que conllevan la condena de nuestro hipócrita mundo, ése que distingue ntre terroristas “buenos” –los que asolaron la Argentina y motivan el arrojo flores al río por parte de Barak Obama y otros líderes globales que visitan nuestro país- y “malos” (los que atacan a sus propios países), a los cuales abaten sin preocuparse por sus presuntos derechos humanos.  

Es más, quizás, hasta la veamos procesada más temprano que tarde por la “responsabilidad funcional” en el asesinato del Fiscal Alberto Nisman,  la misma curiosa imputación que mantiene presos a los más de dos mil ancianos militares que impidieron, con el respaldo de leyes y decretos dictados por gobiernos democráticos, que nos convirtieran en la Cuba de los 70’s o en la Venuezuela actual, ocupadas por regímenes que tanto éxito han tenido en mejorar el nivel de vida de sus respectivas sociedades, que mueren por falta de medicinas, hambreadas hasta la extenuación.

Con seguridad, pesan como lápidas sobre Cristina dos situaciones altamente probables. La primera, que los escasísimos intendentes que le han jurado no sólo acompañarla hasta la puerta del cementerio sino hasta enterrarse con ella induzcan el corte de boletas electorales, un cáliz amargo que ya debió beber en 2013 y 2015, muy convencidos que los votos de Sergio Massa están migrando a Esteban Bullrich.

La segunda, por supuesto, que los senadores que surjan de este evento electoral, comandados por Miguel Angel Pichetto y que responden a sus gobernadores, ya decididamente dialoguistas con el Gobierno, acepten la invalidez de su diploma parlamentario por “inhabilidad moral”, una figura que ella misma, cuando era legisladora, hizo aplicar a un frustrado colega; si el Juez Claudio Bonadío la procesa por esos terribles delitos, les resultará a los peronistas harto difícil mostrarse, ante una ciudadanía atenta y vigilante, como protectores y cómplices de esta probada y notoria criminal.

Faltan sólo ocho días para, ya nadie lo duda, el funeral del kirchner/cristinismo, y están encendidas las velas que rodearán su féretro. El proceso populista y cleptómano que tanto daño ha hecho a nuestro país, integrado a la ola que recorrió el continente con idénticos efectos, habrá concluido por obra y gracia de un personaje  en el cual la política tradicional nunca creyó; simplemente siguió el consejo de su antecesora: formó un partido y ganó las elecciones.

La responsabilidad histórica de Mauricio Macri y de su equipo de gobierno es enorme. No sólo deberá mejorar la competitividad de la economía nacional y su credibilidad ante el mundo, modernizar este Estado paquidérmico e insoportable en su costo, sino recuperar la esperanza de reinserción para ese tan doloroso sector (29%) al que siete décadas de falso progresismo han condenado a la pobreza y a la marginación, algo que arteramente el kirchnerismo le reclama con sólo dos años en el poder.

Pero creo que la tarea prioritaria que tiene por delante es purificar al Poder Judicial, tan identificado socialmente con la protección y la complicidad con la corrupción y tan descalificado por la ciudadanía por haber olvidado el triple rol que la Constitución le impone: ser la garantía de los individuos frente a las arbitrariedades del Estado, ser el control de los actos de los demás poderes y ser el justo árbitro entre pretensiones opuestas de los ciudadanos.

El procesamiento por corrupción dictado por el Juez Julián Ercolini contra la Procuradora General de la Nación, Alejandra ¡Giles! Carbó, obviamente acerca ese objetivo, toda vez que su desplazamiento impedirá que la red de fiscales militantes –una verdadera quintacolumna- continúe haciendo daño a las instituciones de la República.

No debe olvidar Macri, que “con una Justicia seria, independiente, eficaz y rápida, todo será posible; sin ella, nada lo será”.


Bs.As., 14 Oct 17

viernes, 6 de octubre de 2017

¡Paren el mundo!



¡Paren el mundo!


El mundo en general que, hasta hace pocos años, sin dudas se dirigía a una mejor convivencia y a una mayor integración entre los países, casi sin fronteras, e inclusive a una mayor armonía entre las diferentes comunidades dentro de cada uno de ellos, ha virado bruscamente de rumbo. Y lo peor es lo ríspido y violento del modo en que ese cambio se está produciendo en muchos sitios.

No es sólo Catalunya, que ha puesto en crisis a España y a Europa entera, sino Holanda, que está contemplando con preocupación la disputa entre sus zonas valonas y flamencas, mientras Alemania ha visto resurgir a su extrema derecha con toques nazis y lo mismo sucede en varias naciones vecinas, Escocia y Eire pretenden continuar en la Comunidad después del Brexit votado en Gran Bretaña, la Liga del Norte insiste en la división con el sur italiano, Kurdistán reclama su independencia a Turquía y a Irak, en Francia han resurgido las inquietudes bretonas y, como frutilla del postre, los inventados mapuches quieren quedarse con la Patagonia.

Para todos esos movimientos tectónicos se utilizan argumentos vinculados a la lengua, a la religión, a la raza y a la historia pero, en general, hablan del fracaso de los esfuerzos centrípedos que garantizaron, durante décadas, la añorada paz después del siglo más sangriento que registrara la humanidad. Recordemos, al efecto, que sólo siete años después de terminada la II Guerra Mundial, países que se habían destruido mutuamente y que cultivaban odios ancestrales, fueron capaces de firmar el Pacto del Carbón y del Acero, piedra fundamental de la Comunidad Europea, que transformó al viejo continente, creímos, en una tierra de paz para siempre.

Pese a mis muchos años, no deja de sorprenderme qué reacción diferente tenemos frente a hechos en función de dónde se produzcan, y Barcelona no ha sido una excepción. Tal vez porque somos un país poblado por hombres y mujeres que subieron a los barcos cuando la necesidad les impuso la emigración, conservamos una enorme cercanía sentimental con España e Italia en particular y cultivamos su recuerdo con nostalgia.

Nótese, en el mismo sentido, que el brutal asesinato de cincuenta y ocho personas -y más de quinientos heridos- que dejó el tirador solitario de Las Vegas el domingo pasado sigue ocupando un gran espacio en nuestros medios de prensa; y lo mismo sucede con los ataques terroristas que han puesto a Europa entera en estado de conmoción. Sin embargo, los monstruosos atentados que producen cientos de muertos en Medio Oriente y en Asia, sea en Kabul, Bagdad, Islamabad o Beirut, desaparecen de los diarios y de los canales de televisión horas después de producidos.

La Argentina continúa transitando el larguísimo camino hacia las elecciones legislativas del 22 de octubre, que aparece jalonado de malas noticias para la tropa kirchnerista, que continúa acumulando procesamientos y embargos de toda índole. Es altamente probable, inclusive, que se produzca alguna nueva detención resonante antes de esa fecha que, además, mostrará el marcado deterioro del ya exiguo apoyo electoral que cosechara Cristina Elisabet Fernández en las primarias de agosto.

Quedará así confirmado el pronóstico que formulé hace tiempo utilizando el lenguaje del truco: la ex Presidente, que junto con su marido muerto gobernara el país durante el período más largo de su historia democrática y que se imaginaba “ancho de espadas”, habrá perdido las elecciones contra dos “cuatro de copas” de la política. Las causas son, por cierto, muchas y diversas.

Creo, sin dudar, que la primera de ellas ha sido el gran programa de obras públicas que han encarado los gobiernos nacional y provincial en el principal enclave del voto kirchner/cristinista, es decir, el conurbano sur bonaerense. En el Partido de La Matanza, los vecinos ven y tocan con sus propias manos el asfalto, el agua corriente y las cloacas siempre prometidos y nunca cumplidos, y el tan criticado Metrobus se ha convertido en la salvación real para muchos lugares desangrados por la inseguridad, además de economizar horas de traslado a los trabajadores beneficiados.

El segundo, no menos crucial, ha sido la Gobernadora María Eugenia Vidal, la figura política que cosecha más aprobación pública en la Argentina, por la transparencia con que ejecuta su gestión administrativa y el coraje con el que encara la lucha frontal contra el narcotráfico y la corrupción policial; ¿quién mejor que un habitante de las zonas más marginadas de la Provincia puede comprobarlo, si era –y aún es- su principal víctima?

Los mejores indicadores económicos del país en materia de empleo y de recuperación del consumo, pese a que aún no puedan ser percibidos a nivel personal por toda la sociedad, tendrán también una participación importante en el voto popular, sobre todo porque el prudente gradualismo de Mauricio Macri y su equipo ha conseguido transformar los apocalípticos pronósticos de Cristina Kirchner sobre el ajuste que impondría en mero papel mojado.

Desde el ángulo estrictamente político, han incidido en el derrumbe de las expectativas de la viuda tanto la preanunciada conducta de muchos intendentes que abrazaban a la viuda y hoy, ante el riesgo cierto de perder la mayoría dentro de sus propios concejos deliberantes, ya instruyen a sus seguidores para que corten las boletas electorales, cuanto la necesidad del Partido Justicialista de recomponerse después de las sucesivas derrotas a las que lo condujera su mariscala en 2013, 2015 y 2017.

No ha sido menor, tampoco, la negativa repercusión que tuvieron en el ánimo de la ciudadanía la novedosa catarata de entrevistas personales que brindó Cristina en los últimos días y la recuperación de su imagen tradicional, tan soberbia como negadora de la realidad. Sus manifestaciones respecto al crimen ferroviario de Once, exculpando públicamente a delincuentes como Julio de Vido, Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi, Claudio Cirigliano y, por supuesto, ella misma, para intentar transferir toda la responsabilidad al maquinista del tren, resultó absolutamente patética, y así fue percibida por la sociedad entera.

Y su reciente y peculiar lavado de manos personal en perjuicio de sus más íntimos colaboradores y testaferros en la organización mafiosa que organizó y comando con su marido muerto, dejó totalmente en claro que la lealtad, esa que el PJ sólo festeja los 17 de octubre, no figura entre sus muy escasas virtudes. Debería recordar, al menos, que muchas de las condenas perpetuas dictadas contra los presos políticos –los militares que evitaron que nos convirtiéramos en Cuba durante los 70’s- de su nefasto régimen se sustentaron en la “responsabilidad funcional”, es decir, la que le cabe a un superior por la conducta de sus subordinados.

Resta sólo saber si figurones tales como Amado Boudou, Lázaro Báez, José López, Julio de Vido, Alejandro Vanderbloele y los muchos que seguirán sentándose ante los Tribunales Orales Federales, y seguramente ingresarán a prisión, mantendrán su cómplice silencio cuando vean rodar por el polvo electoral la cabeza de quien fuera su jefa y ejecutora del plan sistemático de saqueo al Estado que, ahora, sólo pretende salvarse con sus hijos y su fortuna escondida; ¿seguirán en su postura de no contar nada cuando se compruebe que ya no tiene poder alguno o darán los datos necesarios para recuperar al menos algo de lo robado?


Bs.As., 7 Oct 17